sobre el nivel del mar. Volviendo los ojos hacia el sur, podia ver Ramonas a unas treinta millas de distancia. El Cassandra no estaba a la vista; habia tenido tiempo suficiente para refugiarse en la cala.
Hunter miro hacia la tormenta. Pasarian la noche alli y quiza por la manana la tormenta habria pasado. Pero si era muy fuerte e iba despacio, podian perder todo un dia y no conseguirian cumplir con el horario que se habian marcado. Dentro de tres dias el Cassandra entraria en Matanceros conduciendo a cincuenta hombres a una muerte segura.
– Subiremos ahora -decidio Hunter.
Miro al Moro, que asintio y fue a recoger las cuerdas.
Era una sensacion extraordinaria, penso Hunter: sostener la cuerda entre las manos y, de vez en cuando, sentir un tiron y una oscilacion mientras el Moro ascendia por la pared. La cuerda que Hunter sujetaba entre los dedos era de cinco centimetros de diametro, pero a medida que subia se afinaba hasta parecer un hilo, y el corpachon del Moro era una mota que apenas se discernia en la luz menguante.
Sanson se acerco a Hunter y le grito al oido:
– Estas loco. No sobreviviremos.
– ?Tienes miedo? -grito Hunter.
– Yo no tengo miedo de nada -aseguro Sanson, golpeandose el pecho-. Pero mira a los demas.
Hunter los miro. Lazue temblaba. Don Diego estaba muy palido.
– No podran hacerlo -grito Sanson-. ?Como te las arreglaras sin ellos?
– Lo conseguiran -dijo Hunter-. Tienen que hacerlo.
Miro en direccion a la tormenta, que ya estaba muy cerca, apenas a dos o tres kilometros de la isla. Podian sentir la humedad en el viento. Noto un tiron repentino en la cuerda que tenia en las manos y despues otro, muy rapido.
– Lo ha conseguido -dijo Hunter. Miro hacia arriba pero no veia al Moro.
Un momento despues cayo otra cuerda del cielo.
– Rapido -advirtio Hunter-. Las provisiones.
Ataron los sacos de tela a la cuerda y dieron el tiron acordado. Los sacos iniciaron su ascenso oscilante y a trompicones por la cara de piedra. Un par de veces, la fuerza del viento los alejo un par de metros de la roca.
– ?Por la sangre de Cristo! -exclamo Sanson, al verlo.
Hunter miro a Lazue. Tenia una expresion tensa. Se acerco a ella y le ajusto el arnes de tela alrededor del hombro, y el otro a la cadera.
– Madre de Dios, madre de Dios, madre de Dios -dijo Lazue, con un ritmo monotono.
– Escuchame -grito Hunter, mientras caia otra vez la cuerda-. Manten la cuerda larga y deja que Bassa tire de ti. Mira unicamente la roca; no mires abajo.
– Madre de Dios, madre de Dios…
– ?Me has oido? -pregunto Hunter-. ?No mires abajo!
Ella asintio, sin dejar de murmurar. Poco despues, empezo a ascender y a alejarse del suelo atada al arnes. Al principio estaba tensa y se retorcia y se agarraba a la otra cuerda. Despues recupero la calma y concluyo la ascension sin incidentes.
El Judio era el siguiente. Miro a Hunter con ojos vacios mientras este le daba instrucciones. No parecia oirle; era como un sonambulo mientras se colocaba el arnes y se dejaba izar.
Cayeron las primeras gotas de lluvia; la tormenta estaba muy cerca.
– Tu seras el proximo -grito Sanson.
– No -dijo Hunter-. Yo ire el ultimo.
Ya llovia con cierta intensidad y el viento habia aumentado. Cuando el arnes volvio a bajar, la tela estaba empapada. Sanson se lo coloco y dio un tiron a la cuerda; la senal de que estaba preparado. Al empezar a subir, grito:
– Si mueres, me quedo con tu parte.
Despues se rio y sus risotadas se perdieron en el viento.
Con la llegada de la tormenta, una niebla gris habia envuelto la cima y Sanson desaparecio en ella. Hunter espero. Paso un buen rato hasta que oyo que el arnes mojado golpeaba contra el suelo. Se acerco y se lo coloco. La lluvia y el viento le azotaban la cara y el cuerpo mientras tiraba de la cuerda para dar la senal y empezaba a subir.
Recordaria aquella ascension el resto de su vida. No tenia ningun punto de referencia porque estaba inmerso en una oscuridad gris. Lo unico que veia era la pared de piedra a pocos centimetros. El viento tiraba de el; de vez en cuando lo alejaba del precipicio y despues lo golpeaba contra la roca. Las cuerdas, la roca, todo estaba mojado y resbaloso. Sujetaba la cuerda con las manos e intentaba no dejar de mirar la pared. Perdio pie varias veces y giro, golpeandose la espalda y los hombros contra la roca.
Le parecio que el ascenso duraba una eternidad. No tenia ni idea de donde estaba; si habia llegado a la mitad del trayecto, si solo habia recorrido unos metros o si ya estaba a punto de llegar. Se esforzo por oir las voces de sus companeros en la cima, pero unicamente oia el gemido enloquecedor del viento y el ruido de la lluvia.
Sentia la vibracion de la cuerda mientras le izaban con un ritmo constante y regular. Subia un tramo; despues una pausa; despues un tramo mas. Otra pausa; otro breve ascenso.
De repente, la pauta se altero. La ascension se interrumpio. La vibracion de la cuerda cambio; podia sentirla en su cuerpo a traves del arnes de tela. Al principio creyo que sus sentidos le enganaban, pero despues se dio cuenta de que sucedia: el canamo, tras soportar cinco ascensiones contra la roca aspera, se estaba deshilachando y empezaba a afinarse lenta y angustiosamente.
En su mente vio como se deshacia; en ese momento se agarro a la cuerda guia instintivamente. En el mismo instante la cuerda del arnes se rompio y cayo retorciendose y serpenteando sobre su cabeza y sus hombros, pesada y mojada.
Sintio que la cuerda le resbalaba entre las manos y descendio un tramo, aunque no estaba seguro de cuanto. Intento analizar la situacion. Estaba de cara a la pared de roca, con el arnes mojado alrededor de las piernas tirando de el como un peso muerto y tensando sus brazos ya bastante cansados. Agito las piernas, intentando deshacerse del arnes, pero no lo logro. Era horrible; estaba atrapado. No podia utilizar los pies para apoyarse en la roca; se quedaria alli colgando hasta que por fin la fatiga lo obligara a soltar la cuerda, y entonces se precipitaria al vacio. Las munecas y los dedos le ardian de dolor. Sintio un ligero tiron en la cuerda guia. Pero no lo estaban subiendo.
Volvio a agitar los pies, con desesperacion; de repente una rafaga de viento lo alejo del precipicio. El maldito arnes hacia de vela: cogia viento y lo alejaba cada vez mas. Vio que la pared de roca desaparecia en la niebla mientras el se alejaba varios metros de la roca.
Volvio a agitar los pies y de repente se sintio mas ligero; por fin se habia deshecho del arnes. Su cuerpo empezo arquearse mientras volvia a la roca. Aunque se preparo para el impacto, cuando se golpeo se quedo sin aliento. Grito involuntariamente y se quedo colgando, intentando acompasar la respiracion.
Y entonces, con un ultimo gran esfuerzo, trepo hasta que las manos agarradas a la cuerda estuvieron a la altura de su pecho. Enrosco los pies alrededor de la cuerda un momento, para descansar los brazos. Recupero el aliento. Situo bien los pies sobre la superficie rocosa y trepo por la cuerda con la fuerza de los brazos. Perdio pie; sus rodillas golpearon contra la roca. Pero habia logrado subir un buen tramo.
Lo hizo otra vez.
Y otra vez.
Y otra vez.
Su mente dejo de funcionar; el cuerpo trabajaba automaticamente, por voluntad propia. El mundo quedo en silencio a su alrededor; ni sonido de lluvia, ni aullidos del viento, nada de nada, ni siquiera el jadeo de su respiracion. El mundo se habia vuelto gris y el estaba perdido en la niebla.
Ni siquiera fue consciente de que unas manos fuertes lo agarraban por los hombros, tiraban de el y lo dejaban boca abajo sobre una superficie plana. No oia voces. No veia nada. Mas tarde le dijeron que incluso despues de dejarlo en el suelo, su cuerpo seguia trepando, encogiendose y estirandose, encogiendose y estirandose, con la cara sangrando y apretada contra la roca, hasta que lo inmovilizaron por la fuerza. Pero por el momento, no sabia nada de nada. Ni siquiera sabia que habia sobrevivido.
Hunter se desperto con el canto de los pajaros, abrio los ojos y vio las verdes hojas iluminadas por el sol. Se