noches hare lo necesario para mantenerme vivo. Dormire en callejones y en establos, lavare platos a cambio de las sobras de la cocina, mendigare para comprarme plumas. Hare lo que sea. -Las ultimas palabras las pronuncie con fiereza, casi grunendo.
»Pero si me admiten sin pagar nada y me dan tres talentos para que pueda vivir y comprar lo que necesite para estudiar, sere un alumno como ustedes jamas hayan visto.
Hubo un instante de silencio, seguido de una sonora risotada de Kilvin.
– ?Ja! -bramo-. Si uno de cada diez alumnos tuviera tanta pasion, impartiria mis clases con un latigo y una silla en lugar de con tiza y una pizarra. -Dio una fuerte palmada en la mesa.
Eso animo a todos a ponerse a hablar al mismo tiempo en diversos tonos. El rector me hizo un ademan y aproveche para sentarme en la silla que habia al borde del circulo de luz.
La discusion se prolongo bastante. Pero incluso dos o tres minutos me habrian parecido una eternidad, sentado alli mientras un grupo de ancianos decidian mi futuro. No gritaban, pero agitaban mucho las manos, sobre todo el maestro Hemme, a quien al parecer inspiraba tan poca simpatia como el me inspiraba a mi.
Habria sido mas soportable si los hubiera entendido, pero pese a que tenia buen oido para escuchar conversaciones a hurtadillas, no entendia nada de lo que decian.
De pronto dejaron de hablar, y el rector me miro y me hizo senas para que me acercara.
– Hago constar -dijo con formalidad- que Kvothe, hijo de… -Se interrumpio y me miro inquisitivamente.
– Arliden -dije. Ese nombre me sono extrano despues de tanto tiempo sin pronunciarlo. El maestro Lorren giro la cabeza, me miro y parpadeo una vez.
– … hijo de Arliden, es admitido en la Universidad para continuar su educacion el cuarenta y tres de Equis. Su admision en el Arcano estara supeditada a la demostracion de que domina los principios basicos de la simpatia. Su padrino sera Kilvin, el maestro artifice. El precio de su matricula queda establecido en menos tres talentos.
Note que un gran peso se instalaba dentro de mi. En lugar de tres talentos podria haber dicho todo el dinero del mundo, porque yo no tenia ninguna posibilidad de reunir ese dinero antes de que empezara el bimestre. Trabajando en cocinas y haciendo encargos quiza pudiera ahorrar esa cantidad en un ano, y con suerte.
Me aferre a la irrazonable esperanza de poder robar esa cantidad de alguna bolsa a tiempo. Pero sabia que era solo eso: una idea irrazonable. Nadie dejaba tres talentos en una bolsa de dinero al alcance de los descuideros.
No me di cuenta de que los maestros se habian levantado de la mesa hasta que uno de ellos se me acerco. Levante la cabeza y vi al maestro archivero.
Lorren era mas alto de lo que yo creia: media casi dos metros. Su alargado rostro y sus estilizadas manos le hacian parecer aun mas estirado. Cuando vio que me habia fijado en el, me pregunto:
– ?Has dicho que tu padre se llamaba Arliden?
Lo pregunto con mucha calma, sin rastro de pesar ni disculpa en la voz. De pronto me enfureci: intentaba frustrar mis ambiciones de entrar en la Universidad y luego se me acercaba y me preguntaba por mi difunto padre como si me diera los buenos dias.
– Si -conteste con brusquedad.
– ?Arliden el bardo?
Mi padre siempre se habia considerado artista itinerante. Nunca decia que era bardo, ni trovador. El que Lorren se refiriera a el de esa forma me irrito aun mas, si cabe. No me digne contestar, y me limite a asentir con gesto brusco.
Si Lorren considero seca mi respuesta, no se noto.
– Me pregunto en que troupe actuaria.
Perdi la compostura.
– Ah, se lo pregunta -dije con todo el veneno de que fue capaz mi afilada lengua de artista de troupe-. Pues puede seguir preguntandoselo un rato. Ahora estoy atrapado en la ignorancia. Creo que usted puede permitirse tambien un poco de ignorancia. Cuando haya ganado mis tres talentos, quiza pueda volver a preguntarmelo. -Le lance una fiera mirada, como si pretendiera abrasarlo con los ojos.
Su reaccion fue minima. Mas tarde me entere de que obtener una reaccion del maestro Lorren era tan improbable como ver guinar el ojo a una columna de piedra.
Al principio se mostro vagamente desconcertado; luego, ligeramente sorprendido; y por ultimo, cuando lo mire con odio, esbozo una leve sonrisa y, sin decir nada, me entrego una hoja de papel.
La desdoble y lei: «Kvothe. Bimestre de primavera. Matricula: -3 Tin.».
Me invadio una profunda sensacion de alivio. Como si una gran ola me hubiera empujado las piernas por detras, de pronto me sente en el suelo y llore.
37 Rebosante de ilusion
Lorren me guio por el patio. -La discusion trataba basicamente de eso -me explico con tono desapasionado-. Teniamos que fijar el precio de la matricula. Lo hacemos con todos los alumnos.
Habia recobrado la compostura y me habia disculpado por mis espantosos modales. El maestro Lorren habia asentido con serenidad y se habia ofrecido a acompanarme al despacho del tesorero para asegurarse de que no hubiera ningun malentendido con respecto a mi «tarifa» de admision.
– Una vez que hemos decidido admitirte, tal como tu has sugerido -Lorren hizo una breve pero significativa pausa, para darme a entender que no habia resultado nada facil-, ha surgido el problema de que no habia ningun precedente de que a un alumno se le pagara para que se matriculase. -Hizo otra pausa-. Eso es algo muy inusual.
Lorren me condujo a otro edificio de piedra, me precedio por un pasillo y bajamos una escalera.
– Hola, Riem.
El tesorero era un hombre mayor e irritable que se mostro mas irritado aun cuando se entero de que tenia que pagarme en lugar de cobrarme. Una vez que me hubo entregado los tres talentos, el maestro Lorren me acompano afuera.
Me acorde de una cosa y me meti una mano en el bolsillo; me alegraba de tener una excusa para cambiar de tema.
– Tengo un recibo de La Cubierta Rota. -Le entregue el trozo de papel y me pregunte que pensaria el librero cuando el maestro archivero de la Universidad se presentara en su establecimiento para recuperar el libro que le habia vendido un mugriento granuja-. Le agradezco que se tome la molestia de hacerme este favor, maestro Lorren, y espero que no me considere un desagradecido si le pido una cosa mas…
Lorren le echo un vistazo al recibo antes de guardarselo en un bolsillo, y me miro atentamente. No, no atentamente. Ni burlona-mente. En su rostro no se reflejaba ninguna emocion. Ni curiosidad, ni irritacion… Nada. De no ser porque sus ojos estaban clavados en los mios, habria pensado que se habia olvidado por completo de que yo estaba alli.
– Pideme lo que quieras -dijo.
– Ese libro… es lo unico que me queda de… esa etapa de mi vida. Me gustaria mucho comprarselo algun dia, cuando tenga dinero.
Lorren asintio, imperturbable.
– Podemos arreglarlo. No te preocupes por el libro. Lo guardare con el mismo cuidado con que guardo los libros del Archivo.
Lorren levanto una mano para saludar a un alumno que pasaba.
El muchacho, de pelo pajizo, se paro en seco y se nos acerco, nervioso. Saludo al maestro archivero con gran solemnidad e hizo una inclinacion de cabeza que fue casi una reverencia.
– ?Si, maestro Lorren?
Lorren me senalo con una de sus largas manos.
– Simmon, te presento a Kvothe. Hay que ensenarle las instalaciones, ayudarlo a apuntarse a las clases, y esas cosas. Kilvin lo quiere en artificeria. Por lo demas, lo dejo a tu propio juicio. ?Te ocuparas de todo?