– El sol se esta poniendo por el oeste. Dentro de una hora se reflejara en el agua y su brillo nos deslumbrara. No podremos ver los obstaculos de abajo, cuando entremos en la bahia. En estas aguas, un barco no puede navegar hacia el sol sin peligro de que el fondo de coral agujeree el casco.

– Pero Lazue ya ha entrado en el puerto otras veces.

– Si, pero como todo puerto situado a barlovento esta expuesto a las tormentas y a las fuertes corrientes del oceano abierto, eso hace que cambien. Un banco de arena puede variar en unos dias, en unas semanas. La bahia del Mono podria no ser ahora como Lazue la recuerda.

– Oh. -La mujer se callo un momento-. Entonces, ?por que entramos en ese puerto? No os habeis detenido en las ultimas tres noches. Seguid navegando de noche y perdeos en la oscuridad. -Parecia encantada con su solucion.

– Hay luna -objeto Hunter tristemente-. Cuarto menguante. No saldra hasta medianoche, pero sera suficiente para que un barco pueda perseguirnos. Solo tendremos cuatro horas de absoluta oscuridad. No podremos huir de el en un tiempo tan breve.

– Entonces, ?que haremos?

Hunter recogio el catalejo y escruto el horizonte. El navio perseguidor estaba ganando terreno lentamente.

– Iremos a la bahia del Mono. Hacia el sol.

– ?Todos a sus puestos! -grito Enders, y el barco puso proa al viento, poco a poco, cambiando pesadamente de rumbo.

Tardo un cuarto de hora antes de volver a surcar el agua, y durante ese tiempo, las velas de la embarcacion perseguidora se habian vuelto mas grandes.

Mientras Hunter miraba al otro barco por el catalejo, tuvo la sensacion de que algo en aquellas velas le resultaba tristemente familiar.

– No puede ser…

– ?Que, senor?

– ?Lazue! -Hunter grito y senalo el horizonte.

En lo alto, Lazue se llevo el catalejo al ojo.

– ?Quien te parece que es?

– ?Nuestro viejo amigo! -grito ella.

Enders gimio.

– ?El barco de guerra de Cazalla? ?El navio negro?

– El mismo.

– ?Quien esta al mando ahora? -pregunto Enders.

– Bosquet, el franchute -contesto Hunter, recordando al hombre esbelto y compuesto que habia visto a bordo del barco en Matanceros.

– Lo conozco -dijo Enders-. Es un marinero con nervios de acero y muy competente, conoce su oficio. - Suspiro-. Que lastima que no haya un espanol al timon. Tendriamos mas posibilidades. -Los espanoles eran famosos por ser malos marineros.

– ?Cuanto falta para llegar a tierra?

– Una hora larga -dijo Enders-, incluso mas. Si el pasaje es estrecho, tendremos que recoger algunas velas.

Esto reduciria aun mas su velocidad, pero no se podia hacer nada por evitarlo. Si querian mantener el control del barco en aguas placidas tendrian que recoger velas.

Hunter miro hacia el navio de guerra que les perseguia. Estaba cambiando de rumbo, con las velas inclinadas mientras viraba a barlovento. Perdio terreno un momento, pero pronto volvio a avanzar a toda velocidad.

– Si llegamos, sera por los pelos -dijo Hunter.

– Si -reconocio Enders.

En lo alto del palo, Lazue estiro el brazo izquierdo. Enders cambio de rumbo, observando hasta que ella dejo caer el brazo. A partir de entonces siguio en linea recta. Poco despues, el brazo derecho se adelanto, medio doblado.

Enders corrigio el rumbo de nuevo, virando ligeramente a estribor.

CUARTA PARTE. La bahia del Mono

27

El Trinidad se dirigio hacia la cueva de la bahia del Mono.

A bordo del Cassandra, Sanson observaba como maniobraba el galeon.

– ?Sangre de Luis! Se dirigen a tierra -dijo-. ?Hacia el sol!

– Es una locura -gimio el timonel.

– Escuchame bien -dijo Sanson, volviendose hacia el-. Cambia de ruta inmediatamente y sigue la estela de esa bestia espanola, pero siguela exactamente. Ni mas ni menos, exactamente. Nuestra proa debera cortar por la mitad su silueta. Si no lo haces te degollo.

– ?Como piensan arreglarselas navegando de cara al sol? -gimio el timonel.

– Cuentan con los ojos de Lazue -dijo Sanson-. Podria ser suficiente.

Lazue observaba el mar con mucha atencion. Tambien estaba muy atenta a lo que hacia con los brazos, porque cualquier gesto involuntario podria provocar un cambio de rumbo. En aquel momento miraba hacia el oeste, con el brazo izquierdo plano debajo de su nariz para tapar el reflejo del sol sobre el

agua justo delante de la proa. Unicamente miraba a tierra, al contorno verde y montanoso de la isla del Gato, que en ese momento era tan solo un perfil plano, sin profundidad.

Sabia que en algun punto delante de ella, cuando estuvieran mas cerca, el contorno de la isla empezaria a separarse, a definirse, y podria ver la entrada de la bahia del Mono. Hasta entonces, su trabajo consistia en mantener el curso mas rapido para llegar al punto donde ella creia que encontraria la entrada.

Su posicion elevada jugaba a su favor; desde su ventajoso punto de observacion sobre el palo mayor, podia ver el color del agua a muchas millas de distancia, un patron intrincado de azules y verdes de diversa intensidad. En su cabeza, los colores se traducian en medidas de profundidad del agua; los interpretaba como si tuviera delante una carta nautica con datos numericos.

No era una habilidad cualquiera. Un marinero normal que creyera conocer la transparencia de las aguas caribenas, supondria que el azul oscuro equivalia a aguas profundas y el verde a aguas mas profundas todavia. Pero Lazue sabia mas que un marinero normal: si el fondo era arenoso, el agua tambien podia ser azul claro, aunque la profundidad fuera de quince metros. Por otro lado, un color verde oscuro podia significar un fondo de algas y tres metros de profundidad. Ademas, el movimiento del sol en el transcurso del dia jugaba malas pasadas: a primera hora de la manana o a ultima hora de la tarde, los colores eran muy densos y oscuros; habia que tenerlo en cuenta.

Pero por ahora, la profundidad no era lo que le preocupaba. Escrutaba los colores de la costa, buscando alguna pista de la entrada a la bahia del Mono. Recordaba que la bahia era la desembocadura de un riachuelo de agua dulce, como en tantos casos de calas utilizables. Habia muchas otras calas caribenas que no eran seguras para los barcos grandes, debido a la ausencia de aberturas en el arrecife de coral circundante. Para que hubiera una abertura era necesario que hubiera un curso de agua dulce, porque donde habia agua dulce el coral no crecia.

Lazue escruto el agua cercana a la costa, porque sabia que el paso no estaria en las inmediaciones del riachuelo. Dependiendo de las corrientes que arrastraran el agua dulce hasta el mar, el hueco en el arrecife podia estar a medio kilometro al norte o al sur. De todos modos, las corrientes a menudo producian una opacidad pardusca en el agua y un cambio en el aspecto superficial.

Lazue lo escruto todo con atencion y por fin lo vio, al sur del rumbo que llevaba el barco. Indico a Enders las correcciones que debia realizar. Mientras El Trinidad se acercaba, Lazue se consolo pensando que el artista del mar no tenia ni idea de que tenia delante; si supiera lo estrecho que era en realidad el paso en el arrecife se

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