– Intenta tan solo meter la nariz y te las veras conmigo.
– Aguafiestas -refunfuno
El silbato del teniente Ohlsen resono en la oscuridad.
– ?5.? Compania, preparada para la marcha! En columna, en el camino. Pero aprisa, senores.
El
– ?No lo habeis oido, cretinos? El jefe de Compania ha dado la orden de marcha.
– El unico cretino que hay aqui eres tu -siseo el legionario.
Huhn empezo a despotricar.
En aquel momento, ocurrio algo que sorprendio a todo el mundo.
–
Porta se echo a reir.
– ?Bien dicho! Pero, ?de que sirve tener tantos miramientos con un imbecil?
Huhn se disponia a poner el grito en el cielo, pero una mirada de
– Os creeis muy listos, ?eh? Pues esperad, y vereis.
Tras lo cual, se acerco al teniente Spat, a quien empezo a quejarse en voz alta. El teniente Spat se marcho tranquilamente, dejandole con la palabra en la boca.
– Vamos, vamos -ordeno el teniente Ohlsen desde el camino-. A las armas, muchachos, y en fila. Porta, ?maldita sea!, muevete…
Porta y
Heide y
– Vuelvelo a hacer otra vez, muneco de carton, y recibiras tal bofetada que te olvidaras de tu padre, de tu madre y de Hitler.
El recluta se quedo boquiabierto, pero guardo un prudente silencio.
– ?Hatajo de desgraciados…! -gruno
Los jefes de seccion indicaron el rumbo a seguir.
– Mirada al frente. Porta, ?maldita sea!, ?donde esta tu casco? No quiero verte con esta especie de sombrero de copa -grito el teniente Ohlsen-. Me vuelve loco.
Porta se quito el enorme sombrero amarillo.
– ?No tienes casco? -insistio el teniente Ohlsen, irritado.
– No, mi teniente. Ivan me lo birlo.
El teniente Ohlsen movio la cabeza y miro al teniente Spat. Ambos renunciaron a seguir discutiendo con Porta.
– Vamos, cubrete, Porta. No puedes ir con la cabeza desnuda.
El sombrero de copa volvio a dominar toda la Compania. Parecia una chimenea.
– ?Media vuelta a la izquierda! ?De frente, marchen!
La lluvia nos azotaba el rostro y resbalaba a chorros por nuestras espaldas.
Una liebre atraveso el camino.
– Nos habria sido muy util -dijo Porta, suspirando.
– La hubiesemos cocido en nuestro brebaje -anadio
– Es lo que hacen en las grandes tascas -explico Heide.
– ?Y es bueno? -pregunto Porta.
– Sin duda. Los ricos pagan mucho dinero para comerlo -repuso Heide.
– Si por lo menos tuviese una gachi… -medito
– ?Te seria posible con un tiempo asi? -pregunto Heide, pegando un codazo a
– ?Yo? Siempre estoy dispuesto.
– Es completamente imposible -protesto Steiner, el chofer de camion que estaba con nosotros porque habia vendido un camion del Ejercito a un italiano, en Milan.
– Lo que cuenta es el calor interior -dijo
– No te creo -insistio Steiner, obstinado.
– A callar, ladron -vocifero Hermanito-, o te las veras conmigo.
– Tendrias que ser el ultimo en escandalizarte. ?Existe un solo articulo del Codigo penal que no hayas violado?
– ?Mierda! El Codigo Penal esta hecho para que alguien le saque provecho; por lo demas, he de decirte que, sobre todo he sido condenado a causa del articulo que trata de la «cosa» y tambien puedo afirmarte que siempre he sido honrado al escogerlas. No soy como ese fulano que nos cargamos hace quince dias, y que las conocia de menos de dieciseis anos. Las mias siempre han tenido mas de veinte anos, sin excepcion.
– ?Les pides la partida de nacimiento antes de acostarte con ellas? -pregunto Porta, riendo.
– ?Cuantas tienes en la lista? -interrogo Heide con interes.
– ?Oh! Nunca he llevado la cuenta, pero son muchas -decidio
Se habia quedado muy pensativo.
– No hablen tan fuerte; estamos cerca de Ivan -intervino el teniente Ohlsen.
Abandonamos el camino para meternos en las montanas. El terciopelo de la hierba sofocaba el ruido de nuestros pasos. En algun punto de las tinieblas una vaca suspiraba de satisfaccion.
Se dieron ordenes en voz baja:
– En columna de uno.
El
El teniente Spat comparecio en el acto y silbo entre dientes, a una presion de doscientas atmosferas.
– ?Idiota! ?Esta completamente loco? ?Apague eso antes de que los tiradores nos localicen! Mereceria que le matara aqui mismo. Larguese a retaguardia de la Compania, no quiero volver a verle.
Huhn desaparecio con el rabo entre piernas.
De repente, una granja aparecio ante nosotros. Descubrimos un leve resplandor. El teniente Ohlsen levanto una mano para ordenar alto. Apenas respirabamos. ?Que habria en aquella granja? ?Estaria Ivan, con las ametralladoras preparadas para rociar a toda la Compania?