Me lo lanzo, pero los laudes no estan hechos para lanzarlos. Dio un giro raro en el aire, y cuando fui a asirlo, no habia nada entre mis manos. El que Ambrose fuera torpe o cruel no cambia las cosas para mi. Mi laud cayo sobre los adoquines y se oyo un crujido al astillarse.
Ese sonido me recordo el espantoso ruido que habia hecho el laud de mi padre cuando lo aplaste con el cuerpo en aquel sucio callejon de Tarbean. Me agache para recogerlo e hizo un ruido que me recordo al de un animal herido. Ambrose se volvio para mirarme y vi la burla danzar en su rostro.
Abri la boca para aullar, para llorar, para maldecirlo. Pero lo que salio de mi boca fue otra cosa, una palabra que yo sabia y que no recordaba.
Entonces lo unico que oi fue el sonido del viento. Entro rugiendo en la plaza como una repentina tormenta. Un coche que estaba cerca se deslizo de lado por los adoquines, y los caballos se encabritaron asustados. A alguien se le escaparon de las manos unas partituras que revolotearon alrededor de nosotros como un extrano relampago. Me vi forzado a dar un paso adelante. El viento los empujo a todos. A todos menos a Ambrose, que cayo al suelo girando sobre si mismo, como si lo hubiera golpeado la mano de Dios.
De pronto volvio a reinar la calma. Caian papeles, girando como hojas secas. La gente miraba alrededor, perpleja, despeinada y con la ropa desalinada. Algunos se tambaleaban e intentaban sujetarse a algun sitio para protegerse de una tormenta que ya habia cesado.
Me dolia la garganta. Mi laud estaba roto.
Ambrose se puso en pie con dificultad. Se sujetaba un brazo contra el costado, y le salia sangre de la cabeza. La mirada de miedo y de confusion que me lanzo supuso para mi un breve y dulce placer. Pense en volver a gritarle, me pregunte que pasaria si lo hacia. ?Volveria a venir el viento? ?Se lo tragaria la tierra?
Oi relinchar a un caballo, asustado. Empezo a salir gente del Eolio y de los otros edificios que bordeaban la plaza. Los musicos miraban alrededor con el rostro desencajado, y todo el mundo hablaba a la vez.
– ?… sido eso?
– … apuntes por todas partes. Ayudame antes de que…
– … sido el. Ese de ahi, el del pelo rojo…
– … demonio. Un demonio de viento y…
Mire alrededor, mudo y confuso, hasta que Wilem y Simmon se me llevaron de alli a toda prisa.
– No sabiamos adonde llevarlo -le dijo Simmon a Kilvin.
– Contadmelo todo otra vez -dijo Kilvin con serenidad-. Pero esta vez, que hable solo uno. -Senalo a Wilem-. Intenta poner las palabras en orden.
Estabamos en el despacho de Kilvin. La puerta estaba cerrada y las cortinas, corridas. Wilem empezo a explicar lo que habia ocurrido. Fue cogiendo velocidad, y paso a hablar en siaru. Kilvin asentia con aire pensativo. Simmon escuchaba atentamente y, de vez en cuando, intercalaba una o dos palabras.
Yo estaba sentado en un taburete. Mi mente era un torbellino de confusion y de preguntas a medio formular. Me dolia la garganta. Estaba cansado y notaba el cuerpo agriado por la adrenalina. En medio de todo eso, en lo mas profundo de mi pecho, una parte de mi bullia de ira, como el carbon de una forja cuando el herrero aviva el fuego: rojo y caliente. Estaba embotado, como si me cubriera una capa de cera de veinte centimetros de grosor. No existia Kvothe; solo la confusion, la rabia y el embotamiento que lo envolvia todo. Me sentia como un gorrion en una tormenta, incapaz de encontrar una rama segura sobre la que posarse. Incapaz de controlar mi atolondrado vuelo.
Wilem estaba llegando al final de su exposicion cuando Elodin entro en la habitacion sin llamar ni anunciarse. Wilem se callo. Yo le lance al maestro nominador una mirada de soslayo, y luego volvi a mirar el destrozado laud que tenia en las manos. Al darle la vuelta, me hice un corte en un dedo con una astilla. Embobado, vi como la sangre brotaba y caia al suelo.
Elodin se planto enfrente de mi; no se molesto en hablar con nadie mas.
– ?Kvothe?
– No se encuentra bien, maestro -dijo Simmon con una voz aguda que denotaba preocupacion-. Se ha quedado mudo. Se niega a hablar. -Yo oia esas palabras, sabia que tenian un significado y hasta sabia que significados les correspondian, pero no las entendia.
– Me parece que se ha dado un golpe en la cabeza -tercio Wilem-. Te mira, pero no esta. Se le han puesto ojos de perro.
– ?Kvothe? -repitio Elodin. Como no reaccione ni aparte la vista del laud, el alargo un brazo y, con suavidad, me levanto la barbilla hasta que lo mire-. Kvothe.
Parpadee.
Elodin me miro. Sus oscuros ojos me tranquilizaron un poco. Aplacaron la tormenta que se habia desatado en mi interior.
–
– ?Que? -Simmon dijo algo que yo oi como si estuviera muy lejos-. ?Viento?
–
–
Elodin cerro un momento los ojos con expresion serena. Como si tratara de captar una debil nota musical transportada por una suave brisa. Como no podia verle los ojos, empece a descarriarme. Agache la cabeza y vi mi laud roto, pero Elodin volvio a cogerme por la barbilla y me levanto el rostro.
Clavo sus ojos en los mios. El embotamiento se redujo, pero la tormenta seguia dentro de mi cabeza. Entonces algo cambio en los ojos de Elodin. Dejo de mirar hacia mi y miro dentro de mi. Solo se describirlo asi. Miro en lo mas profundo de mi; no a mis ojos, sino que a traves de ellos. Su mirada entro en mi y se asento solidamente en mi pecho, como si hubiera metido ambas manos en mi cuerpo y estuviera tanteando la forma de mis pulmones, el movimiento de mi corazon, el calor de mi ira, el trazado de la tormenta que se desataba dentro de mi.
Se inclino hacia delante y sus labios me rozaron una oreja. Note su aliento. Dijo algo… y la tormenta amaino. Encontre un sitio donde caer.
Hay un juego al que todos los ninos juegan un dia u otro. Extiendes los brazos y giras sobre ti mismo una y otra vez, y ves como todo se vuelve borroso. Primero estas desorientado, pero si sigues girando el rato suficiente, el mundo se resuelve y ya no estas mareado y sigues girando con el mundo, borroso, alrededor de ti.
Entonces paras, y el mundo adopta su forma normal. De pronto estas muy mareado, y todo se mueve y da sacudidas. Todo oscila alrededor de ti.
Eso fue lo que senti cuando Elodin detuvo la tormenta que se habia desatado en mi cabeza. De pronto, violentamente mareado, grite y alce las manos para no caerme hacia un lado, hacia arriba, hacia dentro. Note que unos brazos me agarraban; enrosque los pies en el taburete y empece a caerme al suelo.
Fue aterrador, pero paso enseguida. Cuando me recupere, Elodin se habia marchado.
85 Manos contra mi
Simmon y Wilem me llevaron a mi habitacion de Anker's, donde me desplome en la cama y pase dieciocho horas tras las puertas del sueno. Al dia siguiente, al despertar, me sentia sorprendentemente bien, teniendo en cuenta que habia dormido con la ropa puesta y que tenia la vejiga del tamano de un melon.
La suerte me sonrio y me dio tiempo suficiente para comer y darme un bano antes de que uno de los recaderos de Jamison diera conmigo. Debia presentarme en la sala de profesores al cabo de media hora para ponerme ante las astas del toro.
Ambrose y yo estabamos de pie ante la mesa de los maestros. El me habia acusado de felonia. Yo, a mi vez, lo habia acusado de robo, destruccion de propiedad y conducta impropia de un miembro del Arcano. Tras mi anterior experiencia en las astas del toro me habia familiarizado con el
Por desgracia, eso significaba que era plenamente consciente de la gravedad de la situacion. La acusacion de felonia era grave. Si me declaraban culpable de lastimar intencionadamente a Ambrose, me azotarian y me