– ?Como murio?

– No es importante -dijo Hunter con serenidad.

Sanson se quedo callado un momento.

– He oido decir -prosiguio- que a tu hermano lo capturaron en un mercante de Cazalla. He oido decir que Cazalla lo colgo por los brazos, le corto los testiculos y se los metio en la boca hasta que murio ahogado.

Hunter tardo un poco en contestar.

– Es lo que se dice -respondio finalmente.

– ?Y tu te lo crees? -Si.

Sanson lo miro atentamente.

– La astucia de los ingleses. ?Donde esta tu rabia, Hunter?

– Te aseguro que la tengo -dijo Hunter.

Sanson asintio y se levanto.

– Cuando encuentres a Cazalla, matalo enseguida. No dejes que el odio ofusque tu juicio.

– Mi juicio no esta ofuscado.

– No, ya lo veo.

Sanson se marcho. Hunter se quedo mirando la hoguera un buen rato.

Por la manana entraron en el peligroso Paso de los Vientos entre Cuba y La Hispaniola. Los vientos eran imprevisibles y el mar estaba agitado, pero el Cassandra avanzaba a buena velocidad. En algun momento de la noche pasaron junto al oscuro promontorio de Le Mole, la punta mas occidental de La Hispaniola, a estribor. Y al acercarse la aurora, vieron el perfil de la isla Tortuga separandose de la costa norte.

Siguieron avanzando.

Pasaron todo el quinto dia en mar abierto, pero el tiempo fue bueno, y el mar solo estaba un poco picado. A ultima hora de la larde avistaron la isla de Inagua por babor, y poco despues, Lazue distinguio en el horizonte la mancha que dibujaban las Caicos frente a ellos. Era un momento importante, porque al sur de las Caicos habia varias millas de bancos de arena poco profundos y traicioneros.

Hunter dio la orden de poner rumbo al este, hacia las islas Turcas todavia invisibles. El buen tiempo persistia. La tripulacion cantaba y dormitaba.

El sol estaba bajando en el horizonte cuando Lazue alerto a la adormilada tripulacion con un grito.

– ?Barco a la vista!

Hunter se puso en pie de un salto. Escruto el horizonte pero no vio nada. Enders, el artista del mar, hizo lo mismo con el catalejo, buscando en todas direcciones.

– ?Maldicion! -exclamo, y paso el catalejo a Hunter-. Navega de traves, capitan.

Hunter miro por el catalejo. Entre los anillos de color del arco iris, vio un rectangulo blanco en el horizonte. Al poco tiempo, el rectangulo blanco se inclino y se transformo en una pareja de rectangulos parcialmente solapados.

– ?Que os parece? -pregunto Enders.

Hunter sacudio la cabeza.

– Lo sabeis tan bien como yo.

Desde aquella distancia, no habia forma de determinar la nacionalidad del navio que se aproximaba, pero aquellas aguas eran indudablemente espanolas. Hunter dio una ojeada panoramica al horizonte. Habian dejado atras Inagua; tardarian cinco horas en llegar, y aquella isla ofrecia poca proteccion. Al norte, las Caicos eran tentadoras, pero el viento soplaba del nordeste, y tendrian que navegar demasiado cenido al viento para desplazarse a una velocidad suficiente. Al este, las islas Turcas todavia no eran visibles y estaban en el rumbo de las embarcaciones que se aproximaban.

Debia tomar una decision, pero ninguna de las alternativas era satisfactoria.

– Cambio de rumbo -dijo por fin-. En direccion a las Caicos.

Enders se mordio el labio y asintio.

– ?Preparados para virar! -grito, y la tripulacion corrio hacia las drizas. El Cassandra viro bruscamente hacia el norte.

– ?Animo! -dijo Hunter, mirando las velas-. ?Mas rapido!

– A la orden, capitan -acato Enders.

El artista del mar fruncia el ceno con expresion inquieta, y tenia razones para ello porque las velas en el horizonte ya se divisaban a simple vista. El otro barco estaba acortando distancias; el velamen destacaba en el horizonte, y empezaban a distinguirse las velas de trinquete.

Con el catalejo, Hunter vio tres puntas sobre los juanetes. La presencia de tres mastiles significaba casi con total seguridad que se trataba de un galeon, aunque podia ser de cualquier nacionalidad.

– ?Maldita sea!

Mientras miraba, las tres velas se fundieron en un unico cuadrado, y luego volvieron a separarse.

– Ha virado -dijo Hunter-. Se dispone a perseguirnos.

Los pies de Enders ejecutaron un baile nervioso mientras su mano apretaba con fuerza la barra del timon.

– No podremos dejarlo atras con este viento, capitan.

– Ni con ninguno -dijo Hunter lugubremente-. Recemos para que encalme.

La otra embarcacion estaba a menos de cinco millas de distancia. Con aquel viento constante, ganaria terreno inexorablemente al Cassandra. Su unica esperanza era que el viento disminuyera bruscamente; entonces el menor peso del Cassandra le permitiria poner distancia.

A veces, el viento encalmaba con la puesta de sol, pero a menudo se intensificaba. Muy pronto, Hunter sintio que la fuerza de la brisa en sus mejillas aumentaba.

– Hoy no tenemos suerte -se lamento Enders.

Ya veian las velas maestras del barco perseguidor, tenidas de rosa con la luz del atardecer e hinchadas al maximo con el viento, que arreciaba.

Las Caicos estaban muy lejos todavia, un puerto seguro pero desesperadamente remoto, fuera de su alcance.

– ?Cambiamos de rumbo y huimos, capitan? -pregunto Enders.

Hunter nego con la cabeza. El Cassandra, con el viento en popa, probablemente seria mas rapido que la otra embarcacion, pero eso solo retrasaria lo inevitable. Incapaz de hacer nada, Hunter cerro los punos con rabia e impotencia, mientras las velas del perseguidor se volvian cada vez mas grandes. Ya podian ver el extremo del casco.

– Es un buque de guerra, seguro -dijo Enders-. Pero no distingo la proa.

La forma de la proa era el mejor indicio para deducir la nacionalidad de una embarcacion. Los buques de guerra espanoles solian tener una linea menos pronunciada que los barcos ingleses u holandeses.

Sanson se acerco al timon.

– ?Vamos a combatir? -pregunto.

A modo de respuesta, Hunter se limito a senalar el navio. El casco ya no estaba sobre el horizonte. Estaba casi cuarenta metros por encima de la linea del mar, y tenia dos puentes de artilleria. Las canoneras estaban abiertas, y los hocicos chatos de los canones sobresalian. Hunter no se molesto en contarlos; al menos habia veinte, quiza treinta, en el lado visible de estribor.

– Creo que es espanol -dijo Sanson.

– Lo es -acepto Hunter.

– ?Combatiras?

– ?Combatir contra que? -pregunto Hunter.

Mientras el hablaba, el navio de guerra solto una salva de aviso hacia el Cassandra. Los canones todavia estaban demasiado lejos, asi que los proyectiles se hundieron en las olas por el lado de babor, pero la advertencia era clara. Cien metros mas y estarian a tiro del galeon.

Hunter suspiro.

– Proa al viento -dijo en voz baja.

– ?Como, capitan? -pregunto Enders.

– He dicho proa al viento y soltad todas las drizas.

– A la orden, capitan -dijo Enders.

Вы читаете Latitudes Piratas
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату