pedazo de chatarra en el pecho.
El teniente ruso protesto:
– No dejara que nos ahorquen, ?no es verdad, mi teniente?
– De ningun modo. Si hay que ahorcar a alguien, es a ese bufon.
En el primer piso, una ventana se abrio violentamente. Asomo el comandante:
– No quiero dejar de ponerle en guardia contra cualquier negligencia en la posicion. Para su informacion, me permito repetirle que somos especialistas del Consejo de Guerra.
Rio malevolo y cerro la ventana con un golpe seco.
– ?Vaya carnaval! -se dijo Porta en voz baja-, San Pedro, protegenos. Lo necesitamos mucho.
– Callate, Porta -pidio el teniente Ohlsen-. No es momento para bromas.
El adjunto del comandante, un joven teniente, aparecio en e umbral.
– Mi teniente, nuestro comandante ordena que se dirijan a la posicion en formacion reglamentaria.
– Bien -contesto, sonriendo, el teniente Ohlsen-. Estamos dispuestos a marchar directamente hasta el infierno.
El otro se encogio de hombros y contesto, indiferente:
– Como le parezca.
Hicimos nuestros agujeros un poco mas lejos de la colina. El terreno era pesado, pero no demasiado duro. No tardamos mucho en terminar nuestros agujeros de tiradores.
– Estan bebiendo «schnaps» a escondidas -dijo Heide.
Los tenientes Ohlsen y Spat estaban sentados en uno de los agujeros y cuchicheaban con el teniente ruso. Ante ellos tenian un mapa que consultaban sin cesar.
– Estan dando el horario de los trenes al oficial de Ivan.
– ?Que quieres decir? -interrogo Stege-. Nuestro teniente hace bien. No desea ahorcar al primero que llega, venga la orden de donde venga.
– ?Crees que dejara marcharse a sus colegas? -dijo Heide, incredulo.
– ?Que otra cosa, si no? -repuso Barcelona-. Si aun estan aqui cuando el comandante venga, los hara ahorcar por sus propios hombres y el teniente Ohlsen comparecera ante un Consejo de Guerra… Desobediencia. Doce fusiles. ?Pum!
– Creo que voy a hacer limpieza -observo Heide en voz alta -. No estoy de acuerdo con eso de dejar que se marchen esos tipos. De todos modos, nunca he comprendido por que se hacen prisioneros. Un tiro en la nuca y te quedas tranquilo. Los cadaveres no crean problemas. Y ademas, ya lo podeis ver; nunca he hecho prisioneros.
– Y que dirias si un dia cayeses prisionero de los Ivan y uno de ellos preparara su «Nagan», ?eh?
Furioso, Heide lanzo una paletada de tierra a gran distancia.
– Ante todo, es inconcebible por lo que a mi concierne; pero aparte de esto, si ocurriera, esperaria el tiro en la nuca. Si no lo hicieran, les despreciaria. ?Crees que temo estirar la pata? He sido el mejor suboficial de toda la guarnicion. Hace nueve anos que soy soldado. Nunca he sido capturado ni lo sere jamas. -Levanto un pie-. ?Veis como la suela esta impecablemente limpia? -Se volvio-. La raya de mi pantalon ?esta como es debido? Si teneis un centimetro, venid a comprobar si mi corbata es reglamentaria. – Se quito el casco ?Llevo la raya derecha? ?Esta o no esta mi cartuchera a dieciocho centimetros de la hebilla de mi cinturon? Y los pliegues del costado de mi capote, ?no tienen tres centimetros? En mi todo esta en regla. Siempre he sido igual desde el dia en que decidi que el Ejercito seria mi padre y mi madre. No me importan los motivos por los que un ejercito lucha. Mataria a mi abuela si me lo ordenaran. Soy soldado porque me gusta serlo.
Habia que reconocerlo. Heide era siempre perfectamente reglamentario. Incluso despues de los cuerpo a cuerpo mas feroces, siempre parecia a punto de presentarse a una revista.
– Pero, ?que relacion tiene esto con dar el tiro de gracia a los prisioneros? - pregunto Stege.
– ?Que cabeza mas dura tienes! -se burlo Heide-. ?Y tu has estudiado? ?Vamos, anda! Yo solo he ido a la escuela primaria, pero conozco la vida mucho mejor que tu y todos los demas asnos. ?Has aprendido, por lo menos, a utilizar la bayoneta? ?A detener los golpes y todo eso? ?Te imaginas que es para coger prisioneros? ?Disparar completamente oculto o a medias, apuntar bien, con la boca del arma en el borde, el colimador? Lo has aprendido todo, Hugo. Eres miembro de la sociedad desde hace cuatro anos y no has entendido nada en absoluto. ?Por que tan pocos estudiantes llegan a comandante? No tienes mas que mirarte…
– Sin duda tienes razon -capitulo Stege.
– Claro que la tengo. Y me cargare a nuestros seis amigos en cuanto se las piren.
– Te denunciare al teniente Ohlsen -dijo Stege.
– Hazlo -replico Heide, riendo-. ?Y que crees que me hara? ?Crees que me ocurrira algo?
Se inclino sobre su pala; lo oimos murmurar desde el fondo de su agujero
– ?Vete al cuerno, pobre estudiante cretino!
Habiamos terminado de cavar los agujeros. Un obus cayo silbando. Un recluta lanzo un grito estridente y salto fuera de su agujero.
– ?Socorro! ?Estoy herido!
Dos de sus camaradas fueron en su ayuda. Empezaron a correr hacia retaguardia, lejos de la posicion.
– Camarada, querido camarada, estas herido. Te llevaremos lejos de aqui. Te acompanaremos hasta la enfermeria mas remota.
– Si, vaya suerte -se burlo Heide-. Precisamente antes de que esto empiece a animarse de veras. Esos heroes de pacotilla no saben luchar, pero no pierden el tiempo en aprender los trucos buenos.
Habiamos colocado nuestra olla en el fondo de un gran agujero. La habiamos cubierto con cuidado para que nada le ocurriera al jugo.
La luna desaparecio detras de una alfombra de nubes. La noche parecia un muro de terciopelo.
– ?Que silencio! -murmuro
– Es absurdo -observo Stege-. Tanto silencio produce miedo.
Oiamos un perro que ladraba a lo lejos.
– ?Donde diablos se ha metido Ivan? -pregunto
– Estan alli, en sus agujeros. Les asusta el silencio, como a nosotros.
– ?Si por lo menos disparara alguien…! -dijo Heide-. Esta calma trastorna a cualquiera.
Una risa diabolica corto como un cuchillo el silencio de la noche. Se la tenia que oir a varios kilometros de distancia. Era Porta. Jugaba a los naipes con