– Acusacion desestimada.

Ambrose solto el aire de golpe. Yo solo estaba un poco desilusionado. De hecho, me sorprendia haber tenido tanto exito.

– Y ahora -prosiguio el rector como si se preparara para realizar un tremendo esfuerzo-, abordemos la acusacion de felonia contra el E'lir Kvothe.

– De cuatro a quince latigazos y expulsion de la Universidad -recito Lorren.

– ?Cuantos latigazos?

Ambrose me miro. Vi como giraban las ruedas de su cerebro, tratando de calcular el maximo numero de latigazos que podia solicitar sin arriesgarse a que los maestros dejaran de secundarlo.

– Seis -dijo.

Note que un miedo plomizo se instalaba en mi estomago. Los latigazos me tenian sin cuidado. Estaba dispuesto a recibir dos docenas con tal de que no me expulsaran. Pero si me echaban de la Universidad, mi vida ya no tendria sentido.

– ?Rector? -dije.

Me dirigio una mirada cansada y amable. Sus ojos me decian que lo entendia, pero que no tenia otra alternativa que dejar que las cosas siguieran su curso. La compasion de su mirada me asusto. El sabia que iba a pasar.

– ?Si,E'lirKvothe?

– ?Puedo decir algo?

– Ya has tenido ocasion de defenderte -repuso el con firmeza.

– ?Pero es que ni siquiera se que hice! -proteste; el panico habia vencido a mi templanza.

– Seis latigazos y expulsion -dijo el rector con formalidad, ignorando mi arrebato-. ?Quien esta a favor?

Hemme levanto la mano. A continuacion lo hicieron Brandeur y Arwyl. Se me cayo el alma a los pies cuando vi que el rector levantaba la mano. Lorren, Kilvin, Mandrag y Elxa Dal hicieron otro tanto. Por ultimo lo hizo Elodin; sonrio perezosamente y agito los dedos de la mano alzada, como si me saludara. Nueve manos contra mi. Me habian expulsado de la Universidad. Mi vida ya no tenia sentido.

86 El fuego en si

– Seis latigazos y expulsion -sentencio el rector. «Expulsion», pense aturdido, como si fuese la primera vez que oia esa palabra. «Expulsar: obligar a alguien a marcharse de un sitio.» Notaba la satisfaccion de Ambrose, veia como emanaba de el. Por un instante temi vomitar alli mismo, delante de todos.

– ?Se opone algun maestro a esta medida? -pregunto el rector con tono ritualista mientras yo me miraba los pies.

– Yo. -Aquella inquietante voz solo podia ser de Elodin.

– ?Todos a favor de suspender la expulsion? -Levante la cabeza justo a tiempo para ver como Elodin levantaba la mano. Y luego Elxa Dal. Y Kilvin, y Lorren, y el rector… Todos la levantaron salvo Hemme. Casi me eche a reir de sorpresa y de incredulidad. Elodin volvio a sonreirme con aquel aire infantil.

– Expulsion cancelada -dijo el rector con firmeza, y note como la satisfaccion de Ambrose se debilitaba hasta desaparecer por completo-. ?Alguna acusacion mas? -Percibi un deje extrano en la voz del rector. Como si esperara algo.

Fue Elodin quien hablo:

– Propongo que Kvothe sea ascendido a Re'lar.

– ?Todos a favor? -Todas las manos salvo la de Hemme se levantaron al mismo tiempo-. Kvothe queda ascendido a Re'lar, con Elodin como padrino, el cinco de Barbecho. Se levanta la sesion. -Se levanto de la mesa y se encamino hacia la puerta.

– ?Que? -grito Ambrose mirando alrededor como si no supiera a quien se lo estaba preguntando. Al final echo a correr detras de Hemme, que salia detras del rector junto con la mayoria de los otros maestros. Me fije en que no cojeaba tanto como antes de que empezara el juicio.

Desconcertado, me quede alli plantado, como un idiota, hasta que Elodin se me acerco y me estrecho la mano.

– ?Confuso? -me pregunto-. Ven a dar un paseo conmigo. Te lo explicare.

La intensa luz de la tarde me impacto cuando sali de la fresca penumbra del Auditorio. Sin mucha mana, Elodin se quito la tunica de maestro por la cabeza. Debajo llevaba una sencilla camisa blanca y unos pantalones de bastante mal aspecto sujetos con un trozo de cuerda deshilachada. Vi por primera vez que iba descalzo. Tenia los pies tan bronceados como los brazos y la cara.

– ?Sabes que significa Re'lar? -me pregunto con desenvoltura.

– Se traduce como «el que habla» -conteste.

– Si, pero ?sabes que significa? -insistio.

– No, la verdad es que no -admiti.

Elodin inspiro hondo.

– Habia una vez una Universidad. Estaba construida sobre las ruinas de otra Universidad mas antigua. No era muy grande; no habia mas de cincuenta personas. Pero era la mejor Universidad en muchos kilometros a la redonda, asi que la gente iba alli, estudiaba y se marchaba. Habia un grupito de gente que se reunia en privado. Gente cuyo conocimiento iba mas alla de las matematicas, la gramatica y la retorica.

«Formaron su propio grupo dentro de la Universidad. Lo llamaban el Arcano, y era algo muy reducido y muy secreto. Tenian un sistema jerarquico, y solo podias ascender en la jerarquia demostrando tu habilidad. Entrabas en ese grupo demostrando que podias ver las cosas tal como eran. Te convertias en E'lir, que significa «el que ve». ?Como crees que te convertias en Re'lar? -Me miro, expectante.

– Hablando.

Elodin rio.

– ?Muy bien! -Se volvio y me miro a la cara-. Pero hablando ?que? -Me miraba con unos ojos brillantes e intensos.

– ?Palabras?

– Nombres -me corrigio acaloradamente-. Los nombres dan forma al mundo, y un hombre que puede pronunciarlos va camino del poder. Al principio, el Arcano era un reducido grupo de hombres que entendian las cosas. Hombres que sabian nombres poderosos. Ensenaron a unos pocos alumnos, despacio, guiando-los con cuidado hacia el poder y la sabiduria. Y la magia. La verdadera magia. -Miro los edificios circundantes y a los alumnos que pululaban por alli-. En aquellos tiempos, el Arcano era un conac fuerte. Ahora es un vino aguado.

Espere hasta estar seguro de que el maestro habia terminado de hablar.

– Maestro Elodin, ?que paso ayer? -Contuve la respiracion y confie, contra todo pronostico, en que Elodin me diera una respuesta inteligible.

El maestro me lanzo una mirada burlona.

– Pronunciaste el nombre del viento -dijo, como si la respuesta fuera obvia.

– Pero ?que significa eso? Y ?a que se refiere cuando dice «nombre»? ?Es solo un nombre, como «Kvothe» o «Elodin»? ?O es algo mas parecido a «Taborlin sabia los nombres de muchas cosas»?

– Ambas cosas -respondio al mismo tiempo que saludaba a una atractiva joven que estaba asomada a la ventana de un segundo piso.

– Pero ?como puede un nombre hacer algo asi? «Kvothe» y «Elodin» no son mas que sonidos que producimos, no tienen ningun poder por si mismos.

Al oir eso, Elodin arqueo las cejas.

– ?En serio? Espera y veras. -Miro hacia el final de la calle-. ?Nathan! -grito. Un chico se dio la vuelta y miro hacia donde estabamos nosotros. Era uno de los recaderos de Jamison-. ?Ven aqui, Nathan!

El chico se nos acerco y miro a Elodin.

– ?Si, senor?

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