cargas que llevan una capa metalica llena de clavos en el centro, y que son capaces de diezmar una Compania entera.

– Aparentemente, un pequeno recuerdo para nosotros -dijo Barcelona.

El Viejo no pudo contener su sorpresa.

– ?Como lo habeis sabido?

– La joven nos lo ha dicho, sargento. C’est tout - contesto Hermanito.

– ?Por que ha delatado a sus compatriotas? -pregunto Barcelona.

– Sin duda, porque no les quiere -replico secamente el legionario.

– Es posible, camarada. Pueden haber muchos motivos para que alguien se convierta en soplon.

– Si sus colegas se enteran de esto, la ahorcaran – declaro Barcelona.

Hermanito comparecio. Jadeaba con fuerza.

– Ese cretino se me ha escapado. Estos malditos abetos pueden ocultar un regimiento entero. Pero tengo su «Nagan», y creo que le he metido una bala en el trasero.

El Viejo cogio la pesada pistola «Nagan» y la sopeso pensativo.

– Pistola de comisario. Hemos estado a punto de ser enviados al cielo. Gracias a Dios por habernos enviado a esa pequena soplona.

Barcelona lanzo una carcajada sarcastica.

– Estoy seguro de que el buen Dios lo olvidara cuando Ivan le ponga la mano encima.

– Esto no nos incumbe -dijo el Viejo, con un ademan, despreocupacion.

Stege movio la cabeza.

– Desde luego, Schiller tenia razon.

– ?Schiller? -pregunto Porta-. ?Que diablos tiene que ver Schiller con esto? Esta muerto, ?no?

– «El enemigo aprecia la traicion, pero desprecia al traidor» -recito Stege.

– Tu sabiduria me la meto donde yo se – rezongo Hermanito -. Lo esencial es haber salvado la piel. Que ahorque a esa chica. Que ahorquen a toda la pandilla, si les apetece con tal de que no me ahorquen a mi.

E hizo restallar su lazo.

– Si hubieses visto como le ha asomado la lengua cuando he apretado el lazo… No ha dicho ni una palabra. Ha estado a punto de enfriarme, pero yo he sido el mas fuerte. Contra este hilo no tienen nada que hacer.

– Ya has estrangulado a bastantes -dijo el Viejo, mirando a Hermanito.

Heide pregunto:

– ?Que te gusta mas: violar a las mujeres o estrangular a los hombres?

– Cada cosa tiene su encanto – replico Hermanito, riendo.

– Quisiera saber como has podido llegar a este punto -dijo el Viejo.

– Pues no lo se -contesto Hermanito-. En aquel maldito colegio ya sabeis, decian que eso de ir con las mujeres era un pecado y que estaba prohibido. Supongo que si no lo hubiesen prohibido, no hubieramos deseado tanto hacerlo. Y cuando se ha probado dos o tres veces echar una cana al aire sin permiso, se convierte en una costumbre.

Stege murmuro algo entre dientes.

– Entonces, uno inventa sus propios metodos para liquidar -prosiguio Hermanito-. Algunos prefieren el cuchillo, como Anda o Revienta. Otros, un fusil con teleobjetivo, como Porta. Julius, por ejemplo, prefiere el lanzallamas. Sven se las arregla mejor con las granadas. Y tu, Viejo, eres un experto con el fusil ametrallador. Conoci a un SS a quien le encantaba sacar los ojos a la gente. Yo, personalmente, prefiero el lazo. Y no olvideis que esta idea se la debo a un sargento Tommy al que conocimos en Belgica. Me enseno el truco. Como recordareis, le costo la vida al feldwebel Aue. Deberiais probarlo una vez. ?Es tan divertido cuando cambian de color…! Y luego, los ojos…

– ?Que porqueria de guerra! -dijo Stege, suspirando apesadumbrado.

El Viejo movio la cabeza resignadamente.

Entramos en las viviendas de la granja. Los paisanos se peleaban alrededor de la mesa. Ni siquiera nuestra entrada les detuvo.

– ?Ramera, puerca! -vocifero un viejo, acusador, escupiendo a la cara de la joven.

– Consejo de guerra privado -murmuro Barcelona-. ?Que bien conozco esto!

El bebe lloraba.

La muchacha se precipito hacia el Viejo.

-Pan Feldwebel. -Y senalo al anciano con un dedo acusador-. El delatar soldados germanski a la NKVD. El llamar Hiwis [12].

– ?Zorra! -gruno el viejecillo-. Matare a tu bastardo.

El bebe se puso a llorar con mas fuerza, como si hubiera comprendido la amenaza. Estaba abandonado en una silla, junto a la pared. Todo el mundo se mantenia apartado, como si tuviera lepra.

– Mi novio, el Schardfuhrer SS, volver. El prometer - repuso!a muchacha llorando histericamente.

– Los NKVD vienen -exclamo el viejo furioso-, y tendras una cuerda alrededor del cuello. Con tus denuncias, has asesinado al teniente Vlego. Y tambien eres culpable de la muerte del capitan Beschow.

– ?Quien es usted? -pregunto el Viejo.

– ?Vete al diablo…! -vocifero el otro.

– Locura nacional -declaro Barcelona-. Conozco esto. Palabras imprudentes. Si en vez de nosotros hubieran venido los hombres de la calavera bordada, le hubieran cortado ya la cabeza.

– ?Lo estrangulo? -propuso Hermanito, haciendo crujir el lazo.

– Tu, estate tranquilo -replico el Viejo.

– Terminemos con toda la banda -propuso Heide-, y marchemonos.

– En mi opinion, lo que deberiamos hacer es cargamos a todos los fulanos y llevarnos a todas las gachis -dijo Hermanito.

– Soy yo quien da aqui las ordenes -gruno, energico, el Viejo.

– ?Todos son partisanos! -grito la muchacha-. Liquidelos, Pan Feldwebel. Ellos matar capitan germanski. Esta enterrado en estercolero. Si tu quieres, yo ensenarte donde.

Un silencio siniestro reino en la habitacion.

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