Heide y
– Espero que eso es todo, ?no? -pregunto el teniente Ohlsen.
El legionario y yo bajamos de un salto. Permanecimos un momento detras de unos barriles, acechando. Despues, registramos la cueva, que se extendia bajo toda la casa.
Oimos un ruido sordo detras de nosotros. Dimos media vuelta, preparados para disparar.
– ?Cretino…! -gruno el legionario al descubrir a
– ?Quedan mas gachis? -pregunto
Subimos a reunimos con los otros. Porta habia encontrado unas botellas, que probaba con prudencia.
– ?Vodka? -pregunto a los paisanos-.
Nadie le contesto.
– Bueno, ?estais listos? -grito el teniente Ohlsen-. Nos marchamos.
Heide fumaba, en un rincon, mientras observaba con recelo a los dos sujetos que acababan de salir de la cueva.
– ?Que sucede? -pregunto
– ?Tu que piensas, Porta?
– Lo mismo que tu, Julius. Esos dos no son precisamente ninos del coro. Son colegas, estoy dispuesto a apostar una botella de vodka.
El teniente les escucho con atencion.
– Sin duda se trata de unos desertores. Es cosa que no nos importa
– ?Con unas jetas asi? -dijo
– Tienes razon. A esta raza solo se la encuentra en dos sitios. En la NKVD y en las SS. Esta raza no deserta.
– Dios sabra lo que hacen aqui -reflexiono Porta, con los ojos semicerrados.
– ?Quereis que los estrangule?
– ?Abajo las zarpas! -ordeno Porta.
El teniente Ohlsen, que habia salido de la habitacion con la patrulla, regreso en compania de
– Vamos, salid -ordeno-. Aqui ya no tenemos nada que hacer. Los dos desertores no me interesan.
– ?Desertores? -dijo
Estos movieron la cabeza, esforzandose por sonreir:
– Tu turno, Porta -dijo
– ?Quien manda aqui,
– Si hay que interrogar a los prisioneros, ya dare yo las ordenes -prosiguio el teniente.
– Bien, mi teniente -contesto
Porta se encogio de hombros, cogio su metralleta y abandono la habitacion en pos de nosotros. Ya en la puertas, volvio y miro, una vez mas, a los dos hombres.
– Habeis tenido suerte, chicos. Mis saludos a vuestros colegas cuando volvais a verles. Si nuestro teniente no hubiese estado aqui,
Luego, con una risotada:
– Voy a deciros una cosa: nuestro teniente no ha comprendido lo que es esta guerra. Pero nosotros y vosotros dos si lo sabemos.
– En columna de a uno detras de mi -ordeno el teniente Ohlsen.
– Pero, ?donde se han metido
Nadie lo sabia. La ultima vez que les habiamos visto estaban en la granja.
– ?Pandilla de cretinos! Vaya a buscarles, Beier, Llevese a varios hombres. Deben de estar en la cueva, bebiendo. Pero apresurense a reunirse con la Compania. Ya hemos perdido bastante tiempo.
– Si esos dos bandidos han encontrado «schnapps» y nos lo han ocultado -dijo Porta-, oiran hablar de mi. Joseph Porta,
Poco antes de alcanzar la granja, oimos un peculiar silbido de aviso.
Nos escondimos silenciosamente tras unos arbustos. Aparecio el legionario.
– ?Que diablos haceis? -pregunto
– De caza, mi sargento -contesto el legionario, riendo-. Nuestros dos
De repente, un grito femenino resono en las tinieblas.
– ?De caza? -repitio
Se irguio y corrio hacia la granja, con la metralleta al hombro.
– Tenga cuidado -le aconsejo el pequeno legionario-. Esto es un avispero.
Algo zumbo por el aire.
Un estallido. Y, despues, un relampago que desgarro la oscuridad.
– Principiantes -afirmo Barcelona-. No saben lanzar granadas.
– ?Que jaleo! -dijo, en la oscuridad, la voz de
Y a continuacion estallo una violenta pelea. Blasfemias en aleman y en ruso. Ruidos de ramas que se rompian. Acero contra acero. Alguien lanzo un horrible estertor.
– Numero uno -dijo la voz satisfecha de
Un ruido de pasos precipitados; despues, resono un disparo.
– ?Maldita sea! ?Que sucede? -pregunto Heide.
– Id a ver – contesto
Entre los arbustos tropezaron con un cadaver. Porta se inclino sobre el.
– Estrangulado -dijo brevemente.
Era uno de los dos jovenes rusos. A su lado, habia una carga triple; una de esas