Aunque lo rompieras o lo fundieras, el amuleto seguiria funcionando.
Nina me abrazo y me beso en la mejilla. Entonces se levanto de un brinco, ruborizada. Ya no estaba palida ni afligida, y le brillaban los ojos. Hasta entonces no me habia fijado en que era muy guapa.
Nina salio de mi habitacion, y yo me quede un rato sentado en la cama, pensando.
En el ultimo mes habia librado a una mujer de un feroz incendio. Habia invocado al fuego y al rayo para librarme de unos asesinos. Habia matado a una bestia que podia ser un dragon o un demonio, dependiendo de tu punto de vista.
Pero alli, en esa habitacion, fue la primera vez que me senti de verdad como una especie de heroe. Si buscais una razon que explique por que me converti en lo que me converti, si buscais un principio, ahi es donde debeis mirar.
83 Regreso
Esa noche recogi mis pertenencias y baje a la taberna. Los vecinos que se encontraban alli empezaron a murmurar, muy emocionados. Entreoi algunos comentarios mientras iba hacia la barra, y cai en la cuenta de que el dia anterior la mayoria de aquellos hombres me habian visto vendado de arriba abajo, victima, supuestamente, de graves heridas. Me habia quitado las vendas, y lo unico que ellos vieron fueron algunos cardenales. Otro milagro. Hice todo lo posible por no sonreir.
El malcarado posadero me dijo que no podia cobrarme nada, ya que el pueblo entero estaba en deuda conmigo. Insisti. Que no. Que ni hablar. No queria ni oir hablar de ello. Lamentaba no poder hacer nada mas para demostrarme su gratitud.
Adopte una expresion meditabunda. Ya que lo mencionaba, dije, si por casualidad tuviera otra botella de ese maravilloso vino de fresas…
Fui a los muelles de Evesdown y compre un pasaje en una barcaza que iba rio abajo. Mientras esperaba, pregunte si algun trabajador de los muelles habia visto a una joven por alli en los dos dias pasados. Morena, guapa…
Si, la habian visto. Habia estado alli el dia anterior, por la tarde, y se habia embarcado rio abajo. Senti cierto alivio, porque eso significaba que Denna estaba a salvo, y relativamente ilesa. Pero aparte de eso, no sabia que pensar. ?Por que no habia ido Denna a Trebon? ?Creeria que la habia abandonado? ?Recordaria algo de lo que habiamos hablado esa noche, tumbados lado a lado sobre el itinolito?
Atracamos en Imre unas horas despues del amanecer, y fui derecho a ver a Devi. Tras un animado regateo, le entregue la piedra iman y un talento, con lo que liquide mi brevisimo prestamo de veinte talentos. Seguia debiendole la deuda original, pero despues de todo lo que me habia pasado, una deuda de cuatro talentos ya no parecia tan espantosa, pese a que mi bolsa volvia a estar practicamente vacia.
Tarde un tiempo en recomponer mi vida. Solo habia estado fuera cuatro dias, pero necesitaba ofrecer disculpas y explicaciones a muchas personas. Habia faltado a mi cita con el conde Threpe, a dos citas con Manet y a una comida con Fela. Anker's habia pasado dos noches sin musico. Hasta Auri me reprocho con discrecion que no hubiera ido a visitarla.
Habia faltado a las clases de Kilvin, Elxa Dal y Arwyl. Todos aceptaron mis disculpas con elegantes muestras de desaprobacion. Yo sabia que cuando se establecieran las matriculas del bimestre siguiente, tendria que pagar mi repentina e injustificada ausencia.
Pero los que mas me importaban eran Wil y Sim. Ellos habian oido rumores de que habian atacado a un estudiante en un callejon. Dada la actitud de Ambrose, mas ufana de lo habitual, temian que me hubieran obligado a huir de la ciudad, o, peor aun, que me hubieran lanzado al fondo del Omethi con una piedra atada al cuello.
Ellos eran los unicos a los que debia una verdadera explicacion de lo ocurrido. Aunque no les conte toda la verdad de por que me interesaban tanto los Chandrian, si les conte toda la historia y les ensene la escama de draccus. Ellos se mostraron asombrados, aunque hicieron hincapie en que la proxima vez debia dejarles una nota o se las pagaria.
Y busque a Denna, con la esperanza de ofrecerle explicaciones a la persona que mas me importaba. Pero, como siempre, buscarla no sirvio de nada.
84 Una tormenta repentina
Al final encontre a Denna como siempre, por pura casualidad. Iba caminando, muy apurado, pensando en mis cosas, cuando doble una esquina y tuve que parar en seco para no chochar con ella.
Nos quedamos plantados unas milesimas de segundo, atonitos y sin habla. Pese a que llevaba dias buscando su cara en cada sombra y en cada rincon, su presencia me dejo anonadado. Recordaba la forma de sus ojos, pero no su peso. Su oscuridad, pero no su profundidad. Su proximidad me corto la respiracion, como si de pronto me hubieran sumergido en el agua.
Habia pasado largas horas pensando como seria ese encuentro. Habia imaginado la escena un millar de veces. Temia que ella se mostrara distante, ausente. Que me reprochara que la hubiera dejado sola en el bosque. Que estuviera callada y dolida. Me preocupaba que pudiera llorar, o insultarme, o sencillamente dar media vuelta e irse.
Denna sonrio encantada.
– ?Kvothe! -Me cogio una mano y me la apreto-. Te he echado de menos. ?Donde estabas?
Note una oleada de alivio.
– Bueno, ya sabes. Por aqui, por alla… -Hice un gesto de indiferencia.
– El otro dia me dejaste plantada -repuso ella fingiendo seriedad-. Te espere, pero no apareciste.
Iba a explicarselo todo cuando Denna senalo a un hombre que estaba a su lado.
– Perdoname. Kvothe, te presento a Lentaren. -Yo ni siquiera lo habia visto-. Lentaren, este es Kvothe.
Lentaren era alto y delgado. Musculoso, bien vestido y elegante. Tenia un menton del que habria estado orgulloso cualquier mampostero, y unos dientes blancos y rectos. Parecia el Principe Azul salido de un cuento. Apestaba a dinero.
El tipo me sonrio amistosamente.
– Encantado de conocerte, Kvothe -dijo haciendo una cortes inclinacion de cabeza.
Le devolvi el saludo automaticamente y esgrimi mi mas encantadora sonrisa.
– Igualmente, Lentaren.
Volvi a mirar a Denna.
– Deberiamos comer juntos un dia de estos -dije con aire risueno arqueando ligeramente una ceja, preguntando: «?Es maese Fresno?»-. Tengo buenas historias que contarte.
– Claro que si. -Denna sacudio levemente la cabeza, contestando: «No»-. Te marchaste sin contarme el final de la ultima. Lamente mucho perdermelo.
– Bueno, fue un final que ya has oido centenares de veces -dije-. El Principe Azul mata al dragon, pero pierde el tesoro y a la chica.
– Oh, que tragedia. -Denna miro hacia abajo-. No era el final que a mi me habria gustado, pero supongo que tampoco dista mucho del que imaginaba.
– Si la historia acabara asi, seria una tragedia -admiti-. Pero en realidad depende de como lo mires. Yo prefiero verlo como una historia que esta esperando una secuela apropiada que levante el animo.
Un coche paso traqueteando por la calle y Lentaren se aparto; al hacerlo, rozo sin querer a Denna. Ella, distraida, se agarro a su brazo.
– Normalmente no me interesan los seriales -dijo; de pronto su expresion se torno seria e indescifrable. Entonces se encogio de hombros y sonrio con picardia-. Pero no es la primera vez que cambio de opinion sobre estas cosas. A lo mejor consigues convencerme.
Senale el estuche del laud, que llevaba colgado del hombro.