– Es mi hermano -dijo ella-. Salgamos a su encuentro, ?le parece? -Echaron a caminar por el prado y ella dijo-: Teniamos un amigo aleman que solia venir por aqui en los viejos tiempos. Se llamaba Werner Keitel. Volabamos por toda la zona, despegando desde aqui. ?Sabe usted lo que ha sido de el?

– Resulto muerto en la Batalla de Inglaterra.

Ella solo se detuvo un instante. Luego continuo.

– Si, ya me imaginaba que le habria sucedido algo parecido.

– Lo siento -dijo Devlin.

– De eso hace ya mucho tiempo, mayor -dijo ella encogiendose de hombros.

Luego, echo a caminar con mayor rapidez.

Siguieron un dique que avanzaba por entre pequenos juncos; fueNell la que aparecio primero, chapoteando en el agua, brincando alrededor de ellos antes de alejarse de nuevo. Se escucho otro disparo y poco despues Shaw surgio por entre los juncos, en la distancia, y avanzo hacia donde ellos se encontraban.

– Mira esto, muchacha -exclamo sosteniendo en alto un par de conejos.

– Mira quien esta aqui -dijo ella.

Se detuvo y luego volvio a acercarse.

– Conlon, mi querido amigo. Que agradable verle. Disculpeme si no le estrecho la mano. Las tengo ensangrentadas. -Actuaba como si le diera a Devlin la bienvenida a pasar un agradable fin de semana-. Sera mejor regresar a casa y prepararle una copa.

Iniciaron el camino de regreso a lo largo del dique. Devlin contemplo la extension de juncos, interrumpidos por pequenas lagunas.

– Es una zona muy desolada -comento.

– Esto esta muerto, amigo. Todo lo que hay en este condenado lugar esta muerto. Aqui no hay mas que lluvia, humedad y los fantasmas del pasado. Desde luego, las cosas fueron bien diferentes en tiempos de mi abuelo. En aquel entonces habia veinticinco sirvientes, solo en la casa. Y solo Dios sabe los que habria en toda la propiedad. -Mientras seguian caminando, no dejo de hablar un solo instante-. Ahora, en cambio, la gente ya no quiere trabajar, ese es el problema. Todo esto esta lleno de condenados bolcheviques. Eso es lo que mas admiro del Fuhrer, que ha introducido algo de orden en la vida de la gente.

– ?Quiere decir que les obliga a hacer lo que se les dice? -pregunto Devlin. U -Exactamente, amigo mio, exactamente -asintio Shaw con entusiasmo.

Devlin instalo la radio en un pequeno estudio situado por detras de la vieja biblioteca. Shaw habia ido a tomar un bano y fue Lavinia quien le ayudo a instalar las antenas por las paredes de la habitacion. Luego se quedo observandole atentamente, mientras el irlandes le explicaba como funcionaba el aparato.

– ?Es muy diferente al que tuvieron antes? -pregunto el.

– Un poco mas sofisticado, eso es todo.

– Y, en cuanto al codigo Morse, ?lo recuerda todavia?

– Santo Dios, mayor Conlon, eso es algo que no se olvida nunca. Yo era una guia femenina cuando lo aprendi por primera vez.

– Muy bien -asintio Devlin-. Veamos entonces que es capaz de hacer.

En la sala de radio de la Prinz Albrechtstrasse, Schellenberg estudio el primer mensaje de Devlin y luego se volvio a mirar a Use y Asa Vaughan.

– Increible. Tiene la intencion de sacar a Steiner manana por la noche. Quiere que este usted en Shaw Place a tiempo para despegar no mas tarde de la medianoche.

– Entonces, sera mejor que empecemos a movernos -le dijo Asa.

– Si, claro. Bueno, el Lysander fue enviado ayer a Chernay -dijo Schellenberg-. Ahora ya solo es cuestion de que nos desplacemos hasta alli. -Se volvio y le ordeno al operador de radio-: Envie a Halcon el siguiente mensaje: «Cumpliremos sus requisitos. El momento de la partida se le confirmara manana por la noche».

Empezo a retirarse cuando el operador dijo:

– Tenemos respuesta, general.

– ?Que dice? -pregunto Schellenberg volviendose.

– Dice: «Es un placer hacer negocios con usted» -contesto el operador.

Schellenberg sonrio y salio de la sala de radio, seguido por Asa e Use Huber.

En el estudio, sentada ante el aparato de radio, Lavinia se volvio hacia el.

– ?Lo he hecho bien?

Su hermano estaba sentado ante la chimenea vacia, con un vaso de whisky en la mano.

– A mi me ha parecido estupendo -dijo.

– Ha sido usted excelente -dijo Devlin-. Este aparato es diferente al que arrojo usted al agua. La capacidad para establecer contacto directo vocal se reduce unicamente a unos cuarenta kilometros de distancia. Esa es la razon por la que les di a ellos la lectura de frecuencia. La he ajustado y ahora todo lo que tiene que hacer es apretar el boton de puesta en marcha y ya esta en contacto. Eso quiere decir que podra hablar usted con el piloto cuando este se encuentre cerca.

– Maravilloso. ?Alguna otra cosa?

– En algun momento despues de las siete se pondran en contacto con usted desde la base francesa para confirmar la hora de salida, de modo que permanezca a la escucha. Despues, tendra que colocar las lamparas de bicicleta en el prado, tal como le he explicado.

– Asi lo hare, puede estar tranquilo. -Se volvio a mirar a Shaw-. ?No te parece maravilloso, querido?

– Fantastico, muchacha -dijo el con los ojos ya un tanto vidriosos y sirviendose otro whisky.

Para entonces, Devlin ya habia tenido bastante, asi que se levanto.

– Yo tengo que marcharme ahora. Les vere manana por la noche.

Shaw murmuro algo y Lavinia acompano a Devlin de regreso a la cocina, donde el se puso el impermeable y el sombrero.

– ?El se encontrara bien? – pregunto Devlin mientras ella le acompanaba hasta la puerta de entrada a la casa.

– ?Quien, Max? Oh, si. No tiene que preocuparse por eso, mayor.

– Muy bien, hasta manana entonces.

Empezo a llover mientras bajaba por el camino. No vio la menor senal de la camioneta. Permanecio alli de pie, con las manos metidas en los bolsillos. Transcurrieron treinta minutos antes de que apareciera.

– ?Ha ido todo bien? -pregunto Ryan.

– Hemos pasado un rato maravilloso -le interrumpio Mary-. Rye es un lugar estupendo.

– Bien, me alegro por vosotros -dijo Devlin de mal humor-. Esos dos ni siquiera me han ofrecido algo que comer.

Asa estaba terminando de comer en la cantina cuando Schellenberg aparecio de improviso, presuroso.

– Un ligero cambio de planes -dijo-. He recibido un mensaje diciendo que elReichsfuhrer quiere verme. Lo interesante es que debo llevarle tambien a usted.

– ?Para que diablos?

– Parece ser que se le ha concedido la Cruz de Hierro de primera clase, y alReichsfuhrer le gusta ponersela el mismo a los oficiales de las SS.

– Me pregunto que diria mi padre si lo supiera -dijo Asa-. Al fin y al cabo, yo fui a West Point, por el amor de Dios.

– La otra complicacion es que elReichsfuhrer esta en Wewelsburg. Habra oido hablar de ese sitio, ?verdad?

– Es la idea del paraiso que tiene todo miembro de las SS. ?Que significa eso para nuestro programa de tiempo?

– No hay ningun problema. Wewelsburg dispone de un campo de aviacion de la Luftwaffe a solo quince kilometros de distancia. Volaremos hasta alli en el Stork y despues continuaremos hasta Chernay. – Schellenberg le echo un vistazo a su reloj-. La cita es a las siete y le gusta la mas estricta puntualidad.

A las seis y media ya habia oscurecido del todo sobre el Tamesis cuando Ryan dirigio la lancha motora hacia la franja de guijarros.

– Quedate aqui sentada, esperando. No tardaremos mucho tiempo -le dijo a Mary.

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