Josn termino la cancion con un floreo, y Roent dio un par de palmadas para llamar la atencion de todos.

– Hora de acostarse -dijo-. Si os dormis…

Derrik termino la frase con tono jocoso:

– … nos quedamos atras. Ya lo sabemos, maese Roent. Estaremos listos al amanecer.

Josn rio y abrio el estuche de su laud con el pie. Pero antes de que pudiera guardar el instrumento, le dije:

– ?Me dejas verlo un momento? -Disimule el deje de aprension de mi voz, e intente hacerla pasar por una vaga curiosidad.

Me odie a mi mismo por haber hecho esa pregunta. Pedirle a un musico que te deje coger su instrumento es como pedirle a un hombre que te deje besar a su esposa. Eso es algo que solo entiendes si eres musico. Un instrumento es como un companero y una amante. Los desconocidos suelen pedir a los musicos que les dejen coger sus instrumentos, y eso les fastidia mucho. Yo lo sabia, pero aun asi no pude contenerme.

– Solo un momento.

Vi como Josn se ponia en tension. Pero mantener una apariencia amistosa es una de las especialidades de los bardos, casi tanto como la musica.

– Desde luego -replico con una jocosidad que a mi me parecio falsa, pero que seguramente convencio a los demas. Se acerco a mi y me dio el laud-. Ten cuidado…

Josn dio un par de pasos hacia atras y se esmero para aparentar tranquilidad. Pero me fije en su postura, con los brazos un poco doblados, listo para lanzarse hacia delante y arrebatarme el laud si surgia la necesidad.

Le di unas vueltas en las manos. Si era objetivo, no tenia nada especial. Mi padre no habria dudado en afirmar que poco le faltaba para usarse como lena para el fuego. Acaricie la madera. Aprete el instrumento contra mi pecho.

Sin levantar la cabeza, comente:

– Es muy bonito. -Lo dije en voz baja, con la voz quebrada por la emocion.

Era bonito, es verdad. Era la cosa mas bonita que yo habia visto en los ultimos tres anos. Mas bonito que un campo en primavera despues de tres anos viviendo en la cloaca pestilente que habia sido aquella ciudad. Mas bonito que Denna. Casi.

No miento si digo que todavia no me habia recuperado del todo. Hacia solo cuatro dias, vivia en la calle. No era la misma persona que en la epoca de la troupe, pero tampoco era todavia la persona de que hablan las historias que habeis oido vosotros. Tarbean me habia hecho cambiar. Alli habia aprendido muchas cosas sin las cuales vivir habria resultado mas facil.

Pero sentado junto al fuego, inclinado sobre el laud, note como las duras y desagradables partes de mi mismo que habia ganado en Tarbean se resquebrajaban. Como un molde de arcilla alrededor de un trozo de hierro que se ha enfriado, se desprendieron, dejando atras algo limpio y duro.

Toque las cuerdas, una a una. Cuando toque la tercera, sono un poco desafinada, y, sin pensar, movi un poco la clavija.

– Eh, no toques eso -Josn trato de aparentar naturalidad-, lo vas a desafinar. -Pero yo ni le oi. Josn y los demas no habrian estado mas lejos de mi si hubieran estado en el fondo del mar de Centhe.

Toque la ultima cuerda y la afine tambien ligeramente. Compuse un acorde sencillo y rasguee las cuerdas produciendo un sonido suave y afinado. Desplace un dedo, y el acorde paso a menor produciendo un sonido que siempre me hacia pensar que el laud estaba diciendo «triste». Volvi a mover las manos, y el laud produjo dos acordes que susurraron el uno contra el otro. Entonces, sin darme cuenta de lo que hacia, me puse a tocar.

El tacto de las cuerdas me producia extraneza; mis dedos y las cuerdas eran como dos amigos que se reencuentran y que no recuerdan que tienen en comun. Toque flojo y despacio, sin lanzar las notas mas alla del circulo de luz de la hoguera. Mis dedos y las cuerdas mantenian una cuidadosa conversacion, como si su danza describiera el guion de un enamoramiento.

Entonces note que algo se rompia dentro de mi, y la musica empezo a brotar invadiendo el silencio. Mis dedos bailaban; con movimientos agiles e intrincados, tejian algo tremulo y sutil que abarcaba el circulo de luz que proyectaba nuestra hoguera. La musica se movia como una telarana agitada por un debil soplo, cambiaba como una hoja que gira al caer al suelo, y te hacia sentir tres anos en la Ribera de Tarbean, el vacio dentro de ti y las manos doloridas por el frio.

No se cuanto rato toque. Quiza diez minutos, o quiza una hora. Pero mis manos no estaban acostumbradas al esfuerzo. De pronto resbalaron, y la musica se derrumbo, como un sueno al despertar.

Levante la cabeza y vi a todos completamente inmoviles, con gestos que iban de la conmocion a la sorpresa. Entonces, como si mi mirada hubiera roto algun hechizo, todos se movieron a la vez. Roent cambio de postura en su asiento. Los dos mercenarios se volvieron y se miraron arqueando las cejas. Derrik me miro como si nunca me hubiera visto antes. Reta permanecio quieta, con una mano delante de la boca. Denna se tapo la cara con las manos y rompio a llorar con silenciosos y desesperados sollozos.

Josn se quedo de pie. Tenia el rostro palido y desencajado, como si lo hubieran apunalado.

Le tendi el laud, sin saber si debia darle las gracias o pedirle disculpas. El lo cogio y no dijo nada. Al cabo de unos momentos, me levante, los deje sentados junto al fuego y me dirigi a los carromatos.

Y asi fue como Kvothe paso su ultima noche antes de ir a la Universidad, con su capa haciendo de manta y de cama. Al acostarse, detras de el habia un circulo de fuego, y delante, un manto de sombras. Tenia los ojos abiertos, eso seguro, pero ?quien de nosotros puede afirmar que sabe lo que estaba viendo?

Sera mejor que mireis detras de el, hacia el circulo de luz que proyecta el fuego, y que dejeis en paz a Kvothe de momento. Todo el mundo se merece unos momentos de soledad cuando los necesita. Y si derramo algunas lagrimas, perdonemoslo. Al fin y al cabo, no era mas que un nino, y todavia tenia que aprender que significaba sufrir de verdad.

35 Despedida

Siguio haciendo buen tiempo, asi que los carromatos entraron en Imre a la puesta de sol. Yo estaba dolido y malhumorado. Denna habia viajado todo el dia en el mismo carromato que Josn, y yo, orgulloso y estupido, me habia quedado al margen.

Nada mas detenerse los carromatos, empezo un torbellino de actividad. Roent se puso a discutir con un individuo sin barba ni bigote, tocado con un sombrero de terciopelo, antes de que su carromato se hubiera parado del todo. Tras las primeras negociaciones, una docena de hombres empezaron a descargar rollos de tela, barriles de melaza y sacos de arpillera llenos de cafe. Reta los vigilaba a todos con mirada severa. Josn correteaba por alli tratando de que no le robaran ni le estropearan el equipaje.

Mi equipaje era mas facil de manejar, porque consistia en un unico macuto. Lo pesque de entre unos rollos de tela y me aparte de los carromatos. Me colgue el macuto del hombro y mire alrededor buscando a Denna.

Pero a quien encontre fue a Reta.

– Nos has ayudado mucho -me dijo con claridad. Su atur era mucho mejor que el de Roent, sin apenas rastro de acento siaru-. Se agradece que haya en la caravana alguien capaz de desenganchar un caballo sin ayuda. -Me tendio una moneda.

La cogi sin pensar; fue un acto reflejo de mi epoca de mendigo, algo asi como el acto reflejo contrario a apartar la mano del fuego. No me fije bien en la moneda hasta que la tuve en la mano. Era una iota de cobre, equivalente a la mitad de lo que habia pagado para viajar con la caravana hasta Imre. Cuando levante la cabeza, Reta ya se habia dado la vuelta e iba hacia los carromatos.

Sin saber que pensar, me acerque a Derrik, que estaba sentado en el borde de un abrevadero. Hizo visera con una mano para protegerse de los ultimos rayos de sol y me miro.

– ?Te marchas? Crei que quiza te quedaras un tiempo con nosotros.

Sacudi la cabeza.

– Reta acaba de darme una iota.

Derrik asintio.

– No me sorprende mucho. La mayoria de los tipos que encontramos por el camino no son mas que pesos muertos. -Se encogio de hombros-. Y le gusto oirte tocar. ?Nunca te has planteado hacerte bardo? Dicen que en

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