– Vuestro silencio no tiene ningun sentido -dijo-. Sois todos unos herejes y unos bergantes, y colgareis del extremo de una soga cuando llegue el momento. Pero hasta ese dia, un hombre puede vivir con mas comodidad o menos. Los que se decidan a hablar viviran tranquilamente hasta ese fatidico dia, os doy mi palabra solemne.
Nadie se movio. Cazalla dejo de pasear.
– Sois unos imbeciles. Infravalorais mi determinacion.
Estaba situado delante de Trencher, el miembro mas joven de la tripulacion corsaria con diferencia. El chico temblaba, pero mantenia la cabeza alta.
– Tu, muchacho -dijo Cazalla, con voz mas amable-. No deberias estar en compania de estos granujas. Habla y cuentame el objetivo de este viaje.
Trencher abrio la boca, pero volvio a cerrarla. Le temblaba el labio.
– Habla -dijo suavemente Cazalla-. Habla, habla…
Pero el momento habia pasado. Los labios de Trencher estaban firmes y bien prietos.
Cazalla lo miro con atencion un momento, y despues, con un solo gesto, le corto el cuello con el cuchillo que tenia en la mano. Sucedio tan rapidamente que Hunter apenas se dio cuenta. La sangre empezo a resbalar como una ancha sabana roja por la camisa del muchacho. Sus ojos se abrieron horrorizados y sacudio la cabeza con incredulidad. Trencher cayo de rodillas y se quedo inmovil un momento, con la cabeza gacha, mirando como su sangre goteaba sobre la madera de la cubierta y sobre las puntas de las botas de Cazalla. El espanol retrocedio blasfemando.
Trencher permanecio arrodillado un rato que a todos les parecio una eternidad. Entonces, levanto la cabeza y miro a Hunter a los ojos un largo y atroz instante. Su mirada era suplicante, confusa y atemorizada. Luego sus ojos se pusieron en blanco y su cuerpo cayo sobre la cubierta con un violento espasmo.
Todos los marineros miraron como Trencher moria, pero ninguno de ellos se movio. Su cuerpo se contorsiono, sus zapatos golpearon la madera de la cubierta con un ruido rasposo. Se formo un charco de sangre alrededor de su cara. Y por fin se quedo inmovil.
Cazalla habia observado aquellos espasmos mortales con absoluta concentracion. Despues se acerco, puso el pie sobre el cuello del muchacho muerto y apreto con fuerza. Se oyo un crujido de huesos.
Miro las dos filas de marineros.
– Descubrire la verdad -dijo-. Os lo juro, la descubrire. -Se volvio hacia su primer oficial-. Llevadlos abajo y encerradlos -ordeno. Indico a Hunter con la cabeza-. Llevaoslo a el tambien.
Dicho esto, se fue hacia el castillo de popa. Ataron a Hunter y lo llevaron abajo con los demas.
El navio de guerra espanol tenia cinco puentes. Los dos puentes superiores estaban destinados a la artilleria; algunos tripulantes dormian en ellos, en hamacas tendidas entre los canones. A continuacion estaban los aposentos de los soldados. El cuarto puente estaba destinado al almacenaje de municion, viveres, lena y aparejos, accesorios, provisiones y ganado. El quinto y ultimo puente apenas era un puente propiamente dicho: del suelo al techo, reforzado con gruesas vigas, mediria como mucho un metro veinte y, dado que se encontraba por debajo de la linea de flotacion, no tenia ventilacion. El hedor a heces y sentina era insoportable.
Alli fue donde llevaron a la tripulacion del Cassandra. Los obligaron a sentarse en el suelo, un poco separados los unos de los otros. En las esquinas se apostaron veinte soldados que montaban guardia; de vez en cuando, uno de ellos hacia la ronda con un farol, examinando las ataduras de cada prisionero, para asegurarse de que no se habian aflojado.
No estaba permitido hablar ni dormir, y si algun hombre lo intentaba recibia las patadas de algun guardia. No podian moverse, y si tenian necesidades fisiologicas debian hacerlas donde estaban. Con sesenta hombres y veinte guardias, el pequeno y cerrado espacio pronto se volvio sofocante, caluroso y fetido. Incluso los guardias estaban banados de sudor.
No habia forma de calcular el paso del tiempo. Los unicos sonidos eran los pesados movimientos del ganado en la cubierta de encima, y el interminable y monotono siseo del agua que el barco surcaba. Hunter estaba en un rincon, intentando concentrarse en el sonido del agua, esperando que cesara. Procuraba no pensar en la situacion desesperada en la que se encontraba; el y sus hombres estaban sepultados en las entranas de un poderoso navio de guerra, rodeados de cientos de soldados enemigos, totalmente a su merced. Si Cazalla no anclaba en algun lugar para pasar la noche, estaban condenados. La unica posibilidad de Hunter dependia de que el barco de guerra se detuviera a pasar la noche.
El tiempo pasaba y el seguia esperando.
Por fin percibio un cambio en el gorgoteo de fondo y, por los crujidos de los aparejos, dedujo que el buque habia cambiado de rumbo. Se incorporo y escucho atentamente. No halla duda, el barco estaba reduciendo la marcha.
Los soldados, reunidos y hablando en voz baja, tambien lo percibieron, y lo comentaron entre ellos. Un poco despues, el sonido del agua ceso por completo y Hunter oyo el traqueteo de la cadena del ancla al soltarse. El ancla se sumergio ruidosamente en el agua; mentalmente, Hunter tomo nota de que se encontraba cerca de la proa del barco. De otro modo, el ruido del ancla no habria sido tan nitido.
Paso mas tiempo. El navio espanol se balanceaba suavemente. Debian de haber fondeado en alguna bahia protegida, porque el mar estaba en calma. Sin embargo el barco tenia un gran calado, y Cazalla no lo habria metido de noche en un puerto que no conociera bien.
Se pregunto donde estarian, y espero que fuera una cala cercana a la Gran Turca. Habia varias calas a sotavento suficientemente profundas para un barco de aquellas dimensiones.
El balanceo del barco de guerra anclado era tranquilizador. Hunter se adormecio en varias ocasiones. Los soldados tenian trabajo pateando a los marineros para que se mantuvieran despiertos. En la tetrica penumbra de la bodega se oian a menudo los grunidos y los gemidos de los miembros de la tripulacion que recibian patadas.
Hunter reflexiono sobre su plan. ?Que estaba sucediendo?
Un poco despues, un soldado espanol entro y vocifero:
– ?Todos en pie! ?Ordenes de Cazalla! ?Todos en pie!
Espoleados por las botas de los soldados, los marineros se levantaron, uno tras otro, encorvados en el espacio demasiado bajo. Era una postura dolorosa y terriblemente incomoda.
Paso mas tiempo. Cambio la guardia. Los nuevos soldados entraron tapandose la nariz y bromeando sobre el hedor. Hunter los miro sorprendido; hacia mucho que habia dejado de percatarse del olor.
Los nuevos guardias eran mas jovenes y menos rigidos con sus obligaciones. Por lo visto los espanoles estaban convencidos de que los piratas no podian ocasionarles ningun problema. Enseguida se pusieron a jugar a cartas. Hunter aparto la mirada y observo como caian sus gotas de sudor al suelo. Penso en el pobre Trencher, pero no consiguio sentir ni rabia, ni indignacion ni tan siquiera miedo. Estaba entumecido.
Llego otro soldado. Parecia un oficial y por lo visto le desagrado la relajada actitud de los jovenes. Grito algunas ordenes y los hombres dejaron las cartas apresuradamente.
El oficial dio la vuelta a la habitacion, examinando las caras de los corsarios. Finalmente, eligio a uno y se lo llevo. En cuanto le ordeno que se moviera al hombre le fallaron las piernas; los soldados lo levantaron y se lo llevaron a rastras.
La puerta se cerro. Los guardias fingieron por un instante que cumplian severamente con sus obligaciones, pero despues se relajaron. Sin embargo no volvieron a jugar a cartas. Al poco rato, dos de ellos decidieron competir para ver quien orinaba mas lejos. El blanco era un marinero situado en un rincon. Los guardias se tomaban el juego como si fuera un deporte y reian y fingian apostar enormes sumas de dinero al ganador.
Hunter era solo vagamente consciente de lo que sucedia. Estaba muy cansado; las piernas le ardian de fatiga y tenia la espalda dolorida. Empezo a preguntarse por que se habia negado a confesar a Cazalla el proposito de su viaje. Le parecia un gesto sin sentido.
En aquel momento, los pensamientos de Hunter fueron bruscamente interrumpidos por la llegada de otro oficial, que grito:
– ?Capitan Hunter!
Se llevaron a Hunter fuera de la bodega.
Mientras lo empujaban y pinchaban a traves de las cubiertas llenas de marineros dormidos, que se balanceaban en las hamacas, oyo claramente, en algun lugar del barco, un extrano lamento.
Era como el gemido del llanto de una mujer.