marchara-. Puedes irte cuando quieras. Acuerdate de Devi dentro de dos meses, cuando algun maton te este arrancando los dientes a patadas.
Me marche de casa de Devi y di un paseo por las calles de Imre, nervioso e irritado, tratando de poner en orden mis ideas. Tratando de encontrar una solucion a mi problema.
Tenia ciertas posibilidades de devolver el prestamo de dos talentos. Tenia previsto ascender pronto en la Factoria. Una vez que me permitieran realizar mis propios proyectos, podria empezar a ganar dinero de verdad. Lo unico que necesitaba era aguantar en las clases el tiempo suficiente. Solo era cuestion de tiempo.
En realidad, eso era lo que estaba pidiendo prestado: tiempo. Un bimestre mas. ?Quien sabia que oportunidades podian presentarseme en los dos meses siguientes?
Pero incluso mientras intentaba convencerme a mi mismo, sabia la verdad: no era buena idea. Era buscarse problemas. Me tragaria el orgullo y veria si Wil, Sim o Sovoy podian prestarme las ocho iotas que necesitaba. Suspire y me resigne a pasar un bimestre durmiendo a la intemperie y hurgando en las basuras para encontrar algo de comer. Al menos no podia ser peor que los anos que habia pasado en Tarbean.
Me disponia a volver a la Universidad cuando mi desasosegado deambular me llevo ante el escaparate de una casa de empenos. Senti aquel viejo dolor en los dedos…
– ?Cuanto pide por ese laud de siete cuerdas? -pregunte. Ni aun hoy recuerdo haber entrado en la tienda.
– Cuatro talentos justos -me contesto el propietario alegremente. Pense que debia de ser nuevo en el negocio, o que debia de estar borracho. Los prestamistas nunca son joviales, ni siquiera en ciudades prosperas como Imre.
– Ah -dije sin disimular mi desilusion-. ?Me dejaria verlo?
El prestamista me lo dio. No era gran cosa. La madera tenia un veteado irregular, y el barniz era basto y estaba aranado. Los trastes eran de tripa y habia que cambiarlos, pero eso no me preocupaba mucho, porque de todos modos yo tocaba sin trastes. La caja era de palisandro, de modo que el sonido no podia ser muy sutil. Pero por otra parte, el sonido de un laud de palisandro se oia mejor en una taberna abarrotada, pues el murmullo de las conversaciones no lo apagaba tan facilmente. Di unos golpecitos en la caja con el dedo, y el instrumento emitio un resonante zumbido. No era bonito, pero si solido. Empece a afinarlo; asi tenia una excusa para sujetarlo un rato mas.
– Podria bajar hasta tres con cinco -dijo el prestamista desde detras del mostrador.
Detecte desesperacion en su voz. Entonces se me ocurrio pensar que no debia de ser facil vender un laud feo de segunda mano en una ciudad llena de nobles y de musicos prosperos. Sacudi la cabeza.
– Las cuerdas son viejas. -En realidad estaban bien, pero confie en que el prestamista no lo supiera.
– Cierto -replico confirmandome su ignorancia-, pero las cuerdas son baratas.
– Supongo -dije sin conviccion. Ya tenia un plan. Ajuste cada una de las cuerdas dejandolas un poco desafinadas. Toque un acorde y escuche el chirriante sonido. Mire el mastil del laud con gesto especulativo-. Me parece que el mastil esta agrietado. -Toque un acorde menor que sono aun peor-. ?A usted le parece que esta agrietado? -Volvi a tocar, mas fuerte.
– ?Tres con dos? -me propuso el prestamista.
– No es para mi -dije como si lo corrigiera-. Es para mi hermano pequeno. El muy imbecil anda todo el dia jugando con el mio.
Volvi a tocar un acorde e hice una mueca.
– Quiza ese mocoso no me caiga muy bien, pero no soy tan cruel como para comprarle un laud con el mastil roto. -Hice una pausa. Como el prestamista no decia nada, anadi-: Por tres con dos no me lo quedo.
– ?Tres justos? -repuso el.
Aparentemente, yo sujetaba el laud con indiferencia y sin mucho interes. Pero en el fondo me aferraba a el con fiereza, hasta que se me ponian los nudillos blancos. No espero que lo entendais. Cuando los Chandrian mataron a mi troupe, destrozaron mi familia y mi hogar. Pero en cierto modo fue peor cuando se rompio el laud de mi padre, en Tarbean. Eso habia sido como perder una extremidad, un ojo, un organo vital. Sin mi musica, habia deambulado durante anos por Tarbean, vivo solo a medias, como un veterano lisiado o un muerto viviente.
– Mire -le dije con franqueza-, tengo dos con dos. -Saque mi bolsa-. Si quiere, puede aceptarlos; y si no, este feo instrumento puede seguir acumulando polvo en un estante diez anos mas.
Lo mire a los ojos, cuidando de que no se reflejara en mi cara lo mucho que necesitaba aquel laud. Habria hecho cualquier cosa para conseguirlo. Habria bailado desnudo en la nieve. Me habria agarrado a una pierna del prestamista, temblando y frenetico, prometiendole que haria cualquier cosa que me pidiera, cualquier cosa…
Puse dos talentos y dos iotas encima del mostrador; era casi todo el dinero que habia ahorrado para pagar la matricula de ese bimestre. Las monedas hicieron un fuerte ruido cuando las aprete sobre el mostrador, una a una.
El prestamista me miro largo rato, evaluandome. Puse una iota mas y espere. Y espere. Cuando por fin estiro un brazo para coger el dinero, su demacrada expresion era la que yo estaba acostumbrado a ver en las caras de los prestamistas.
Devi abrio la puerta y sonrio.
– Vaya, la verdad es que no creia que volviera a verte. Pasa. -Echo el cerrojo de la puerta y fue hasta su escritorio-. Pero no puedo decir que me decepcione que hayas venido. -Giro la cabeza y me lanzo su picara sonrisa-. Esperaba poder hacer un pequeno negocio contigo. -Se sento-. ?Que? ?Dos talentos?
– No, mejor cuatro -dije. Era lo que necesitaba para pagar la matricula y una cama en las Dependencias. Yo podia dormir a la intemperie, aunque lloviera o hiciera viento, pero mi laud merecia algo mejor.
– Estupendo -dijo ella, y cogio la botella y la aguja.
Necesitaba tener intactas las yemas de los dedos, asi que me pinche en el dorso de la mano y verti tres gotas de mi sangre en la botellita marron. Se la di a Devi.
– Mete tambien la aguja dentro.
Lo hice.
Devi mojo el tapon con una sustancia transparente y tapo la botella.
– Un excelente adhesivo de tus amigos de la otra orilla del rio -explico-. No puedo abrir la botella sin romperla. Asi, cuando saldes tu deuda, recuperaras la botella intacta y podras dormir tranquilo sabiendo que no me he quedado nada de tu sangre.
– A menos que tengas el disolvente -senale.
Devi me miro con ironia.
– No eres muy confiado, ?verdad? -Se puso a rebuscar en un cajon, saco un poco de lacre y empezo a calentarlo sobre la lampara que habia encima del escritorio-. ?No tendras un sello, un anillo o algo asi? -me pregunto mientras vertia el lacre sobre el tapon de la botella.
– Si tuviera alguna joya que vender, no estaria aqui -dije con franqueza, y puse un pulgar en el lacre. Mi dedo dejo una huella reconocible-. Pero esto servira.
Devi grabo un numero en la botella con una aguja de diamante, y luego saco una hoja de papel. Escribio algo y luego agito una mano para que se secara la tinta.
– Puedes llevarle esto a cualquier prestamista de ambas orillas del rio -dijo alegremente, y me entrego la hoja-. Ha sido un placer hacer negocios contigo. Pasate cuando quieras.
Volvi a la Universidad con dinero en la bolsa y con el reconfortante peso del laud colgando del hombro. Era un laud feo, de segunda mano, y me habia costado dinero, sangre y tranquilidad. Lo queria como a un hijo, como el aire que respiraba, como a mi mano derecha.
51 Por el mosaico de tejados
A principios del segundo bimestre, Kilvin me dio permiso para estudiar sigaldria. Eso sorprendio a unos