habia visto, habria pensado que estaba loco.
Lorren pensaria, como minimo, que era un ingenuo y un insensato. De pronto tome conciencia de que me encontraba en uno de los templos de la civilizacion, hablando con el maestro archivero de la Universidad.
Eso me hacia ver las cosas desde otra perspectiva. De pronto, las historias de un anciano de una taberna del Puerto parecian lejanas e insignificantes.
Negue con la cabeza.
– No, senor. Solo es para satisfacer mi curiosidad.
– La curiosidad me inspira mucho respeto -dijo Lorren con un tono neutro-. Quiza yo pueda satisfacer en parte la tuya. Los Amyr formaban parte de la iglesia cuando el imperio de Atur todavia tenia fuerza. Su lema era
Casi todo eso ya lo sabia.
– Pero ?de donde salieron? -pregunte. Era lo maximo que me atrevia a decir sin mencionar la historia de Skarpi.
– Evolucionaron a partir de la figura del juez itinerante -explico Lorren-. Eran hombres que recorrian el imperio de Atur de pueblo en pueblo ejerciendo la ley.
– Entonces, ?salieron de Atur?
Lorren me miro.
– ?De que otro sitio quieres que salieran?
No me atrevia a decirle la verdad: que la historia que le habia oido contar a un anciano me hacia sospechar que los Amyr podian tener raices mucho mas antiguas que el imperio de Atur. Y que confiaba en que todavia pudieran existir en algun lugar del mundo.
Lorren interpreto mi silencio como una respuesta.
– Voy a darte un consejo -dijo con serenidad-. Los Amyr son personajes dramaticos. Cuando somos pequenos, todos fingimos ser Amyr y librar batallas con espadas hechas con ramas de sauce. Es logico que los ninos se sientan atraidos por esas historias. -Me miro a los ojos-. Sin embargo, los hombres, los arca-nistas, deben concentrarse en el presente. Deben dedicarse a asuntos practicos.
Me sostuvo la mirada y siguio hablando:
– Eres muy joven. Mucha gente te juzgara solo por tu edad. -Inspire, pero el levanto una mano-. No te acuso de dejarte llevar por fantasias infantiles. Lo que te aconsejo es que evites que parezca que te dejas llevar por fantasias infantiles. -Me miro desapasionadamente, con su habitual serenidad.
Me acorde de como me habia tratado Ambrose y asenti. Note que me ruborizaba.
Lorren saco una pluma y tacho lo que yo habia escrito en el cuaderno de solicitudes.
– La curiosidad me inspira mucho respeto -volvio a decir-. Pero no todo el mundo piensa como yo. No quiero que estas cosas te compliquen el primer bimestre. Supongo que ya te resultara suficientemente dificil para que encima tengas esa preocupacion adicional.
Agache la cabeza. Tenia la impresion de que lo habia decepcionado.
– Lo entiendo. Gracias, senor.
39 Suficiente cuerda
Al dia siguiente llegue a la clase de Hemme con diez minutos de antelacion y me sente en la primera fila. Esperaba poder hablar con Hemme antes de que empezara la clase para no tener que quedarme y aguantar otra de sus lecciones.
Desgraciadamente, Hemme no llego pronto. La sala de conferencias ya estaba llena cuando el maestro entro por la puerta mas baja de la sala y subio los tres escalones de la tarima elevada de madera. Recorrio la sala con la mirada, buscandome.
– Ah, si, aqui esta nuestro nino prodigio. Levantate, ?quieres?
Me levante sin saber muy bien que estaba pasando.
– Tengo buenas noticias para todos -anuncio Hemme-. El senor Kvothe me ha asegurado que entiende perfectamente los principios de la simpatia. Y se ha ofrecido para impartir la clase de hoy. -Hizo un amplio ademan para indicarme que subiera con el a la tarima. Me sonrio con dureza-. ?Senor Kvothe?
Se estaba burlando de mi, por supuesto, y esperaba que me quedara en mi asiento, avergonzado y acobardado.
Pero yo ya habia soportado suficientes bravuconadas en la vida. Asi que subi a la tarima y le estreche la mano. Me dirigi a los alumnos con mi vozarron de actor:
– Le agradezco mucho al maestro Hemme que me haya brindado esta oportunidad. Confio en poder ayudarle a arrojar algo de luz sobre este importantisimo tema.
Hemme, que habia sido quien habia empezado ese pequeno juego, no podia interrumpirlo sin ponerse en ridiculo. Me estrecho la mano y me miro como mira un lobo a un gato encaramado en un arbol. Sonrio para si, bajo de la tarima y ocupo el asiento que yo acababa de dejar libre en la primera fila. Estaba seguro de mi ignorancia, y dispuesto a dejar que continuara la farsa.
No habria salido airoso de no ser por dos de los numerosos errores de Hemme. El primero era su estupidez al no creer lo que le habia dicho el dia anterior. El segundo, su deseo de verme pasar toda la verguenza que fuera posible.
Para explicarlo en pocas palabras, dire que me estaba dando suficiente cuerda para que me ahorcara yo mismo. Por lo visto no sabia que, una vez que esta hecho el nudo, la soga se ajusta con la misma facilidad a un cuello que a otro.
Me volvi hacia los alumnos.
– Hoy voy a presentar un ejemplo de las leyes de la simpatia. Sin embargo, como tenemos un tiempo limitado, necesitare ayuda con los preparativos. -Senale a un alumno al azar-. ?Serias tan amable de traerme un pelo del maestro Hemme, por favor?
Hemme se arranco un pelo y se lo ofrecio al alumno con exagerada teatralidad. Cuando el alumno me lo trajo, Hemme sonrio como si aquello lo divirtiera de verdad, convencido de que cuanto mas grandiosos fueran los preparativos, mayor seria mi bochorno al final.
Aproveche ese ligero retraso para ver de que material disponia para trabajar. En uno de los lados de la tarima habia un brasero, y en los cajones de la mesa de trabajo encontre tiza, un prisma, cerillas de azufre, una lupa, unas velas y unos bloques de metal de formas extranas. Cogi solo las tres velas.
A continuacion cogi el pelo del maestro Hemme que me trajo el alumno, que resulto ser Basil, el chico al que Hemme habia intimidado el dia anterior.
– Gracias, Basil. ?Quieres traer ese brasero y encenderlo tan aprisa como puedas?
Basil acerco el brasero y me alegre al ver que estaba equipado con un pequeno fuelle. Mientras Basil vertia alcohol sobre el carbon y le prendia fuego, me dirigi a la clase:
– Los conceptos de la simpatia no son muy faciles de comprender. Pero todo se basa en tres sencillas leyes.
»La primera es la Doctrina de la Correspondencia, segun la cual 'la similitud aumenta la simpatia'. La segunda es el Principio de Consanguinidad, que establece que 'una parte de una cosa puede representar la totalidad de esa cosa'. La tercera es la Ley de la Conservacion, que afirma que 'la energia ni se crea ni se destruye'. Correspondencia, Consanguinidad y Conservacion. Las tres 'C'.
Hice una pausa y escuche el sonido de un centenar de plumas anotando mis palabras. A mi lado, Basil accionaba el fuelle con diligencia. Me di cuenta de que podria encontrarle el gusto a aquello.
– No os preocupeis si todavia no lo entendeis. La demostracion os lo aclarara todo. -Mire hacia abajo y vi que el brasero se estaba calentando muy bien. Le di las gracias a Basil, colgue un cazo metalico poco profundo sobre el carbon y meti dos velas dentro para que se derritieran.
Puse otra vela en un soporte, encima de la mesa, y la encendi con una cerilla de azufre de las que habia en el cajon. A continuacion retire el cazo del brasero y, con cuidado, verti la cera derretida sobre la mesa, formando