Aleu se desprenda, innombrable, del cielo.
Selitos vio como una masa oscura rodeaba a Lanre. Al poco rato, dejaron de distinguirse sus hermosas facciones; solo se percibia una vaga impresion de la nariz, la boca y los ojos. Todo lo demas era una negra sombra.
Entonces Selitos se levanto y dijo:
– Me has vencido una vez mediante la astucia, pero eso no volvera a suceder. Ahora veo con mas claridad que antes, y soy dueno de mi poder. No puedo matarte, pero puedo echarte de aqui. ?Vete! Tu imagen es aun mas repugnante porque se que antes eras justo.
Ya mientras las pronunciaba, esas palabras tenian un sabor amargo. Lanre, con la cara en sombras, mas oscura que una noche sin estrellas, salio despedido como el humo impulsado por el viento.
Entonces Selitos agacho la cabeza y derramo ardientes lagrimas de sangre sobre la tierra.
Hasta que Skarpi no dejo de hablar, no repare en lo inmerso que estaba en la historia. Inclino la cabeza hacia atras y vacio el resto del vino de su copa de barro cocido. La puso boca abajo en la barra con un sordo y tajante golpazo.
Hubo un breve clamor de preguntas, comentarios, suplicas y agradecimientos por parte de los ninos, que habian permanecido quietos como estatuas durante el relato. Skarpi le hizo una sena al camarero, que le sirvio una jarra de cerveza mientras los ninos empezaban a desfilar hacia la calle.
Espere hasta que se hubo marchado el ultimo, y entonces me acerque al anciano. Me miro con sus ojos azules como diamantes, y me hizo balbucear.
– Gracias. Queria darle las gracias. A mi padre le habria encantado esa historia. Es lo… -Me interrumpi-. Queria darle esto. -Le tendi medio penique de hierro-. No sabia que tenia que hacer, como tenia que pagar. -Mi voz parecia oxidada. En todo un mes no habia pronunciado tantas frases seguidas.
Skarpi me miro a los ojos.
– Las reglas son estas -dijo enfatizandolas con sus dedos nudosos-. Uno: no hables mientras yo hablo. Dos: da una moneda pequena, si puedes permitirtelo.
Miro el medio penique que yo habia dejado encima de la barra.
Como no queria reconocer cuanto necesitaba esa moneda, busque algo mas que decir.
– ?Sabe muchas historias?
Skarpi sonrio, y el entramado de arrugas que le surcaba la cara se movio hasta componer una sonrisa.
– Solo se una historia. Pero muchas veces, los pequenos fragmentos parecen historias independientes. -Tomo un sorbo de cerveza-. Crece alrededor de nosotros. En las mansiones de los cealdimos y en los talleres de los cealdaros, mas alla del Stormwal, en el gran mar de arena. En las casitas de piedra de los Adem, llenas de silenciosas conversaciones. Y a veces… -sonrio- a veces la historia crece en sordidas tabernas, en el barrio del Puerto de Tarbean. -Sus chispeantes ojos me traspasaron, como si yo fuera un libro en el que el pudiera leer.
– No hay ninguna buena historia que no contenga nada de verdad -dije repitiendo algo que solia decir mi padre, sobre todo para llenar el silencio. Resultaba extrano volver a hablar con alguien; extrano pero agradable-. Supongo que aqui hay tanta verdad como en cualquier otro sitio. Es una lastima, al mundo le vendria bien un poco menos de verdad y un poco mas de… -No termine la frase, porque no sabia de que queria mas. Me mire las manos y lamente que no estuvieran mas limpias.
Skarpi deslizo el medio penique hacia mi. Lo cogi y el sonrio. Su aspera mano se poso, suave como un pajaro, en mi hombro.
– Todos los dias salvo el Duelo. Al sonar la sexta campanada, mas o menos.
Hice ademan de marcharme, pero me detuve.
– ?Es verdad? La historia. -Hice un gesto impreciso-. Esa parte que usted ha contado hoy.
– Todas las historias son ciertas -respondio Skarpi-. Pero esta paso de verdad, si es a eso a lo que te refieres. -Bebio otro lento sorbo de cerveza; luego volvio a sonreir y se le iluminaron los ojos-. Mas o menos. Hay que ser un poco mentiroso para contar bien una historia. Demasiada verdad tergiversa los hechos. Demasiada sinceridad te hace parecer falso.
– Mi padre tambien lo decia. -Nada mas mencionarlo, un farrago de emociones surgio dentro de mi. Hasta que no vi los ojos de Skarpi siguiendome no me percate de que estaba retrocediendo, nervioso, hacia la puerta. Me pare, me obligue a darme la vuelta y camine hasta la puerta-. Volvere, si puedo.
Oi la sonrisa en su voz detras de mi:
– Ya lo se.
27 Revelacion
Sali de la taberna con una sonrisa en los labios, sin pensar en que todavia estaba en el Puerto y que corria peligro. Me animaba mucho saber que pronto tendria ocasion de oir otra historia. Hacia mucho tiempo que no anhelaba algo. Volvi a mi esquina y malgaste tres horas mendigando; todos mis esfuerzos solo me valieron un fino ardite. Pero ni siquiera eso me desanimo. Al dia siguiente era Duelo, pero despues habria mas historias.
Sin embargo, mientras estaba alli sentado senti que una vaga inquietud se apoderaba de mi. La sensacion de que se me olvidaba algo incidia en mi insolita felicidad. Intente ignorarla, pero me acompano todo el dia y el siguiente tambien, como un mosquito que no podia ver y al que no podia aplastar. Al final del dia, estaba convencido de que habia pasado algo por alto. Algo relacionado con la historia que habia contado Skarpi.
Sin duda para vosotros sera facil, porque habeis oido la historia convenientemente ordenada y narrada. Tened en cuenta que yo llevaba casi tres anos en Tarbean, viviendo como un animalillo. Habia partes de mi mente que todavia dormian, y mis dolorosos recuerdos acumulaban polvo detras de la puerta del olvido. Me habia acostumbrado a evitarlos, igual que un tullido procura no cargar el peso sobre la pierna que tiene lesionada.
La suerte me sonrio al dia siguiente, y me las ingenie para robar un fardo de harapos de la parte de atras de un carromato y venderselos a un trapero por cuatro peniques de hierro. Estaba demasiado hambriento para pensar en el dia de manana, asi que me compre un gran trozo de queso y una salchicha, y luego una hogaza entera de pan y una tarta de manzana caliente. Por ultimo me concedi un capricho: fui a la puerta trasera de una posada cercana y me gaste mi ultimo penique en una jarra de cerveza fuerte.
Me sente en los escalones de una panaderia que habia enfrente de la posada y me quede viendo pasar a la gente mientras disfrutaba de la mejor comida que me regalaba desde hacia meses. Pronto el crepusculo dio paso al anochecer, y empezo a darme vueltas la cabeza por efecto de la cerveza. Era una sensacion agradable, pero cuando la comida se asento en mi estomago, volvi a notar esa sensacion acuciante, y con mas intensidad que antes. Frunci el ceno; me fastidiaba que eso me estropeara un dia que, por lo demas, podia considerar perfecto.
La oscuridad se acentuo, hasta que la posada del otro lado de la calle quedo banada por un charco de luz. Unas mujeres merodeaban cerca de la puerta. Murmuraban en voz baja y les lanzaban elocuentes miradas a los hombres que pasaban.
Me termine la cerveza, y cuando me disponia a cruzar la calle y devolver la jarra, vi el parpadeo de una antorcha que se acercaba. Mire hacia el final de la calle y vi el inconfundible color gris de la tunica de un sacerdote tehlino, y decidi esperar hasta que hubiera pasado de largo. Borracho el dia de Duelo y recien convertido en ladron, cuanto menos contacto tuviera con el clero, mejor.
El sacerdote llevaba puesta la capucha, y la antorcha que sostenia se interponia entre nosotros dos, asi que no pude verle la cara. Se acerco al grupo de mujeres y hubo una breve discusion. Oi el distintivo tintineo de unas monedas y me agazape aun mas en el oscuro portal.
El tehlino dio media vuelta y se marcho por donde habia llegado. Me quede quieto para que no se fijara en mi, porque no queria tener que echar a correr con la cabeza dandome vueltas. Esa vez, sin embargo, la antorcha no se interponia entre nosotros dos. Cuando el sacerdote se volvio hacia donde estaba yo, no le vi la cara, sino solo oscuridad bajo la capucha, solo sombras.
El tehlino siguio su camino sin percatarse de mi presencia, o sin que le importara. Pero me quede donde estaba, sin poder moverme. La imagen del hombre encapuchado, con la cara oculta en sombras, habia abierto de