guerra tan terrible, ambos ya solo viven en las historias. Hasta los libros de historia que los mencionaban como rumores inciertos se han convertido en polvo.

La guerra duraba tanto que la gente apenas recordaba los tiempos en que el humo de las ciudades incendiadas no ennegrecia el cielo. Antano habia habido cientos de hermosas ciudades esparcidas por todo el imperio. Ahora eran solo ruinas cubiertas de cadaveres. Habia peste y hambre por todas partes, y en algunos sitios era tal la desesperacion que las madres ya no lograban reunir suficiente esperanza para ponerles nombres a sus hijos. Pero quedaban ocho ciudades: Belen, Antus, Vaeret, Tinusa, Emlen y las ciudades gemelas de Murilla y Murella. Por ultimo estaba Myr Tariniel, la mas grande de todas y la unica que no estaba marcada por largos siglos de guerra. La protegian las montanas y unos valientes soldados. Pero la verdadera causa de la paz de Myr Tariniel era Selitos. Utilizando el poder de su vision, Selitos vigilaba los puertos de montana que conducian a su amada ciudad. Sus estancias estaban en las torres mas altas de la ciudad, para que pudiera divisar cualquier ataque mucho antes de que llegara a convertirse en una amenaza.

Las otras siete ciudades, que no contaban con los poderes de Selitos, se protegian de otras maneras. Depositaron su esperanza en gruesos muros, en la piedra y en el acero. Depositaron su esperanza en la fuerza de los brazos, en el valor y en la sangre. Depositaron su esperanza en Lanre.

Lanre habia luchado desde que podia levantar una espada, y para cuando empezo a cambiarle la voz, peleaba como una docena de hombres hechos y derechos. Se desposo con una mujer llamada Lyra, por la que sentia un profundo amor, una intensa pasion.

Lyra era terrible y sabia, y tenia tanto poder como Lanre. Pues mientras que Lanre tenia la fuerza de su brazo y el apoyo de hombres leales, Lyra sabia los nombres de las cosas, y el poder de su voz podia matar a un hombre o aplacar una tormenta.

Pasaban los anos, y Lanre y Lyra combatian hombro con hombro. Defendieron Belen de un ataque por sorpresa, salvando la ciudad de un enemigo que la habria destruido. Reunian ejercitos y hacian comprender a las ciudades la importancia de la lealtad. Durante largos anos rechazaron a los enemigos del imperio. La gente, que se habia dejado vencer por la desesperacion, empezo a sentir que la esperanza volvia a arder en su interior. La gente confiaba en alcanzar la paz, y deposito esas debiles esperanzas en Lanre.

Entonces llego la Nagra de Vessten Tor. Nagra significaba «batalla» en el idioma de la epoca, y en Vessten Tor tuvo lugar la mayor y mas terrible batalla de esa terrible guerra. Los ejercitos lucharon sin cesar durante tres dias bajo el sol, y sin cesar durante tres noches a la luz de la luna. Ningun bando consiguio derrotar al otro, y ambos se resistian a retirarse.

Sobre la batalla en si solo tengo una cosa que decir. En Vessten Tor murieron mas personas de las que viven hoy en dia en el mundo.

Lanre siempre estaba donde la batalla era mas cruenta, donde mas lo necesitaban. Nunca solto la espada ni la enfundo en su vaina. Al final, cubierto de sangre en medio de un campo sembrado de cadaveres, Lanre se enfrento, solo, a un terrible enemigo. Una bestia enorme con escamas de hierro negro, cuyo aliento era una oscuridad que sofocaba a los hombres. Lanre peleo con la bestia y la mato. Lanre consiguio la victoria, pero la pago con la vida.

Una vez terminada la batalla, y cuando el enemigo ya se habia retirado detras de las puertas de piedra, los supervivientes encontraron el cadaver de Lanre, frio e inerte, cerca de la bestia que habia matado. La noticia de la muerte de Lanre se extendio rapidamente, cubriendo el campo de batalla con un manto de desesperacion. Habian ganado la batalla y habian cambiado el curso de la guerra, pero todos sentian un frio intenso en su interior. La pequena llama de esperanza que todos habian cultivado empezo a parpadear y a apagarse. Habian depositado todas sus esperanzas en Lanre, y Lanre estaba muerto.

En medio del silencio, Lyra se quedo de pie junto al cadaver de Lanre y pronuncio su nombre. Su voz era un precepto. Su voz era de acero y de piedra. Su voz le ordenaba que volviera a vivir. Pero Lanre yacia inmovil y muerto.

Con temor, Lyra se arrodillo junto al cadaver de Lanre y susurro su nombre. Su voz era una llamada. Su voz era de amor y de deseo. Su voz le pedia que volviera a vivir. Pero Lanre yacia frio y muerto.

Desesperada, Lyra se echo sobre el cadaver de Lanre y lloro su nombre. Su voz era un susurro. Su voz era de eco y de vacio. Su voz le suplicaba que volviera a vivir. Pero Lanre yacia sin aliento y muerto.

Lanre estaba muerto. Lyra lloraba y le tocaba la cara con manos temblorosas. Alrededor, los hombres giraron la cabeza, porque era menos doloroso contemplar el campo ensangrentado que el dolor de Lyra.

Pero Lanre oyo la llamada de Lyra. Lanre se volvio hacia el sonido de su voz y fue hacia ella. Lanre regreso de detras de las puertas de la muerte. Pronuncio el nombre de su esposa y abrazo a Lyra para consolarla. Abrio los ojos e hizo cuanto pudo para enjugarle las lagrimas con sus temblorosas manos. Y entonces respiro hondo y volvio a la vida.

Los supervivientes de la batalla vieron moverse a Lanre y se maravillaron. La debil esperanza de paz que cada uno de ellos habia alimentado durante tanto tiempo ardio con intensidad en su interior.

– ?Lanre y Lyra! -gritaban con voz atronadora-. ?El amor de nuestro senor es mas fuerte que la muerte! ?La voz de nuestra senora lo ha devuelvo a la vida! ?Juntos han derrotado a la muerte! Juntos, ?como no van a conseguir la victoria?

La guerra continuo, pero ahora que Lanre y Lyra luchaban hombro con hombro, el futuro parecia menos desalentador. Pronto todos supieron la historia de como Lanre habia muerto, y de como su amor y el poder de Lyra lo habian devuelto a la vida. Por primera vez la gente podia hablar abiertamente de paz sin que la consideraran necia o loca.

Pasaron los anos. Los enemigos del imperio estaban cada vez mas debilitados y mas desesperados, y hasta los mas cinicos se percataban de que el fin de la guerra estaba proximo.

Entonces empezaron a circular rumores: Lyra estaba enferma. Habian secuestrado a Lyra. Lyra habia muerto. Lanre habia huido del imperio. Lanre habia enloquecido. Algunos incluso decian que Lanre se habia suicidado y habia ido a reunirse con su esposa en la tierra de los muertos. Habia historias en abundancia, pero nadie sabia la verdad.

En medio de todos esos rumores, Lanre llego a Myr Tariniel. Llego solo, con su espada de plata y su cota de malla negra de hierro. La cota de malla se le adheria al cuerpo como una segunda piel de sombra. La habia forjado con el armazon de la bestia que habia matado en Vessten Tor.

Lanre pidio a Selitos que lo acompanara fuera de la ciudad. Selitos accedio, con la esperanza de que Lanre le revelara que problema tenia y dispuesto a ofrecerle todo el consuelo que puede ofrecer un amigo. Solian darse consejos mutuamente, porque ambos eran senores entre sus gentes.

Selitos habia oido los rumores, y estaba preocupado. Temia por la salud de Lyra, pero sobre todo temia por Lanre. Selitos era un hombre sabio. Sabia que el sufrimiento puede afectar gravemente al corazon, y que las pasiones conducen a hombres buenos al delirio.

Juntos recorrieron los senderos de las montanas; Lanre iba delante. Llegaron a una cima desde donde se contemplaba una vasta extension de tierras. Las orgullosas torres de Myr Tariniel brillaban a la luz del ocaso.

Tras un largo silencio, Selitos dijo:

– He oido terribles rumores sobre tu esposa.

Lanre no dijo nada, y Selitos dedujo que Lyra habia muerto.

Tras otra larga pausa, Selitos volvio a intentarlo:

– Aunque no se que ha pasado, Myr Tariniel esta contigo, y te prestare toda la ayuda que se puede prestar a un amigo.

– Ya me has dado suficiente, viejo amigo -replico Lanre, y le puso una mano en el hombro a Selitos-. Silanxi, te vinculo; por el nombre de la piedra, que permanezcas inmovil. Aeruh, le ordeno al aire que pese sobre tu lengua. Selitos, te nombro; que te abandonen todos tus poderes salvo el de la vision.

En todo el mundo solo habia tres personas que supieran de nombres tanto como Selitos: Aleph, Iax y Lyra. Lanre no tenia don para los nombres; su poder residia en la fuerza de su brazo. Su intento de vincular a Selitos mediante su nombre era tan inutil como el de un nino de atacar a un soldado con una vara de sauce.

Sin embargo, el poder de Lanre descendio sobre el como una pesada carga, como un torno de hierro, y Selitos comprobo que no podia moverse ni hablar. Se quedo alli de pie, quieto como una estatua, sin poder hacer otra cosa que maravillarse: ?como habia conseguido Lanre ese poder?

Confundido y desesperado, Selitos vio que la noche descendia sobre las montanas. Horrorizado, vio que parte

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