Pero cuando me meti corriendo en un callejon, ellos aceleraron el paso para alcanzarme, creyendo que yo intentaba huir. Sin embargo, cuando doblaron la esquina no encontraron a nadie.

A Pike se le ocurrio mirar hacia arriba en el preciso instante en que yo le vaciaba encima el cubo de dreg desde el borde de un tejado. Quedo empapado, y el licor le salpico la cara y el pecho. Pike grito y se tapo los ojos con las manos al mismo tiempo que se arrodiliaba. Entonces saque la cerilla de fosforo que habia robado y se la tire, y vi como la cerilla chisporroteaba al caer.

Invadido por un intenso y feroz odio infantil, creia que Pike quedaria envuelto en llamas. No fue asi, aunque algo si se quemo. Volvio a gritar y empezo a girar sobre si mismo mientras sus amigos intentaban apagar las llamas dandole manotazos. Me escabulli aprovechando la confusion.

Habia transcurrido mas de un ano y no habia vuelto a ver a Pike. El no habia intentado encontrarme, y yo me habia mantenido lejos del Puerto; a veces daba un rodeo de varios kilometros para no pasar cerca de aquel barrio. Era una especie de tregua. Sin embargo, no tenia ninguna duda de que Pike y sus amigos recordaban mi aspecto, ni de que si me veian querrian ajusfarme las cuentas.

Despues de pensarlo bien, decidi que era demasiado peligroso. Ni siquiera la promesa de oir historias gratis y de la oportunidad de ganar un talento de plata compensaba el riesgo de provocar otra vez a Pike. Ademas, ?que historia iba a pedir?

Esa pregunta danzo en mi pensamiento durante varios dias. ?Que historia podia pedir? Empuje a un estibador y me lleve un coscorron antes de poder meterle la mano en el bolsillo. ?Que historia? Me puse a mendigar en la esquina opuesta a la iglesia de los tehlinos. ?Que historia? Robe tres hogazas de pan y le lleve dos de regalo a Trapis. ?Que historia?

Mas tarde, tumbado en mi escondite donde confluian los tres tejados, encontre la respuesta cuando estaba a punto de quedarme dormido. Lanre. Claro. Podia pedirle la verdadera historia de Lanre. La historia que mi padre estaba…

Mi corazon empezo a dar trompicones cuando de pronto recorde cosas en las que llevaba anos evitando pensar: mi padre rasgueando distraidamente el laud; mi madre a su lado en el carromato, cantando. Automaticamente, empece a apartarme de esos recuerdos, como cuando retiras la mano de un fuego.

Pero me sorprendio comprobar que esos recuerdos solo me producian un dolor leve, y no el intenso que habia esperado. En cambio, la perspectiva de oir una historia que a mi padre tanto le interesaba me produjo cierta emocion. Una historia que el mismo habria contado.

Con todo, sabia que era una locura correr hasta el Puerto por una historia. Todo el pragmatismo que habia aprendido en Tar-bean esos anos me instaba a quedarme en mi rincon conocido del mundo, donde estaba a salvo…

Lo primero que vi al entrar en el Medio Mastil fue a Skarpi. Estaba sentado en un taburete alto, en la barra; era un anciano con unos ojos como diamantes y un cuerpo como de espantapajaros. Era delgado y curtido, con pelo blanco en los brazos, en la cara y en la cabeza. La blancura del pelo contrastaba con su intenso bronceado; parecia que estuviera salpicado de espuma de mar.

A sus pies habia una veintena de ninos; algunos tenian mi edad, pero la mayoria eran mas pequenos. Formaban un grupo variopinto: pilludos mugrientos y descalzos como yo, pero tambien ninos bien vestidos y aseados que seguramente tenian padres y hogares decentes.

No reconoci a ninguno, pero nunca se sabia quien podia ser amigo de Pike. Encontre un sitio cerca de la puerta, y me quede alli en cuclillas, con la espalda pegada a la pared.

Skarpi carraspeo un par de veces, y ese sonido me produjo sed. Entonces, como si realizara un ritual, miro tristemente en la copa de barro cocido que tenia delante y, con mucho cuidado, la puso del reves sobre la barra.

Los ninos se acercaron y dejaron unas monedas encima de la barra. Hice un recuento rapido: dos medios peniques de hierro, nueve ardites y un drabin. En total, poco mas de tres peniques de hierro en la moneda de la Mancomunidad. Quiza Skarpi ya no ofreciera el talento de plata. Lo mas probable era que el rumor que yo habia oido fuera falso.

El anciano le hizo una sena al camarero.

– Tinto de Fallows. -Su voz era aspera y grave, casi hipnotica.

El camarero, un tipo calvo, cogio las monedas y le sirvio vino a Skarpi en la copa de barro cocido.

– Y bien, ?que quereis que os cuente hoy? -dijo Skarpi con su sonora voz, que se extendio como un trueno lejano.

Hubo un momento de silencio que tambien me parecio ritualista, casi reverente. Entonces todos los ninos se pusieron a hablar a la vez:

– ?Una historia de los Fata!

– … Oren y la pelea en Mnat…

– ?Si, la historia de Oren Velciter! La del baron…

– Lartam…

– ?Myr Tariniel!

– ?Illien y el oso!

– Lanre -dije yo, casi sin proponermelo.

La taberna volvio a sumirse en el silencio mientras Skarpi tomaba un sorbo de vino. Los ninos lo miraban con una intensidad y una familiaridad que no supe identificar.

Skarpi permanecia sereno en medio del silencio.

– Me ha parecido oir -dijo una voz que fluia lentamente, como la miel- que alguien mencionaba a Lanre. -Me miro con sus ojos azules, claros y de mirada intensa.

Asenti. No sabia que podia pasar.

– Yo quiero que nos hables de los desiertos de mas alla de Stormwal -protesto una de las ninas mas pequenas-. De las serpientes que salen de la arena como tiburones. Y de los hombres del desierto, que se esconden bajo las dunas y beben sangre en lugar de agua. Y de… -Los ninos que la rodeaban empezaron a darle coscorrones para hacerla callar.

Volvio a producirse un silencio, y Skarpi tomo otro sorbo de vino. Observe a los ninos, que clavaban sus ojos en Skarpi, y comprendi a que me recordaban: a una persona mirando nerviosa un reloj. Supuse que cuando el anciano se hubiera terminado la bebida, la historia se habria terminado tambien.

Skarpi volvio a beber; esa vez solo dio un sorbito, y luego dejo la copa en la barra y se volvio hacia nosotros.

– ?Quien quiere oir la historia de un hombre que perdio un ojo y que asi gano vision?

Por su tono de voz, o por la reaccion de los otros ninos, deduje que aquella era una pregunta puramente retorica.

– Muy bien, Lanre y la Guerra de la Creacion. Una historia muy antigua. -Paseo la mirada por el grupo de ninos-. Sentaos y prestad atencion, pues voy a hablaros de como era la ciudad reluciente hace muchos anos, a muchos kilometros de aqui…

Hace muchos anos, a muchos kilometros de aqui, existia Myr Ta-riniel. La ciudad reluciente. Se erguia entre las altas montanas del mundo como una piedra preciosa en la corona de un rey.

Imaginaos una ciudad tan grande como Tarbean. Pero en cada esquina de cada calle habia una fuente, o un arbol, o una estatua tan hermosa que incluso un hombre orgulloso lloraba al verla. Los edificios eran altos y elegantes, excavados en la montana, excavados en una piedra blanca y reluciente que conservaba la luz del sol hasta mas alla del anochecer.

Selitos gobernaba en Myr Tariniel. Con solo mirar una cosa, Selitos veia su nombre oculto y lo entendia. En aquellos tiempos, habia mucha gente que podia hacer eso, pero Selitos era el nomi-nador mas poderoso de cuantos vivian en aquella epoca.

Selitos era amado por la gente a la que protegia. Sus juicios eran estrictos y justos, y no habia nadie que pudiera influir en el con falsedades o enganos. El poder de su vision era tal que podia leer los corazones de los hombres como si fueran libros de gruesas letras.

En aquellos tiempos se libraba una guerra terrible en un vasto imperio. La guerra se llamaba Guerra de la Creacion, y el imperio se llamaba Ergen. Y pese a que el mundo jamas ha visto un imperio tan magnifico ni una

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