Una voz alegre sono como un crujido en su radio.

– Hola, Lysander, ?en que andas metido?

– Lo siento -contesto Asa-. Escuadron de servicios especiales operando desde Tempsford.

– Eres yanqui, ?verdad?

– Si, pero en la RAF -le dijo Asa.

– Lo vi en la pelicula, amigo. Terrible. Lleva cuidado.

El Spitfire giro hacia el este, cobro velocidad y desaparecio en la distancia.

– Eso es lo que sucede por vivir correctamente, amigo, que se confia en todo el mundo -comento Asa en voz baja.

Pico hacia la niebla hasta que el altimetro le indico que se hallaba a mil pies de altura. Luego giro hacia Dungeness y las marismas de Romney.

Shaw ya habia comido e ingerido una cantidad considerable de whisky. Estaba derrumbado sobre la silla, junto al fuego encendido en la chimenea del salon, con la escopeta en el suelo, cuando Lavinia entro.

– Oh, Max -exclamo-. ?Que voy a hacer contigo?

El se agito un poco al notar la mano de ella sobre su hombro. Levanto la mirada hacia su hermana.

– Hola, muchacha. ?Va todo bien?

Ella se dirigio hacia las puertas de cristal y abrio las ventanas. La niebla seguia siendo muy espesa. Cerro las cortinas y regreso junto a su hermano.

– Voy a ir al cobertizo, Max. Ahora ya debe de estar cerca. Me refiero al avion.

– Muy bien, muchacha.

Shaw se cruzo de brazos y giro la cabeza, volviendo a cerrar los ojos, y ella abandono todo intento por mantenerle despierto. Se dirigio al estudio y bajo apresuradamente las antenas de la radio, colocandolo todo en la caja. Al abrir la puerta delantera de la casa, Nell se escabullo, junto a ella, y ambos se dirigieron hacia el prado sur.

Permanecio junto al cobertizo, aguardando y escuchando. No se oia nada; la niebla parecia envolverlo todo. Entro y encendio la luz. Junto a la puerta habia un banco de trabajo. Coloco la radio sobre el y volvio a extender las antenas, fijandolas a la pared y sujetandolas en viejos clavos oxidados. Se coloco los auriculares, encendio la frecuencia de voz tal como Devlin le habia ensenado y escucho inmediatamente la voz de Asa Vaughan.

– Halcon, ?me recibe? Repito, ?me recibe?

Eran las once cuarenta y cinco y el Lysander solo estaba a unos ocho kilometros de distancia. Lavinia se quedo de pie a la entrada del cobertizo, mirando hacia arriba, sosteniendo los auriculares con una mano contra la oreja izquierda. No se escucho ningun otro sonido procedente del avion.

– Le recibo, Lysander. Le recibo.

– ?Cuales son las condiciones en su nido? – pregunto la voz de Asa acompanada por crujidos de estatica.

– Niebla espesa. Visibilidad, cincuenta metros. Rafagas ocasionales de viento. Calculo una fuerza de cuatro a cinco. Solo aclara la situacion de forma intermitente.

– ?Ha colocado sus marcadores? -pregunto el.

Ella lo habia olvidado por completo.

– Oh, Dios mio, no. Deme unos minutos.

Se quito los auriculares, tomo la bolsa con las lamparas de bicicleta y echo a correr hacia el prado. Situo tres de las lamparas en forma de L invertida, con el cruce en el extremo por donde soplaba el viento. Encendio las lamparas de modo que los rayos se dirigieran hacia el cielo. Luego echo a correr hacia un punto situado a unos doscientos metros a lo largo del prado, seguida de cerca porNell, y alli coloco otras tres lamparas.

Estaba jadeando con fuerza cuando regreso al cobertizo y tomo los auriculares y el microfono.

– Aqui Halcon. Marcadores colocados.

Se quedo junto a la puerta del cobertizo, mirando hacia arriba. Pudo escuchar con claridad el sonido del motor del Lysander. Parecio pasar a pocos cientos de metros de distancia, para luego alejarse.

– Aqui Halcon – llamo-. Le escucho. Ha pasado directamente por encima.

– No puedo ver nada -replico Asa-. Esto no esta bien.

En ese momento, sir Maxwell Shaw aparecio, surgiendo de la oscuridad. No llevaba puesto ni impermeable, ni sombrero, y estaba bastante borracho, ya que hablo atropellada y entrecortadamente.

– Ah, estas ahi, muchacha, ?va todo bien?

– No, las cosas no van bien.

– Seguire volando en circulos -dijo Asa-. Por si acaso cambian las condiciones.

– Correcto. Permanecere a la escucha.

Justo en las afueras de Ashford se produjo un accidente de circulacion entre un gran camion de transporte y un vehiculo privado. El camion desparramo su carga de patatas por la carretera. Devlin, agarrandose con impaciencia al volante, permanecio alli, haciendo cola durante quince angustiosos minutos, hasta que, finalmente, salio de la cola e hizo girar la camioneta.

– Ya es medianoche -le dijo a Steiner-. No podemos permitirnos permanecer mas tiempo aqui parados. Encontraremos otro camino.

– Oh, parece que tenemos problemas, ?no es asi, senor Devlin? -pregunto Munro.

– No, viejo bribon, pero usted si que los tendra como no cierre el pico -le dijo Devlin, que giro en la siguiente carretera a la izquierda.

Ese fue, aproximadamente, el mismo momento en que Asa Vaughan hizo descender el Lysander, en su cuarto intento de aterrizaje. El tren de aterrizaje no era retractil y llevaba luces de senalizacion fijas por encima de las ruedas. Las encendio, pero lo unico que le mostraron fue la niebla.

– Halcon, es imposible. De este modo no voy a ninguna parte.

Por muy extrano que pudiera parecer, fue a Maxwell Shaw a quien se le ocurrio la solucion.

– Necesita mas luz -exclamo-. Mucha mas luz, Quiero decir que podria ver la condenada casa si estuviera en llamas, ?verdad?

– ?Dios mio! -exclamo Lavinia abalanzandose hacia el microfono-. Aqui Halcon. Escuche atentamente. Soy piloto, asi que se de que estoy hablando.

– La escucho -dijo Asa.

– Mi casa esta a trescientos metros al sur del prado y en contra del viento. Voy a ir alli ahora y encendere todas las luces.

– ?No es eso lo que se considera como llamar la atencion? -pregunto Asa.

– No con esta niebla. Ademas, no hay ninguna otra casa en tres kilometros a la redonda. Me marcho ahora. Buena suerte. -Dejo los auriculares y el micro-. Quedate aqui, Max. No tardare mucho.

– Esta bien, muchacha.

Echo a correr hacia la casa. Al llegar ante la puerta respiraba entrecortadamente. Lo primero que hizo fue subir la escalera; luego fue entrando en cada una de las habitaciones, incluso en los cuartos de bano, encendiendo todas las luces y abriendo las cortinas. Despues, bajo a la planta baja e hizo lo mismo. Abandono la casa con rapidez y a unos cincuenta metros de distancia, se detuvo y miro hacia atras. La casa resplandecia con todas las luces encendidas,

Al regresar al cobertizo vio que Maxwell Shaw estaba bebiendo de un frasco de bolsillo que se habia llevado consigo.

– Ese condenado lugar parece como un arbol de Navidad -le dijo el.

Lavinia le ignoro y tomo el micro.

– Bien, ya Jo he hecho. ?Esta eso mejor?

– Echare un vistazo -dijo Asa.

Hizo descender el Lysander hasta los quinientos pies de altura, sintiendose repentinamente abrumado por un extrano fatalismo,

– Que demonios, Asa -se dijo con suavidad -. Si sobrevives a esta maldita guerra, solo tendras que pasar cincuenta anos en Leavenworth, de modo que no tienes nada que perder.

Continuo el descenso y ahora la niebla quedo banada por una especie de difuso resplandor. Un segundo mas tarde pudo ver Shaw Place, con todas las ventanas encendidas. Siempre habia sido un buen piloto pero en estos momentos sus reflejos actuaron de forma aun mas extraordinaria al tirar hacia atras de la palanca y elevarse por

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