Tras haber tapado la caja de tortas, Josette se preguntaba adonde iria a parar. Se puso un chaleco sobre su pijama y se sento, pensativa, ante el ordenador apagado. El de Michael estaba a su lado, como un desecho inutil y provocador. Conseguir el verdadero resultado, penso Josette, el que se le habia escapado durante la pesadilla. Las hojas ilegibles le indicaban que se habia equivocado al descifrar las letras de Michael. Un grave error, tachado en rojo.

Evidentemente, concluyo retomando su interpretacion de la frase superviviente. Era grotesco imaginar tal profusion de detalles para una entrega de mierda. Recordar el tipo de embarcacion, la materia y la ciudad de origen. ?Por que no dar tambien su nombre y su direccion, ya puestos? La excesiva chachara de Michael no tenia sentido alguno en el mensaje de un camello. Se habia equivocado por completo y su examen estaba corregido en rojo.

Josette retomo con paciencia la sucesion de letras, dam aba ea aou min ort cru mu cha. Intento diversas frases, diversas combinaciones, sin exito. Aquel filtro le irritaba. Clementine se inclino por encima de su hombro, con la taza.

– ?Es eso lo que te fastidia? -pregunto.

– Me equivoque e intento comprender.

– Bueno, Josette mia, ?quieres que te diga algo?

– Por favor.

– Ese asunto es puro chino. Y el chino solo lo entienden los chinos, eso cae por su propio peso. ?Te preparo leche caliente?

– No gracias, Clemie, me concentrare en esto.

Clementine cerro suavemente la puerta del despacho. No habia que molestar a Josette cuando se devanaba los sesos.

Josette prosiguio su trabajo con el unico grupo de letras que podia guiar sus pasos, aquel aou, aquella rara combinacion de vocales. Yaourt, raout, caoutchouc, un yogur, una buena fiesta y caucho. Clementine tenia razon, era puro chino.

Josette puso decidida su lapiz sobre la hoja. Claro, era chino. La palabra no era francesa, era china, una lengua extranjera. Y que caia por su propio peso para quien dominara esa lengua. Por su propio peso y en el rio, en un rio indio. Outaouais, escribio, febril, bajo su bloque de vocales. Esta vez reconocio el satisfecho chasquido del hacker que ha metido la llave correcta en el cerrojo adecuado. Y dam para Adamsberg, no para Amsterdam. Es extrano, penso Josette, hasta que punto la proximidad hace invisible la evidencia. Pero ella lo habia sabido en su sueno, con las hojas rojas. No era sangre, habia asegurado Clementine. Claro que no. Eran las hojas rojas de Canada, cayendo en otono en el camino. Mordiendose los labios, Josette escribio poco a poco las palabras que manaban por fin de aquella abertura y se colocaban, facilmente, unas al lado de las otras. Min para camino. Mu cha para muchacha, y no para municion o chalupa.

Diez minutos mas tarde, relajada, contemplaba su obra, segura ahora de poder dormir: Adamsbergtrabaja - GatineauOutaouaissenderopaso - cruza - muchacha. Dejo la hoja en sus rodillas.

Asi que Adamsberg tenia, en efecto, pisandole los talones a un delator, Michael Sartonna. Eso nada demostraba en cuanto al crimen, pero al menos era seguro que el joven habia acechado sus desplazamientos e informado de sus encuentros en el sendero de paso. Y que transmitia sus informaciones. Josette sujeto la hoja bajo el teclado y se zambullo bajo las mantas. Al menos no habia sido un error de hacker sino solo de descifrado.

LIII

– Tu Mah-Jong -repetia Adamsberg.

Camille vacilo y, luego, se reunio con el en la cocina. La embriaguez arrebataba el encanto a la voz de Adamsberg, haciendola mas aguda y desfalleciente. Ella disolvio dos comprimidos en un vaso de agua y se lo tendio.

– Bebe -dijo.

– Necesito dragones, ?comprendes? Grandes dragones -explico Adamsberg antes de vaciar el vaso.

– No hables tan alto. ?Que quieres hacer con unos dragones?

– Tengo que tapar unas ventanas.

– Bueno -admitio Camille-. Ya las taparas.

– Con los labradores de ese tipo, tambien.

– Tambien… No hables tan alto.

– ?Por que?

Camille no respondio pero Adamsberg siguio su breve mirada. Al fondo de la habitacion, diviso, bastante difusa, una cama en miniatura.

– Ah, claro -dijo levantando un dedo-. El nino. No despertar al nino. Ni al padre de los perros.

– ?Estas al corriente? -dijo Camille con voz neutra.

– Soy poli, lo se todo. Montreal, el nino, el nuevo padre con los perros.

– Eso esta bien. ?Como has venido? ?A pie?

– En mobylette.

Mierda, se dijo Camille. No podia conducir en ese estado. Saco el viejo juego de Mah-Jong de su abuela.

– Juega -dijo dejando la caja en el bar-, diviertete con las fichas. Yo voy a leer.

– No me dejes. Estoy perdido y mate a una muchacha. Explicame ese Mah-Jong, quiero encontrar los dragones.

Camille examino a Adamsberg con una rapida ojeada. Fijar la atencion de Jean-Baptiste en esas fichas le parecia, de momento, lo unico que cabia hacer. Hasta que los comprimidos actuasen y pudiera proseguir su camino. Y hacerle un cafe bien cargado para que no cayera de bruces sobre el bar.

– ?Donde estan los dragones?

– Hay tres palos en el juego -explico Camille con voz apaciguadora, con la prudencia de cualquier mujer que fuera abordada en la calle por un tipo fuera de sus casillas. Hablar suavemente y esfumarse en cuanto pudiera. Entretenerle con las fichas de su abuela. Le tendio una taza de cafe solo.

– Tienes aqui el palo de los Circulos, aqui el de los Caracteres y, alli, el de los Bambues, del numero 1 al numero 9. ?Comprendes?

– ?Para que sirve?

– Para jugar. Y estos son los honores: Este, Oeste, Norte, Sur y tus dragones.

– Ah -dijo Adamsberg, satisfecho.

– Cuatro dragones verdes -dijo Camille reuniendolos ante sus ojos-, cuatro dragones rojos y cuatro virgenes. Doce dragones en total, ?te bastaran?

– ?Y esto? -pregunto Adamsberg senalando con dedo incierto una ficha llena de adornos.

– Es una Flor, hay ocho. Son honores que no cuentan, salvo por puro adorno.

– ?Y que se hace con todo este follon?

– Jugar -repitio pacientemente Camille-. Debes componer trios o secuencias de tres fichas, a medida que las vas cogiendo. Los trios tienen mas valor. ?Sigue interesandote?

Adamsberg inclino ligeramente la cabeza y tomo su cafe.

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