– ?Y si una docena de personas te dijeran, muy serias, que habia engendros en los campos de cultivo, comiendo…?
– Claro que no les creeria -dijo mi padre con enfado-. Es ridiculo.
– Claro que lo es -concedio Ben levantando un dedo-. Pero la cuestion es esta: ?entrarias en el bosque?
Mi padre se quedo pensativo y muy quieto.
Ben asintio.
– Seria una temeridad ignorar las advertencias de medio pueblo, aunque vosotros no creais en las mismas cosas que ellos. Si no temeis a los engendros, ?a que temeis?
– A los osos.
– A los bandidos.
– Unos temores muy sensatos, tratandose de artistas itinerantes -observo Ben-. Unos temores que los aldeanos no entienden. Cada lugar tiene sus pequenas supersticiones, y todo el mundo se rie de lo que piensa la gente que vive al otro lado del rio. -Los miro con seriedad-. Pero ?alguno de los dos ha oido una cancion humoristica sobre los Chandrian? Apuesto un penique a que no.
Mi madre nego con la cabeza tras un momento de reflexion. Mi padre dio un largo trago antes de imitarla.
– Mirad, yo no digo que los Chandrian esten ahi fuera, surgiendo como rayos de un cielo despejado. Pero los temen en todas partes. Normalmente, eso tiene una explicacion.
Ben sonrio e inclino su taza de arcilla, tirando al suelo las ultimas gotas de cerveza.
– Y los nombres son cosas extranas. Peligrosas -prosiguio el arcanista mirando con fijeza a mis padres-. Eso lo se muy bien porque soy un hombre culto. Y si tambien soy un poco supersticioso… -Se encogio de hombros-. Bueno, eso es asunto mio. Soy viejo. Teneis que ser tolerantes conmigo.
Mi padre asintio, pensativo.
– Es curioso. Nunca me habia fijado en que todo el mundo trata igual a los Chandrian. Debi percatarme de ello antes. -Sacudio la cabeza como si quisiera despejarse-. Supongo que podemos dejar lo de los nombres para mas adelante. ?Que era eso de lo que querias hablarnos?
Me prepare para escabullirme antes de que me descubrieran, pero lo que dijo Ben a continuacion me dejo paralizado, y no pude dar ni un paso.
– Seguramente no os habreis dado cuenta, porque sois sus padres. Pero vuestro joven Kvothe es muy inteligente. -Ben se sirvio mas cerveza y le ofrecio la jarra a mi padre, que la rechazo-. De hecho, «inteligente» es poco, poquisimo.
Mi madre miro a Ben por encima del borde de su taza.
– Eso lo sabe cualquiera que haya pasado cierto tiempo con el chico, Ben. No se por que tendria que sorprenderle a nadie. Y menos a ti.
– Creo que no sois plenamente conscientes de la situacion -continuo Ben estirando las piernas hasta que casi toco el fuego con los pies-. ?Le costo mucho aprender a tocar el laud?
Mi padre se mostro un poco sorprendido por el repentino cambio de tema.
– No, no mucho. ?Por que?
– ?Cuantos anos tenia?
Mi padre se tiro un poco de la barba. En medio del silencio, la voz de mi madre sono como una flauta:
– Ocho.
– Piensa en cuando tu empezaste a tocar. ?Te acuerdas de que edad tenias? ?Te acuerdas de la clase de dificultades que encontraste? -Mi padre seguia tirandose de la barba, pero ahora tenia una expresion mas reflexiva y la mirada distante.
Abenthy continuo:
– Estoy convencido de que aprendio cada acorde, cada digitacion a la primera, sin vacilar y sin protestar. Y que cuando cometia un error, nunca volvia a repetirlo. ?Me equivoco?
Mi padre parecia un poco perturbado.
– Si, mas o menos. Pero le costaba, igual que a todo el mundo. Tenia especial dificultad con el
Mi madre intervino con voz queda:
– Yo tambien lo recuerdo, carino, pero creo que eso era porque tenia las manos muy pequenas. Era un crio…
– Estoy seguro de que no tardo en superar ese impedimento -dijo Ben-. Tiene unas manos maravillosas; mi madre las habria llamado manos de mago.
Mi padre sonrio.
– Las ha heredado de su madre: delicadas pero fuertes. Perfectas para fregar cacharros, ?verdad, mujer?
Mi madre le dio un manotazo; luego le cogio una mano a su esposo y se la abrio para ensenarsela a Ben.
– Mi hijo tiene las mismas manos que su padre: elegantes y suaves. Perfectas para seducir a las hijas de los nobles. -Mi padre quiso protestar, pero ella no le hizo caso-. Con esos ojos y esas manos, no habra ni una sola mujer a salvo en el mundo cuando mi hijo empiece a correr detras de las faldas.
– Cuando empiece a cortejar doncellas, querida -la corrigio mi padre.
– No discutamos sobre matices de significado -repuso ella-. No es mas que una persecucion, y creo que compadezco a las mujeres castas que huyen y se pierden el final de la carrera. -Ladeo ligeramente la cabeza, y mi padre se inclino y la beso en la comisura de los labios.
– Amen -dijo Ben levantando su taza.
Mi padre rodeo a mi madre con un brazo y le dio un apreton.
– Sigo sin saber a donde quieres llegar, Ben.
– Todo lo que hace lo hace asi: rapido como el rayo, y sin apenas cometer errores. Seguro que sabe de memoria todas las canciones que le habeis cantado alguna vez. Sabe mejor que yo lo que hay en mi carromato.
Cogio la jarra y le quito el tapon de corcho.
– Pero no es simple memorizacion. El chico entiende las cosas. La mitad de lo que yo me habia propuesto ensenarle ya lo habia descubierto el por sus propios medios.
Ben volvio a llenarle la taza a mi madre.
– Tiene once anos. ?Conoceis a algun nino de su edad que hable como el? En parte, eso es consecuencia de vivir en un ambiente tan liberal. -Ben senalo los carromatos-. Sin embargo, lo que mas interesa a la mayoria de los ninos de once anos es aprender a jugar a cabrillas en el rio y a hacer girar un gato sujetandolo por la cola.
Mi madre solto una risa cantarina, pero Abenthy seguia muy circunspecto.
– Hablo en serio. He tenido alumnos mayores que el a los que les habria encantado hacerlo la mitad de bien. -Sonrio-. Si yo tuviera sus manos y una cuarta parte de su ingenio, dentro de un ano me estarian sirviendo en bandejas de plata.
Se produjo un silencio. Mi madre dijo en voz baja:
– Recuerdo cuando no era mas que un crio y empezaba a caminar. Siempre estaba mirandolo todo. Con unos ojos brillantes y claros que parecia que quisieran absorber el mundo entero. -Le temblaba un poco la voz. Mi padre la abrazo, y ella recosto la cabeza en su pecho.
El siguiente silencio fue mas largo. Estaba a punto de escabullirme cuando mi padre dijo:
– ?Que propones que hagamos? -Su voz era una mezcla de preocupacion y orgullo paternal.
Ben esbozo una sonrisa amable.
– Solo que penseis en las opciones que quereis ofrecerle cuando llegue el momento. Vuestro hijo dejara su huella en el mundo como uno de los mejores.
– Uno de los mejores ?que? -pregunto mi padre.
– Lo que el quiera. Si se queda aqui, estoy seguro de que se convertira en el proximo Illien.
Mi padre sonrio. Illien es el heroe de los artistas itinerantes. El unico Edena Ruh verdaderamente famoso de toda la historia. Todas nuestras mejores y mas antiguas canciones hablan de el.