Cazalla y supuso que el hombre llevaba varios dias en el mar. Olio el ajo del aliento de este cuando se inclino y le dijo:

– Veamos, ingles. Decidme, ?como os llamais?

– Charles Hunter -contesto, con una voz que sono mas fuerte y segura de lo que habria osado esperar.

– ?Si? Entonces he oido hablar de vos. ?Sois el mismo Hunter que se apodero del Conception la estacion pasada?

– El mismo -dijo Hunter.

– ?El mismo Hunter que dirigio el asalto a Monte Cristo en La Hispaniola y pidio un rescate por Ramona, el dueno de la plantacion?

– El mismo.

– Ramona es un cerdo, ?no os parece? -Cazalla rio-. ?Y sois el mismo Hunter que capturo el barco negrero de De Ruyters mientras estaba anclado en Guadalupe, y escapo con toda su carga?

– El mismo.

– Entonces me complace en gran manera conoceros, ingles. ?Teneis idea de cuanto valeis? ?No? Bueno, ha ido subiendo cada ano, y tal vez haya vuelto a subir. Lo ultimo que se es que el rey Felipe ofrecia a quien lograra capturaros doscientos doblones de oro por vos y ochocientos mas por vuestra tripulacion. Puede que ahora sean mas. Los decretos cambian, se anaden detalles. Antiguamente mandabamos a los piratas a Sevilla, donde la Inquisicion intentaba que os arrepintierais de vuestros pecados y de vuestra herejia. Pero es tan aburrido… Ahora solo mandamos las cabezas y reservamos el espacio de carga para mercancias mas valiosas.

Hunter no dijo nada.

– Tal vez esteis pensando -continuo Cazalla- que doscientos doblones son una suma demasiado modesta. Como podeis imaginar, en este momento estoy de acuerdo con vos. Pero gozais de la distincion de ser el pirata mas valioso de estas aguas. ?Os agrada esto?

– Lo acepto en lo que vale -replico Hunter.

Cazalla sonrio.

– Veo que sois un caballero -dijo-. Y os garantizo que sereis ahorcado con la dignidad de un caballero. Teneis mi palabra.

Hunter hizo una pequena reverencia en su sillon. Observo como Cazalla se acercaba al escritorio y cogia un pequeno cuenco de cristal hermeticamente cerrado. En su interior habia unas grandes hojas verdes. Cazalla saco una y la mastico reflexivamente.

– Pareceis desconcertado, ingles. ?No conoceis esta practica? Los indios de Nueva Espana llaman coca a esta hoja. Crece en las alturas. Masticarla aporta energia y fortaleza. A las mujeres les provoca un gran ardor -anadio con una risita-. ?Os gustaria probarla? ?No? Veo que sois reticente a aceptar mi hospitalidad, ingles.

Siguio masticando en silencio y mirando a Hunter. Por fin, dijo:

– ?No nos habiamos visto antes?

– No.

– Vuestra cara me resulta extranamente familiar. Tal vez en el pasado, cuando erais mas joven.

El corazon de Hunter latia acelerado.

– No lo creo.

– Seguramente teneis razon -dijo Cazalla. Contemplo pensativamente el cuadro de la pared del fondo-. Todos los ingleses me parecen iguales. No distingo unos de otros. -Volvio a mirar a Hunter-. Sin embargo, vos me habeis reconocido. ?Como es posible?

– Vuestro rostro y vuestros modales son muy conocidos en las colonias inglesas.

Cazalla mastico un pedazo de lima junto con las hojas. Sonrio y solto una risita.

– No lo dudo -dijo-. No lo dudo.

De repente, se giro bruscamente y golpeo la mesa con la mano.

– ?Es suficiente! Debemos hablar de negocios. ?Como se llama vuestro barco?

– Cassandra -contesto Hunter.

– ?Y quien es el dueno?

– Soy el dueno y el capitan.

– ?De donde zarpasteis?

– De Port Roy al.

– ?Por que razon emprendisteis este viaje?

Hunter penso unos instantes. Si hubiera encontrado una explicacion plausible, habria contestado inmediatamente. Pero no era facil explicar la presencia de su barco en aquellas aguas. Por fin, dijo:

– Nos informaron de que habia un barco negrero de Guinea en estas aguas.

Cazalla hizo una especie de cloqueo y sacudio la cabeza.

– Ingles, ingles.

Hunter intento fingir reticencia y luego dijo:

– Nos dirigiamos a Augustine. -Era la ciudad principal de la colonia espanola en Florida. No encontrarian grandes riquezas en ella, pero al menos era concebible que los corsarios ingleses pretendieran atacarla.

– Elegisteis un rumbo algo extrano. Y lento. -Cazalla tamborileo con los dedos sobre la mesa-. ?Por que no os dirigisteis hacia el oeste, para rodear Cuba y navegar por el estrecho de las Bahamas?

Hunter se encogio de hombros.

– Teniamos razones para creer que habria navios espanoles de guerra en el estrecho.

– ?Y aqui no?

– Creiamos que aqui el riesgo era menor.

Cazalla se quedo pensativo un buen rato. Masticaba ruidosamente y bebia vino.

– En Augustine no hay mas que pantanos y serpientes -dijo-. No hay nada que compense el riesgo de aventurarse por el Paso de los Vientos. Y en estos parajes… -se encogio de hombros- solo hay asentamientos fuertemente protegidos, demasiado protegidos para vuestro pequeno barco y vuestra miserable tripulacion. - Fruncio el ceno-. Ingles, ?por que estais aqui?

– Os he dicho la verdad -dijo Hunter-. Nos dirigiamos a Augustine.

– Esta verdad no me satisface -dijo Cazalla.

En aquel momento llamaron a la puerta y un marinero asomo la cabeza en el camarote. Hablo rapidamente en espanol. Hunter no sabia espanol, pero si algo de frances, y prestando.itencion pudo deducir que el marinero estaba diciendo a Cazalla que la nueva tripulacion habia asumido el gobierno del balandro y que ya estaba a punto para navegar. Cazalla asintio y se levanto.

– En marcha -dijo-. Venid a cubierta. Tal vez haya miembros de vuestra tripulacion menos reticentes a hablar.

16

Los corsarios estaban alineados en dos filas, con las manos atadas. Cazalla se paseo frente a los hombres. Tenia un cuchillo en una mano y golpeaba la hoja contra la palma de la otra. Por un momento reino un silencio que solo rompia el ritmico chasquido del acero sobre su mano.

Hunter miro el aparejo del barco de guerra. Habia tomado rumbo al este, probablemente para ir a protegerse en el fondeadero de Hawk's Nest, al sur de las islas Turcas. A la media luz, podia ver que el Cassandra los seguia a corta distancia.

Cazalla interrumpio sus pensamientos.

– Vuestro capitan -dijo con un tono de voz fuerte- no quiere contarme cual era vuestro destino. Asegura que os dirigiais a Augustine -continuo con mucho sarcasmo-. Augustine… Hasta un nino mentiria con mas conviccion. Pero os aseguro que descubrire lo que os proponiais. ?Cual de vosotros dara un paso adelante y me lo dira?

Cazalla miro las dos filas de hombres. Los hombres le devolvieron la mirada con expresion vacia.

– Necesitais un poco de estimulo, ?verdad? -Cazalla se acerco a uno de los marineros-. Tu. ?Hablaras?

El marinero no se movio, no hablo, ni siquiera pestaneo. Un momento despues, Cazalla volvio a pasear, arriba y abajo.

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