mirado. ?Y si no me reconocia? ?Y si me echaba de alli? No sabia si lo soportaria, asi que empece a caminar hacia la puerta.

Trapis fue apuntando a los ninos uno a uno:

– Veamos. David, vacia el barril de beber y friegalo bien. El agua se esta poniendo salobre. Cuando David haya terminado, Nathan puede llenarlo con agua de la bomba.

– ?Puedo coger pan para dos? -pregunto Nathan-. Necesito un poco para mi hermano.

– Tu hermano puede venir el mismo a buscar su pan -dijo Trapis con dulzura. Luego miro con mas atencion al nino, como si hubiera notado algo raro-. ?O esta enfermo?

Nathan asintio, mirando al suelo.

Trapis le puso una mano en el hombro.

– Traelo aqui y veremos que tiene.

– Es la pierna -farfullo Nathan, que parecia estar a punto de llorar-. La tiene muy caliente y no puede caminar.

Trapis asintio y se dirigio al siguiente nino:

– Jen, ayuda a Nathan a traer a su hermano. -Los ninos salieron corriendo-. Tam, como Nathan se ha ido, tu puedes traer el agua.

»Kvothe, tu ve a buscar jabon. -Me tendio medio penique-. Ve a la tienda de Marna, en Lavanderas. Te hara un buen precio si le dices para quien es.

De pronto se me hizo un nudo en la garganta. Trapis me habia reconocido. No se como describir el alivio que senti. Trapis era lo mas parecido que yo tenia a una familia. La idea de que no me reconociera me habia horrorizado.

– No tengo tiempo para hacerte el encargo, Trapis -dije, titubeante-. Me marcho. Me voy al interior, a Imre.

– Ah, ?si? -dijo Trapis; entonces hizo una pausa y volvio a mirarme, esa vez con mas detenimiento-. Ya veo.

Claro. Trapis nunca se fijaba en la ropa, sino solo en el nino que habia dentro.

– He venido para decirte donde estan mis cosas. En el tejado de la cereria hay un sitio donde confluyen tres aleros. Tengo algunas cosas alli: una manta, una botella… Ya no las necesito. Es un buen sitio para dormir si alguien lo necesita, y seco. Alli nunca sube nadie… -Enmudeci.

– Eres muy amable. Enviare a uno de los chicos -dijo Tra-pis-. Ven aqui. -Se me acerco y me dio un torpe abrazo; su barba me hizo cosquillas en la mejilla-. Siempre me alegro cuando alguno de vosotros se marcha -me dijo en voz baja-. Se que te las arreglaras bien, pero siempre puedes volver aqui si lo necesitas.

Una de las ninas que estaban en los camastros empezo a agitarse y a gemir. Trapis se separo de mi y se dio la vuelta.

– Que, que -dijo al ir a atenderla, y las plantas de sus pies hicieron ruido sobre el suelo de piedra-. Que, que. Ya va, ya va.

33 Un mar de estrellas

Volvi al Solar del Arriero con un macuto colgado de un hombro. En el llevaba una muda de ropa, una hogaza de pan, un poco de cecina, un odre de agua, aguja e hilo, pedernal y eslabon, plumas y tinta. En resumen, todo lo que una persona inteligente se lleva por lo que pueda pasar cuando emprende un viaje.

Sin embargo, la adquisicion de que estaba mas orgulloso era una capa de color azul marino que le habia comprado a un vendedor de ropa usada por solo tres iotas. Era calida, estaba limpia y, a menos que me equivocara, solo habia tenido un dueno antes que yo.

Dejadme explicar una cosa: cuando viajas, una buena capa vale mas que todas tus otras posesiones juntas. Si no tienes donde dormir, la capa puede ser tu cama y tu manta. Te protege de la lluvia y del sol. Si eres listo, debajo de la capa puedes esconder toda clase de armas; y si no lo eres, al menos un arma pequena.

Pero por encima de todo hay dos cosas por las que se recomienda una capa. En primer lugar, porque hay pocas cosas mas llamativas que una capa bien llevada, ondeando ligeramente detras de ti cuando sopla la brisa. Y en segundo lugar, porque las buenas capas tienen innumerables bolsillitos por los que siento una atraccion irracional e irresistible.

Como ya he dicho, aquella era una buena capa, y tenia muchos bolsillitos de esos. Escondidos en ellos tenia cuerda y cera, un poco de manzana seca, un yesquero, una canica en una bolsita de cuero, un saquito de sal, una aguja de sutura e hilo de tripa.

Me habia gastado todas las monedas de la Mancomunidad que con tanto cuidado habia ido ahorrando, y me habia quedado las duras monedas cealdicas para el viaje. Los peniques funcionaban muy bien en Tarbean, pero la moneda cealdica era solida en cualquier rincon del mundo donde te encontraras.

Cuando llegue, se estaban ultimando los preparativos. Roent se paseaba alrededor de los carromatos como un animal inquieto, comprobandolo todo una vez mas. Reta observaba a los braceros con mirada severa, y les corregia cada vez que hacian algo que no la satisfacia del todo. A mi me ignoraron hasta que nos pusimos en marcha rumbo a las afueras de la ciudad y a la Universidad.

A medida que nos alejabamos de Tarbean, sentia como si me estuviera librando de un gran peso. Me regodeaba con el tacto del suelo bajo mis zapatos, con el olor del aire, con el debil susurro del viento que acariciaba los tallos de trigo en los campos. Me sorprendi sonriendo sin ningun motivo especial, salvo que estaba contento. A los Ruh no nos gusta quedarnos mucho tiempo en el mismo sitio. Respire hondo y estuve a punto de soltar una carcajada.

Mientras viajabamos, yo iba a mi aire, porque no estaba acostumbrado a tener compania. Roent y los mercenarios no tenian inconveniente en dejarme tranquilo. Derrik bromeaba conmigo de vez en cuando, pero en general me encontraba demasiado reservado para su gusto.

Solo quedaba la otra pasajera, Denna. No nos dijimos nada hasta que hubimos recorrido casi todo el trayecto de la primera jornada. Yo iba en un carromato con uno de los mercenarios, pelando distraidamente la corteza de una rama de sauce. Mientras mis dedos trabajaban, escudrinaba el perfil de Denna, admirando la linea de su menton, la curva de su cuello hasta llegar al hombro. Me preguntaba por que viajaria sola, y adonde iria. En medio de mis cavilaciones, Denna giro la cabeza y me sorprendio mirandola.

– ?En que piensas? -me pregunto apartandose un mechon de pelo de la cara.

– Me preguntaba que podrias estar haciendo aqui -conteste. Era una respuesta casi sincera.

Ella sonrio y me sostuvo la mirada.

– Mentiroso.

Utilice un viejo truco de actor para no ruborizarme, me encogi de hombros fingiendo indiferencia y baje la mirada hacia la rama de sauce que estaba pelando. Unos minutos mas tarde, oi que Denna reanudaba su conversacion con Reta. Senti una extrana desilusion.

Cuando hubimos montado el campamento y ya se estaba preparando la cena, me pasee entre los carromatos, examinando los nudos que Roent utilizaba para sujetar su cargamento. Oi pasos i detras de mi, me di la vuelta y vi acercarse a Denna. Me dio un vuelco el corazon y respire hondo para serenarme.

Denna se detuvo a unos pasos de mi.

– ?Ya lo has averiguado?

– ?Como dices?

– Si ya has averiguado que hago aqui. -Esbozo una dulce sonrisa-. Es que llevo toda la vida haciendome esa pregunta. He pensado que si a ti se te ocurria algo… -Me miro, esperanzada e ironica.

Negue con la cabeza; la situacion me desconcertaba demasiado como para que le encontrara la gracia.

– Lo unico que he deducido es que vas a algun sitio.

Denna asintio, muy seria.

– Como yo. -Hizo una pausa y contemplo el circulo que el horizonte formaba alrededor de nosotros. El viento le agito el cabello, y ella se lo arreglo-. ?Por casualidad sabes adonde voy?

Note que una sonrisa empezaba a asomar lentamente a mis labios. Ya no me acordaba de como se

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