– Ensenan muchas cosas, pero eso no.
Mire a Abenthy y vi que el me estaba observando a mi con sus danzarines ojos.
– ?Usted podria ensenarme alguna de esas otras cosas? -pregunte.
Me sonrio. Fue asi de facil.
A continuacion Abenthy me hizo un breve repaso de cada una de las ciencias. Aunque su disciplina preferida era la quimica, el era partidario de una educacion equilibrada. Aprendi a utilizar el sextante, la brujula, la regla de calculo, el abaco. Y lo mas importante: aprendi a pasar sin ellos.
Al cabo de un ciclo sabia identificar todas las sustancias quimicas que habia en el carromato de Abenthy. Pasados dos meses sabia destilar licor hasta que era demasiado fuerte para beberlo, vendar una herida, arreglar un hueso roto y diagnosticar cientos de enfermedades a partir de sus sintomas. Conocia el proceso para fabricar cuatro tipos diferentes de afrodisiacos, tres brebajes anticonceptivos, nueve contra la impotencia y dos filtros que Abenthy llamaba simplemente «ayuda para doncellas» y acerca de cuyos propositos era muy impreciso, aunque yo tenia mis sospechas.
Aprendi las formulas para preparar una docena de venenos y acidos y un centenar de medicinas y panaceas, algunas de las cuales hasta funcionaban. Doble mis conocimientos sobre hierbas, si no los practicos, al menos los teoricos. Abenthy empezo a llamarme Rojo, y yo lo llamaba a el Ben, primero para desquitarme, y luego carinosamente.
Solo ahora, despues de tanto tiempo, me doy cuenta del esmero con que Ben me preparo para lo que encontraria cuando fuera a la Universidad. Lo hizo con mucha sutileza. Una o dos veces al dia, intercalaba en las lecciones un pequeno ejercicio mental que yo tenia que resolver antes de proseguir con lo que estuvieramos haciendo. Me hacia jugar a «tirani» sin tablero, siguiendo los movimientos de las piedras mentalmente. Otras veces se interrumpia en medio de una conversacion y me hacia repetir todo cuanto habiamos dicho en los ultimos minutos, palabra por palabra.
Eso estaba mucho mas alla de los sencillos ejercicios de memorizacion que yo habia practicado para actuar en el escenario. Mi cerebro estaba aprendiendo a trabajar de una manera diferente y se estaba fortaleciendo. Mentalmente me sentia como se siente el cuerpo despues de un dia cortando lena, o nadando, o en la cama con una mujer. Te sientes agotado, languido y casi divino. Esa sensacion era parecida: solo era mi intelecto lo que estaba cansado y expandido, languido y, de forma latente, poderoso. Notaba como mi mente empezaba a despertar.
A medida que progresaba, iba ganando impulso, como cuando el agua empieza a desmoronar un dique de arena. No se si entiendes el concepto de progresion geometrica, pero esa es la mejor manera de describirlo. Mientras tanto, Ben seguia ensenandome ejercicios mentales que yo sospechaba que inventaba por pura maldad.
10 Alar y piedras
Ben cogio del suelo un pedrusco algo mas grande que su puno. -?Que pasara si suelto esta piedra?
Pense un poco. Las preguntas aparentemente sencillas que surgian durante las lecciones casi nunca eran sencillas. Al final di la respuesta obvia:
– Probablemente caera.
Ben arqueo una ceja. Llevaba varios meses entretenido con mi educacion y no habia tenido muchas ocasiones de quemarselas.
– ?Probablemente? Hablas como un sofista, hijo. ?Acaso no cae siempre una piedra cuando la sueltas?
Le saque la lengua.
– No intentes liarme. Eso es una falacia. Tu mismo me lo has ensenado.
Ben sonrio.
– De acuerdo. ?Te parece bien decir que crees que caera?
– Si, me parece bien.
– Quiero que creas que cuando la suelte, caera hacia arriba. -Su sonrisa se ensancho.
Lo intente. Era como hacer gimnasia mental. Al cabo de un rato hice un gesto de asentimiento.
– Vale.
– ?Estas convencido?
– No mucho -admiti.
– Quiero que creas que esta piedra flotara. Tienes que creerlo con una fe capaz de sacudir arboles y de mover montanas. -Hizo una pausa y cambio de tactica-. ?Crees en Dios?
– ?En Tehlu? Mas o menos.
– Eso no basta. ?Crees en tus padres?
Esboce una sonrisa.
– A veces. Ahora no los veo.
Ben dio un resoplido y cogio la vara que utilizaba para espolear a Alfa y a Beta cuando se ponian vagos.
– ?Crees en esto, E'lir? -Solo me llamaba E'lir cuando consideraba que mi actitud era excesivamente obstinada. Levanto la vara para que yo la inspeccionara.
Habia un destello de malicia en sus ojos. Decidi no tentar a la suerte.
– Si.
– Bien. -Golpeo el costado del carromato con la vara, produciendo un fuerte crac. Al oir el ruido, Alfa torcio una oreja; no estaba segura de si iba dirigido a ella o no-. Esa es la clase de fe que necesito. Cuando suelte esta piedra, saldra flotando, libre como un pajaro.
Blandio un poco la vara.
– Y no me vengas con filosofias de pacotilla, o hare que te lamentes de haberte aficionado a esos jueguecillos.
Asenti con la cabeza. Puse la mente en blanco mediante uno de los trucos que ya habia aprendido, y me concentre en creer. Empece a sudar.
Pasados unos diez minutos, volvi a hacer un gesto de asentimiento.
Ben solto la piedra, que cayo al suelo.
Empezo a dolerme la cabeza.
Ben recogio la piedra.
– ?Crees que ha flotado?
– ?No! -Me frote las sienes, enfurrunado.
– Bien. No ha flotado. Nunca te enganes y percibas cosas que no existen. Ya se que es una tentacion, pero la simpatia no es un arte para los debiles de voluntad.
Volvio a coger la piedra.
– ?Crees que flotara?
– ?No ha flotado!
– No importa. Intentalo otra vez. -Agito la piedra-. El Alar es la piedra angular de la simpatia. Si pretendes imponerle tu voluntad al mundo, debes controlar tu capacidad de creer.
Lo intente y lo intente. Era lo mas dificil que habia hecho jamas. Me llevo casi toda la tarde.
Al final Ben consiguio soltar la piedra y que yo mantuviese mi firme creencia de que no caeria, pese a que todo indicara lo contrario.
Oi el golpe de la piedra contra el suelo y mire a Ben.
– Ya lo entiendo -dije con calma y con una buena dosis de pedanteria.
Ben me miro con el rabillo del ojo, como si no me creyera del todo pero no quisiese admitirlo. Con aire ausente, golpeteo la piedra con una una, luego se encogio de hombros y la levanto en alto.
– Quiero que creas que, cuando la suelte, esta piedra caera y no caera. -Se sonrio.
Esa noche me acoste tarde. Me sangraba la nariz y sonreia de satisfaccion. Mantuve ambas creencias en mi mente y deje que su disonancia me calmara hasta quedarme dormido.