Sir.»

Contemplaron pensativamente al general ahorcado.

– Ese ha cambiado ya de piel -murmuro Stever-. Si el capellan no miente, ahora esta en una nube, riendose de nosotros. Sin reglamento ni preocupaciones. En el fondo, me da lastima. Hubiera podido ser nuestro abuelo. ?Dios, si he llegado a atizarle! Era uno de los tipos mas duros que he visto. No puedes tener idea de la gente que a la que he golpeado, Holzer. Soy un experto en eso, y siempre haran falta tipos como yo. En la vida, lo importante es ser especialista en algo. Fijate, hace media hora el Verraco me ha propuesto un monton de cosas. He dicho que si a todas sus cretinadas, pero no tengo ni la mas ligera intencion de seguir la via que me ha indicado. Tengo un camarada de Regimiento que habia pertenecido a las SS. Cuando nos enteramos en el escuadron, yo servia entonces en el l.er Regimiento de Caballeria, en Stettin. Te aseguro que le hicimos la vida dificil. Cada noche le atizabamos. Tiene una gran cicatriz en el labio inferior, que procede de entonces. Le dimos unas buenas duchas bajo todos los grifos de agua fria. Dio parte, pero el coronel, lo mismo que el capitan, se quedo tan tranquilo. ?Y sabes que, Holzer? Hoy es SS Haupsturmfuhrer y trabaja a las ordenes de el Bello Paul. ?Sabes cual es su especialidad, Holzer?

– No -murmuro Holzer, vacilante, mientras por el rabillo del ojo contemplaba al general que yacia bajo la ventana-. ?Como diablos quieres que sepa cual es la especialidad de tu camarada de Regimiento? De lo unico que me alegro es de no conocerle. Cuando cambie la cosa, solo esto sera motivo suficiente para que te busquen las cosquillas.

– Tienes toda la razon, Holzer. No eres tan tonto como eso. Pero por el momento, hablemos de mi camarada Regimiento, y cuando todo cambie le detendremos y nos presentaremos con el como rehen. Nunca adivinaras cual es su especialidad. Mi camarada de Regimiento consigue que todo el mundo diga exactamente lo que quieren sus jefes. Pero solo recurren a el cuando se encuentran con un tipo especialmente tozudo. Tiene sus dominios en el fondo de un subterraneo. Alli vive.

– ?Callate, Stever! -protesto Holzer-. No quiero saber nada mas de eso. -Luego, dominado por la curiosidad, siguio hablando-: Por otra parte, si me interesa saber como se las arregla tu camarada.

Stever se echo a reir.

– Es de lo mas sencillo. Con electricidad de doscientos veinte voltios. Unos delgados hilos electricos y agua. De vez en cuando, un brazo roto. Cuando han sufrido el tratamiento de mi camarada durante una media hora, siempre tienen prisa por confesar. El es un tio listo que lo tiene todo preparado para poder apearse del tren en un abrir y cerrar de ojos y cambiar de camisa. En cuanto a nosotros dos, Holzer, solo se trata de hacer lo que se nos ordena. En resumen: donde hay patron no manda marinero. - Stever lanzo una risotada y anadio secamente-: No tenemos ninguna responsabilidad.

Esta interesante conversacion fue interrumpida por el medico aspirante, que llego en tromba, con su blusa blanca flotando a sus espaldas.

Stever dio el parte. El medico aspirante miro al ahorcado, se encogio de hombros, saco unos papeles de su cartera, se sento ante la burda mesa… Llenaron y sellaron rapidamente el acta de defuncion. Al entregarsela a Stever, el medico no pudo dejar de manifestar:

– Si todos los fallecimientos fuesen tan claros, la cosa resultaria facil. Retire a este tipo. Obergefreiter, y encierrelo.

Tras de lo cual desaparecio como una nube blanca arrastrada por el viento.

Stever y Holzer levantaron el taburete caido y empezaron a bajar al general.

– Confiesa que es estupido -rezongo Holzer-. Primero, lo ahorcamos y sudamos como animales para hacerle un buen nudo, y ahora, vuelta a sudar para descolgarle. Estoy hasta la coronilla.

– ?Maldita sea, deja de decir estupideces! -rezongo Stever-. En el fondo, aqui no se esta tan mal. Podemos quedarnos detras de las rejas de hierro y reirnos de los cretinos que hacen el ejercicio. ?Te acuerdas aun de manejar las armas? Yo he olvidado hasta la fecha de mi ultimo ejercicio.

Rezongando y echando pestes, consiguieron llevar al general hasta el subsuelo. El cadaver se les cayo por la escalera y se acusaron reciprocamente de haberle soltado. Lo arrastraron por los pies a lo largo del pasillo del sotano. Se oyo un ruido sordo cuando la cabeza golpeo contra el marco de la puerta de la celda de castigo.

– ?Maldita sea! No somos mas que unos enterradores -gruno Holzer, exasperado-. No quiero quedarme mas Stever, hoy mismo dimito.

– ?Por todos los diablos, callate de una vez! -grito Stever-, si no quieres que te pegue un par de bofetones Si alguna vez acudes a el Verraco para decirle que quieres marcharte, empezara a imaginar cosas. Ya has visto a alguno que ha muerto de un disparo accidental, ?no?

– ?Mierda! -murmuro Holzer-. ?Maldita sea! ?Que harto estoy!

El Obergefreiter Stever se inclino sobre la barra del «Matou». Senalo con un dedo al dueno, Emil Corazon de Piedra.

– Tu no entiendes nada, Corazon de Piedra. La mayoria se dejan cortar el cuello sin decir ni pio. Lo peor es cuando les atan y cuando caen.

– No quiero oir hablar de tu maquina mortifera -gruno Emil-. Mi trabajo consiste en vender alcohol, y lo demas no me interesa.

– En este momento, tenemos preparado a un teniente de Tanques. Un buen chico. Lo acepta todo sin rechistar. Tambien el va a emprender el gran viaje. Un buen sujeto. No lloriquea.

– No me gustas, Stever. Eres un tipo repugnante - dijo Emil, quien fingio abstraerse en la limpieza del vaso que tenia en las manos.

Stever vacio su copa y la hizo llenar de nuevo.

– ?Por que soy un tipo repugnante, Corazon de Piedra?

– Porque has asimilado las prisiones y la guerra. Ya no eres un hombre. Te gusta hacer dano.

– ?Estas chiflado, Emil? Claro que no me gusta. Ni yo mismo me gusto.

– Ya lo ves -dijo triunfalmente Corazon de Piedra, mientras dejaba el vaso en una estanteria, encima del espejo-. Incluso tu confiesas que eres un tipo asqueroso. Nadie te quiere. El dia menos pensado, te balancearas en el extremo de una cuerda. A los tipos como tu, se les ahorca.

Stever sacudio la cabeza, se volvio hacia una mujer que esperaba a los clientes en un rincon. Aun era demasiado temprano. La gente no acudia al «Matou» hasta despues de las diez.

– Erika, ?es cierto que soy repugnante?

– Eres una basura. Una cloaca. Emil tiene razon. Un dia te ahorcaran. Hueles a calabozo y a cadalso.

Stever meneo la cabeza.

– No entendeis nada. Los tipos que nos traen me dan lastima. Si, valgame Dios. Pero, ?por que habria de ir a la guerra cuando puedo estar seguro en mi cubil? En una oficina han decidido que el Obergefreiter de dragones Stever ha de ser carcelero; y nunca hay que rebelarse contra el destino. Si un dia vienen a ponerme un papel en la mano y a decirme: Obergefreiter Stever, vete a mirar a los rusos, me marchare sin rechistas, porque no tendre mas remedio. Ahora, estoy en mi prision, y no por mi culpa. ?Acaso soy yo quien dicta las leyes? ?Y tengo yo la culpa de que haya guerra? Hago lo que los jefazos me ordenan. Ni mas ni menos. Y el dia que termine la

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