Contemplaron pensativamente al general ahorcado.
– Ese ha cambiado ya de piel -murmuro Stever-. Si el capellan no miente, ahora esta en una nube, riendose de nosotros. Sin reglamento ni preocupaciones. En el fondo, me da lastima. Hubiera podido ser nuestro abuelo. ?Dios, si he llegado a atizarle! Era uno de los tipos mas duros que he visto. No puedes tener idea de la gente que a la que he golpeado, Holzer. Soy un experto en eso, y siempre haran falta tipos como yo. En la vida, lo importante es ser especialista en algo. Fijate, hace media hora
– No -murmuro Holzer, vacilante, mientras por el rabillo del ojo contemplaba al general que yacia bajo la ventana-. ?Como diablos quieres que sepa cual es la especialidad de tu camarada de Regimiento? De lo unico que me alegro es de no conocerle. Cuando cambie la cosa, solo esto sera motivo suficiente para que te busquen las cosquillas.
– Tienes toda la razon, Holzer. No eres tan tonto como eso. Pero por el momento, hablemos de mi camarada Regimiento, y cuando todo cambie le detendremos y nos presentaremos con el como rehen. Nunca adivinaras cual es su especialidad. Mi camarada de Regimiento consigue que todo el mundo diga exactamente lo que quieren sus jefes. Pero solo recurren a el cuando se encuentran con un tipo especialmente tozudo. Tiene sus dominios en el fondo de un subterraneo. Alli vive.
– ?Callate, Stever! -protesto Holzer-. No quiero saber nada mas de eso. -Luego, dominado por la curiosidad, siguio hablando-: Por otra parte, si me interesa saber como se las arregla tu camarada.
Stever se echo a reir.
– Es de lo mas sencillo. Con electricidad de doscientos veinte voltios. Unos delgados hilos electricos y agua. De vez en cuando, un brazo roto. Cuando han sufrido el tratamiento de mi camarada durante una media hora, siempre tienen prisa por confesar. El es un tio listo que lo tiene todo preparado para poder apearse del tren en un abrir y cerrar de ojos y cambiar de camisa. En cuanto a nosotros dos, Holzer, solo se trata de hacer lo que se nos ordena. En resumen: donde hay patron no manda marinero. - Stever lanzo una risotada y anadio secamente-: No tenemos ninguna responsabilidad.
Esta interesante conversacion fue interrumpida por el medico aspirante, que llego en tromba, con su blusa blanca flotando a sus espaldas.
Stever dio el parte. El medico aspirante miro al ahorcado, se encogio de hombros, saco unos papeles de su cartera, se sento ante la burda mesa… Llenaron y sellaron rapidamente el acta de defuncion. Al entregarsela a Stever, el medico no pudo dejar de manifestar:
– Si todos los fallecimientos fuesen tan claros, la cosa resultaria facil. Retire a este tipo.
Tras de lo cual desaparecio como una nube blanca arrastrada por el viento.
Stever y Holzer levantaron el taburete caido y empezaron a bajar al general.
– Confiesa que es estupido -rezongo Holzer-. Primero, lo ahorcamos y sudamos como animales para hacerle un buen nudo, y ahora, vuelta a sudar para descolgarle. Estoy hasta la coronilla.
– ?Maldita sea, deja de decir estupideces! -rezongo Stever-. En el fondo, aqui no se esta tan mal. Podemos quedarnos detras de las rejas de hierro y reirnos de los cretinos que hacen el ejercicio. ?Te acuerdas aun de manejar las armas? Yo he olvidado hasta la fecha de mi ultimo ejercicio.
Rezongando y echando pestes, consiguieron llevar al general hasta el subsuelo. El cadaver se les cayo por la escalera y se acusaron reciprocamente de haberle soltado. Lo arrastraron por los pies a lo largo del pasillo del sotano. Se oyo un ruido sordo cuando la cabeza golpeo contra el marco de la puerta de la celda de castigo.
– ?Maldita sea! No somos mas que unos enterradores -gruno Holzer, exasperado-. No quiero quedarme mas Stever, hoy mismo dimito.
– ?Por todos los diablos, callate de una vez! -grito Stever-, si no quieres que te pegue un par de bofetones Si alguna vez acudes a
– ?Mierda! -murmuro Holzer-. ?Maldita sea! ?Que harto estoy!
Stever vacio su copa y la hizo llenar de nuevo.
Stever meneo la cabeza.
– No