Heide enarco una ceja y sonrio sin poder ocultar su alegria.

– ?Un nido de asesinos? No puedes escoger, Viejo. Desenterremos al individuo. Ya puedes preparar tu lazo, Hermanito.

– Unteroffizier Heide -grito el Viejo con ojos llameantes -, soy yo quien da las ordenes.

Se acerco a Heide y apoyo un dedo en su KVK I [13] de plata brillante.

– Por lo visto te falla la memoria. ?No te acuerdas de como obtuviste esta chatarra? Denuncia, Herr Unteroffizier, cinco cabezas por un pedazo de chatarra recortado. No hemos olvidado al granjero ruso [14].

– Tu no estas bueno -rezongo Heide-, pero haz lo que quieras con estos cretinos. Yo me lavo las manos.

El legionario rio suavemente,

– Cuanto ruido para nada. Con dejar a Hermanito solo cinco minutos aqui, todo resuelto. Ordenale limpiar, y el problema esta resuelto.

– Llevenme -imploro la joven-. Van a matarnos, a mi bebe y a mi.

El Viejo, cansado, se encogio de hombros.

– No podemos llevarte. Pero recoge tus cosas y desaparece mientras estamos aqui.

– Tu fusilar ellos, Pan Feldwebel. Orden del Fuhrer, dice mi novio. Ellos asesinar oficial germanski. Tu no liquidar, yo contar a mi novio. SD venir, tu ser colgado. Yo dar orden, yo mujer SS.

De su bolsillo saco un Ausweis rosa, que coloco ante las narices de el Viejo.

Sabiamos lo que era: una pequena tarjeta de identidad cuadrada.

– Tu fusilar en seguida, Pan feldwebel. O tu ser colgado -amenazo.

– Verdaderamente, esta gachi esta bien dotada -comento Porta, riendo-. ?A ti que te parece, Hermanito? ?Te gusta el genero?

Hermanito hizo chasquear su lazo.

– Si, con este bien apretadito en el cuello.

– ?Tienes ganas de estrangularla? -pregunto el legionario, haciendo ademanes significativos.

– ?Que si tengo ganas? -suspiro Hermanito.

Los rusos respiraron. Sin duda, entendian lo que deciamos.

La vieja no habia dejado de toser, mientras se rascaba el vientre con ayuda de un cepillo de mango largo; escupio en el suelo y avanzo un paso hacia el Viejo.

– Tovarich Comandante, esta mujer es una soplona. Antes de vuestra llegada, tenia un amigo, un teniente de la NKVD. Denuncio a su propia madre por haber matado ilegalmente un cerdo. Madre llevada a Siberia. Despues, ha sido amiga de un SS Al mismo tiempo que se entendia con los cosacos de Vlassov.

Escupio de nuevo en el suelo.

– Ya sabes, tovarich, policias de la SD. Esa canalla denuncio a todo el mundo a aquellos tipos. Tiene una pistola escondida tras el artesonado de la cocina. Cogela, para que podamos dormir en paz. Dios te lo agradecera y todo el pueblo encendera una vela por ti. Llevate su bastardo y devuelveselo a Hitler.

– ?Donde esta tu pistola? -le pregunto el Viejo a la muchacha.

– Tengo derecho a tenerla -exclamo esta, fuera de si-. Estoy bajo la proteccion de la SS.

Antes de que pudieramos rechistar, Hermanito le coloco el lazo alrededor del cuello. El rostro de la joven se volvio violaceo.

– ?Bravo, soldado, estrangulala! -gritaron los rusos.

El bebe lloro de una manera que destrozaba el alma; como si comprendiera la amenaza que se Cernia sobre su madre.

Hermanito rio, diabolico.

– Nuestro Feldwebel te ha preguntado donde tenias el cacharro. Canta, pajarito.

El Viejo se lanzo sobre Hermanito y le golpeo furiosamente las manos con el canon de su metralleta.

– Deja a esta muchacha o te derribo.

Hermanito aflojo el lazo y se volvio hacia el Viejo, como alguien que no entiende nada.

– ?Pero si es una soplona: ?Por que no he de tener derecho a estrangularla? Si no lo hago yo lo haran los otros… Podrias darme este gusto

– ?Retirate! -grito el Viejo, mientras quitaba el seguro de su metralleta.

Todos se apartaron de Hermanito. Tanto los rusos como; nosotros estabamos convencidos de que el Viejo iba a disparar.

Hermanito se guardo el lazo y aparto a la muchacha.

– Cuando esta guerra haya terminado, tratare de ser miembro de una sociedad parlamentaria, donde se tenga derecho a discutir razonablemente. Es muy fatigosa esta mania de meterte una metralleta ante las narices por un quitame alla esas pajas.

– ?Donde esta tu pistola? -le pregunto el Viejo a la muchacha.

– Aqui -contesto Porta desde la cocina. Enarbolaba una «PPD/38»-. No era dificil de encontrar; pero, de todos modos, es un juguete algo pesado para un gorrion como tu.

Enseno dos cargadores suplementarios, o sea, tres veces setenta y una pildoras.

– ?Esta cargada con balas dun-dun? -pregunto el Viejo, incredulo.

– Si -repuso Porta, riendo.

Y saco habilmente una bala de un cargador y la lanzo contra la pared.

El proyectil estallo con ruido seco.

– Explosivo -comento Barcelona-. Una joven de armas tomar. Con todos mis respetos.

El Viejo fruncio el ceno.

– Llevaos la metralleta. Nos vamos. Si quieres salvar la vida, pequena, desaparece. Pero a toda prisa. Si volvemos a encontrarte, dejare libertad de accion a Hermanito.

– No teneis derecho a quitarme mi arma -grito la muchacha-. Me quejare a las SS.

Dio media vuelta y se marcho.

Hermanito se froto la nuez y lanzo una mirada hambrienta a la chica.

– Tal vez la proxima vez, pajarito.

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