cama limpia. Casi notaba una presion en los oidos, como si estuviera debajo del agua, solo que no era ese el caso, por supuesto. Agite una mano delante de mi cara para comprobar si el aire era diferente, mas denso; pero no lo era.
– Molesto, ?verdad? -Me volvi. Elodin me estaba mirando-. Me sorprende que lo hayas notado. Muy pocos lo notan.
Aquella habitacion era mejor que la de Alder Whin. Tenia una cama con dosel, un mullido sofa, una estanteria vacia y una gran mesa con varias sillas. Lo mas destacado eran las enormes ventanas, con vistas a los jardines. Vi un balcon, pero no vi ninguna forma de llegar a el.
– Mira esto -dijo Elodin.
Cogio una de las sillas de madera, la levanto con ambas manos, giro sobre si mismo y la lanzo con todas sus fuerzas contra una ventana. Me encogi, pero en lugar de un estruendo terrible, solo se oyo un debil ruido de madera al astillarse. La silla cayo al suelo convertida en un amasijo de madera y tapizado.
– Me pasaba horas haciendo esto -dijo Elodin; respiro hondo y contemplo la habitacion con nostalgia-. En los viejos tiempos.
Me acerque a las ventanas para examinarlas. Eran mas gruesas de lo habitual, pero no excesivamente. Parecian normales, con excepcion de unas debiles vetas rojas que discurrian por ellas. Examine el marco de la ventana. Tambien era de cobre. Mire lentamente alrededor, fijandome en las paredes de piedra desnuda y notando la extrana y pesada atmosfera. Vi que la puerta ni siquiera tenia pomo en la parte de dentro, y mucho menos cerradura. «?Por que se tomaria alguien la molestia de hacer una puerta de cobre?», pense.
Decidi formular la segunda pregunta:
– ?Como salio de aqui?
– ?Por fin! -dijo Elodin con un deje de exasperacion.
Se dejo caer en el sofa.
– Veras, un dia Elodin el Grande se encontro encerrado en una alta torre. -Abrio un brazo abarcando toda la habitacion-. Le habian quitado sus herramientas: la moneda, la llave y la vela. Ademas, en su celda no habia ninguna puerta. Ni ventanas. -Las senalo con desden-. Hasta el nombre del viento estaba fuera de su alcance gracias a las habiles maquinaciones de sus captores.
Elodin se levanto del sofa y empezo a pasearse por la habitacion.
– Solo habia piedra dura y lisa alrededor. Era una celda de la que nadie habia logrado escapar jamas.
Elodin dejo de pasearse y levanto un dedo con teatralidad.
– Pero Elodin el Grande conocia el nombre de todas las cosas, y todas las cosas estaban a sus ordenes. -Se planto ante la pared gris, junto a las ventanas-. Le dijo a la piedra: ?ROMPETE!, y la…
Elodin se interrumpio y ladeo la cabeza con gesto de curiosidad. Entrecerro los ojos.
– Mierda, lo han cambiado -dijo en voz baja-. Vaya. -Se acerco mas a la pared y le puso una mano encima.
Deje de prestarle atencion. Wil y Sim tenian razon: el tipo estaba mal de la cabeza. ?Que pasaria si yo salia corriendo de la habitacion, desatrancaba la puerta y la cerraba? ?Me lo agradecerian los otros maestros?
– Oh -dijo de pronto Elodin, riendo-. No son tontos del todo; -Se retiro un par de pasos de la pared-. CYAERBASA-LIEN.
Vi moverse la pared. Ondulo como una alfombra colgada y golpeada con un palo. Y entonces… se derrumbo. Como agua oscura vertida de un cubo, toneladas de fina arena gris se derramaron por el suelo, cubriendole los pies a Elodin hasta las panto-rrillas.
La luz del sol y el canto de los pajaros inundaron la habitacion. Donde antes habia una gruesa y solida pared, ahora habia un agujero lo bastante grande para que un carro pasara por el.
Pero el agujero no estaba abierto del todo: lo cubria un material verde. Parecia una red sucia y enredada, pero era demasiado irregular para ser una red. Mas bien parecia una gruesa y destrozada telarana.
– Eso no estaba -comento Elodin, como si se disculpara, mientras sacaba los pies de la arena gris-. La primera vez fue mucho mas impresionante, te lo aseguro.
Me quede alli plantado, aturdido por lo que acababa de ver. Aquello no era simpatia. Jamas habia visto nada parecido. Solo podia pensar en las palabras de la historia que tantas veces habia oido: «Y Taborlin el Grande le dijo a la piedra: ?ROMPETE!, y la piedra se rompio…».
Elodin arranco una de las patas de la silla y la utilizo para aporrear aquella pelicula verde y enredada que cubria el orificio. La telarana se rompio con facilidad por varios sitios, o se desmenuzo. En los sitios donde era mas gruesa, Elodin utilizo la pata de la silla como palanca para apartar los pedazos. Cuando se doblaba o se rompia, la telarana relucia bajo la luz del sol. «Mas cobre», pense. Habia vetas de cobre discurriendo a traves de los bloques de piedra que conformaban la pared.
Elodin solto la pata de la silla y se asomo por el orificio. Desde la ventana, lo vi apoyarse contra la blanca barandilla de piedra del balcon.
Lo segui afuera. Nada mas salir al balcon, el aire dejo de parecer tan extranamente denso.
– Dos anos -dijo Elodin contemplando los jardines-. Podia ver este balcon, pero no podia salir a el. Podia ver el viento, pero no podia oirlo, ni notarlo en la cara. -Paso una pierna por encima de la barandilla de piedra y se sento sobre ella; luego salto al trozo de tejado plano que habia debajo. Camino por el tejado, alejandose del edificio.
Salte tambien la barandilla y segui al maestro hasta el borde del tejado. Solo estabamos a una altura de unos seis metros, pero los jardines y las fuentes que se extendian en todas direcciones componian un paisaje espectacular. Elodin se quedo de pie peligrosamente cerca del borde, con la tunica de maestro ondulando alrededor de el como una bandera negra. La verdad es que ofrecia una imagen impresionante, si pasabas por alto el hecho de que todavia llevaba un solo calcetin.
Me puse a su lado, al borde del tejado. Sabia cual tenia que ser mi tercera pregunta.
– ?Que tengo que hacer -pregunte- para estudiar nominacion con usted?
Elodin me miro con gesto sereno, como valorandome.
– Saltar -dijo-. Saltar de este tejado.
Entonces fue cuando comprendi que todo aquello habia sido una prueba. Elodin me habia estado midiendo desde que nos habiamos visto por primera vez. Sentia, a su pesar, respeto por mi tenacidad, y le habia sorprendido que hubiera notado algo raro en la atmosfera de su habitacion. Estaba a punto de aceptarme como pupilo.
Pero necesitaba mas: necesitaba una prueba de mi entrega. Una demostracion. Un acto de fe.
Y mientras estaba alli de pie, me vino a la mente un fragmento de la historia: «Taborlin se precipito, pero no perdio la esperanza. Porque conocia el nombre del viento, y el viento le obedecio. Le hablo al viento, y este lo mecio y lo acaricio. Lo bajo hasta el suelo suavemente, como si fuera un vilano de cardo, y lo poso de pie con la dulzura del beso de una madre».
Elodin sabia el nombre del viento.
Sin dejar de mirarlo a los ojos, salte del borde del tejado.
La expresion de Elodin era maravillosa. Nunca he visto a un hombre tan asombrado. Al caer, gire un poco sobre mi mismo, y Elodin permanecio en mi campo de vision. Le vi levantar un poco una mano, como si hiciera un tardio intento de sujetarme.
Me senti ingravido, como si flotara.
Y entonces cai contra el suelo. No suavemente, como se posa una pluma, sino con dureza. Como un ladrillo al golpear los adoquines de una calle. Aterrice de espaldas, con el brazo izquierdo debajo del cuerpo. Al dar mi cabeza contra el suelo, lo vi todo negro y me quede sin aire en los pulmones.
No perdi el conocimiento. Me quede alli tendido, sin poder respirar ni moverme. Recuerdo que pense, convencido, que estaba muerto. Que estaba ciego.
Al final recobre la vision, y me puse a parpadear contra la repentina claridad del cielo azul. Me dolia mucho un hombro y notaba el sabor de la sangre en la boca. No podia respirar. Intente rodar sobre mi mismo para liberar el brazo, pero mi cuerpo no me obedecia. Me habia roto el cuello… la espalda…
Al cabo de unos largos y aterradores momentos, consegui dar una bocanada, y luego otra. Exhale un suspiro de alivio y comprendi que al menos tenia una costilla rota, ademas de todo lo demas; pero movi un poco los dedos de las manos, y luego los de los pies. Funcionaban. No me habia partido la columna vertebral.
Mientras yo estaba alli tendido, calibrando mi suerte y las costillas que tenia rotas, Elodin aparecio en mi