sonreia.

– ?No lo sabes? -pregunte.

– Tengo algunas sospechas. Ahora mismo creo que a Anilin. -Se balanceo sobre las plantas de los pies-. Pero ya me he equivocado otras veces.

El silencio se apodero de nuestra conversacion. Denna se miro las manos y jugueteo con un anillo, haciendolo rodar. Me parecio ver que era de plata, con una piedra de color azul claro. De pronto Denna separo las manos, dejo caer los brazos al lado del cuerpo y me miro.

– ?Adonde vas tu? -me pregunto.

– A la Universidad.

Denna arqueo una ceja, y de pronto parecio diez anos mayor.

– Con que seguridad lo dices. -Sonrio, y al hacerlo dejo de parecer mayor-. ?Que siente uno cuando sabe adonde va?

No se me ocurrio ninguna respuesta, pero en ese preciso instante Reta nos llamo para cenar y me ahorro el trabajo de buscarla. Denna y yo fuimos juntos hacia la hoguera.

Empece el dia siguiente con un breve y torpe cortejo. Ansioso, pero procurando que no se notara que lo estaba, realice una lenta danza alrededor de Denna hasta que al final encontre alguna excusa para pasar un rato con ella.

Denna, por su parte, parecia muy tranquila. Pasamos el resto de la jornada como si fueramos viejos amigos. Bromeamos y nos contamos historias. Yo senale las diferentes clases de nubes y le explique que tiempo anunciaban. Ella me mostro las formas que encerraban: una rosa, un arpa, una cascada.

Asi pasamos el dia. Mas tarde, cuando echamos a suertes los turnos de guardia, a Denna y a mi nos tocaron los dos primeros. Sin siquiera hablarlo, compartimos nuestras cuatro horas de guardia. Hablando en voz baja para no despertar a los demas, nos sentamos cerca del fuego y pasamos el rato mirandonos el uno al otro y sin vigilar mucho.

El tercer dia hicimos mas o menos lo mismo. Lo pasamos muy a gusto, sin hablar demasiado, contemplando el paisaje y diciendo lo que se nos ocurria. Esa noche paramos en una posada, donde Reta compro forraje para los caballos y algunas provisiones.

Reta se retiro temprano con su esposo, y nos dijo que le habia encargado cena y camas para todos al posadero. La comida estuvo bien: pure de patata y panceta con pan y mantequilla. Las camas estaban en los establos, pero aun asi eran mucho mejores que los sitios donde yo habia tenido que dormir en Tarbean.

La taberna olia a humo, a sudor y a cerveza derramada. Me alegre cuando Denna me pregunto si me apetecia dar un paseo. Hacia una templada noche de primavera, sin viento. Hablamos mientras paseabamos lentamente por el bosque que habia detras de la posada. Al cabo de un rato llegamos a un amplio claro en cuyo centro habia una charca.

Al borde del agua habia un par de rocas de guia; su plateada superficie se destacaba contra el negro del cielo y contra el negro del agua. Una estaba de pie, y parecia un dedo que senalara el cielo. La otra estaba tumbada, y se extendia hasta el agua como un pequeno embarcadero de piedra.

No habia viento que alterara la superficie del agua. Asi que cuando nos subimos a la piedra caida, las estrellas se reflejaban perfectamente en la charca. Era como si estuvieramos sentados en medio de un mar de estrellas.

Pasamos horas hablando, hasta muy entrada la noche. Ninguno de los dos mencionamos nuestro pasado. Me parecio que habia cosas de las que Denna preferia no hablar, y por la forma como evitaba interrogarme, creo que a ella le pasaba lo mismo. Hablamos de nosotros, de esperanzas y de suenos imposibles. Yo apuntaba al cielo y le decia los nombres de las estrellas y las constelaciones. Ella me contaba historias sobre ellas que yo nunca habia oido.

No me cansaba de mirar a Denna. Estaba sentada a mi lado, abrazandose las rodillas. Su piel era mas luminosa que la luna, y sus ojos, mas enormes que el cielo, mas profundos que el agua, mas oscuros que la noche.

Poco a poco repare en que llevaba largo rato mirandola fijamente sin hablar. Absorto en mis pensamientos, perdido en su contemplacion. Pero Denna no parecia ofendida, ni extranada. Era como si estudiara las lineas de mi cara, casi como si esperase algo.

Queria cogerle una mano. Queria acariciarle la mejilla con las yemas de los dedos. Queria decirle que era la primera mujer hermosa que veia desde hacia anos. Que verla bostezar tapandose la boca con el dorso de la mano bastaba para que se me cortara la respiracion. Que a veces no captaba el sentido de sus palabras porque me perdia en las dulces ondulaciones de su voz. Queria decirle que si ella estuviera conmigo, nunca volveria a pasarme nada malo.

Estuve a punto de pedirselo. Notaba la pregunta burbujeando en mi pecho. Recuerdo que tome aliento y que, en el ultimo momento, vacile. ?Que podia decir? ?Ven conmigo? ?Quedate conmigo? ?Ven a la Universidad? No. Una repentina certeza se tenso en mi pecho como un frio puno. ?Que podia pedirle? ?Que podia ofrecerle? Nada. Cualquier cosa que dijera pareceria estupida, una fantasia infantil.

Cerre la boca y mire mas alla del agua. Denna, a solo unos centimetros de mi, hizo lo mismo. Notaba su calor. Olia a polvo del camino, a miel, y a ese olor que hay en la atmosfera segundos antes de un aguacero de verano.

No dijimos nada. Cerre los ojos. La proximidad de Denna era lo mas dulce y lo mas intenso que yo habia sentido jamas.

34 Todavia por aprender

A la manana siguiente desperte con esfuerzo despues de dos horas de sueno, me meti en uno de los carromatos y procedi a pasar el resto de la manana dormitando. Era casi mediodia cuando repare en que la noche pasada, en la posada, habiamos aceptado a otro pasajero.

Se llamaba Josn, y habia pagado a Roent para que lo llevara a Anilin. Era simpatico y tenia una sonrisa sincera. Parecia un hombre honrado. No me cayo bien.

Mis razones eran sencillas. Josn se paso todo el dia viajando al lado de Denna. La adulaba de forma escandalosa y bromeaba con ella diciendo que iba a convertirla en una de sus esposas. A Denna no parecia haberle afectado lo tarde que nos habiamos acostado la noche pasada, y estaba tan fresca y lozana como siempre.

El resultado fue que me pase el dia irritado y celoso, y fingiendo indiferencia. Como era demasiado orgulloso para unirme a su conversacion, me quede solo. Pase el dia pensando cosas tristes, tratando de ignorar el sonido de la voz de Josn y, de vez en cuando, recordando la imagen de Denna la noche anterior, con la luna reflejada en el agua detras de ella.

Esa noche pensaba proponerle a Denna dar un paseo despues de que todos se hubieran acostado. Pero antes de que pudiera acercarme a ella, Josn fue a uno de los carromatos y cogio un gran estuche negro con cierres de laton en un lado. Al verlo, me dio un vuelco el corazon.

Percibiendo el interes del grupo, aunque no el mio en particular, Josn desabrocho despacio los cierres de laton y saco su laud con afectado descuido. Era un laud de artista de troupe; el largo y elegante mastil y la redondeada caja me resultaban dolorosa-mente familiares. Tras comprobar que contaba con la atencion de todos, ladeo la cabeza y rasgueo las cuerdas, deteniendose para escuchar el sonido. Entonces, asintiendo para si, empezo a tocar.

Tenia una bonita voz de tenor y unos dedos medianamente agiles. Toco una balada, luego una cancion ligera de taberna y una lenta y triste melodia en un idioma que no reconoci, pero que sospeche que podia ser illico. Por ultimo toco «Calderero, curtidor», y todos cantaron el estribillo a coro. Todos menos yo.

Estaba sentado, quieto como una estatua, y me dolian los dedos. Queria tocar, no escuchar. «Queria» no es un verbo suficientemente intenso. Me moria de ganas de tocar. No me enorgullezco de haberme planteado robarle el laud y marcharme de alli aprovechando la oscuridad de la noche.

Вы читаете El Nombre Del Viento
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату