– No puede considerarseme responsable de las tormentas -objeto Hunter.
– ?En que fechas se produjo esa tormenta?
– El doce y el trece de septiembre.
– Es extrano -dijo Hacklett-, porque el tiempo fue apacible en Jamaica en esas fechas.
– El tiempo en el mar no siempre es similar al de tierra -comento Hunter-, como sabe todo el mundo.
– El tribunal os da las gracias, senor Hunter, por vuestra leccion de artes nauticas -dijo Hacklett-. Aunque no creo que tengais mucho que ensenar a los caballeros aqui presentes, ?verdad? -Solto una risita-. Veamos, senor Hunter, disculpadme si no me dirijo a vos como capitan Hunter, ?asegurais, por consiguiente, que ni vuestro barco ni vuestra tripulacion tuvo nunca la intencion de atacar un asentamiento o dominio espanol?
– Lo aseguro.
– ?Nunca concebisteis siquiera el proposito de urdir una agresion criminal?
– No. -Hunter hablo con toda la firmeza de la que era capaz, ya que sabia que su tripulacion no osaria contradecirle en ese punto. Reconocer el episodio de la votacion en la bahia del Toro equivalia a declararse culpable de pirateria.
– Sobre vuestra alma inmortal, ?estais dispuesto a jurar que jamas, en ningun lugar, hablasteis con miembros de vuestra tripulacion de tal posibilidad?
– Si, lo juro.
Hacklett hizo una pausa antes de seguir hablando.
– Permitidme recapitular, para estar seguro de haberos comprendido. Zarpasteis con la unica intencion de recoger madera y por pura desventura fuisteis empujados mucho mas al norte de vuestro destino por una tormenta que ni siquiera rozo estos territorios. A continuacion, fuisteis capturados por un navio espanol sin que mediara ninguna provocacion por parte vuestra. ?Es asi? -Si.
– Y despues os enterasteis de que el mismo navio de guerra habia atacado a un barco mercante ingles y habia tomado como rehen a lady Sarah Almont, lo cual os brindo una causa para tomar represalias. ?Es asi? - Si.
Hacklett volvio a callar.
– ?Como os enterasteis de que el navio de guerra habia capturado a lady Sarah Almont?
– Estaba a bordo del navio de guerra en el momento de nuestra captura -dijo Hunter-. Me entere a traves de un soldado espanol que se fue de la lengua.
– Que oportuno.
– Si, pero es la pura verdad. Cuando por fin logramos escapar, lo que espero que no constituya un crimen para este tribunal, perseguimos al navio hasta Matanceros y vimos como desembarcaban a lady Sarah y la conducian a la fortaleza.
– Asi que, ?atacasteis con el unico proposito de preservar la virtud de una mujer inglesa? -La voz de Hacklett rebosaba sarcasmo.
Hunter miro las caras de los jueces una tras otra.
– Caballeros -dijo-, tengo entendido que la funcion de este tribunal no es determinar si soy o no un santo -se oyeron algunas risas-, sino unicamente si soy un pirata. Evidentemente estaba al corriente de que un galeon estaba anclado en el puerto de Matanceros. Era un botin muy valioso. Sin embargo, ruego al tribunal que tenga presente que existio una provocacion que justifico tomar represalias, como nosotros hicimos; en realidad, hubo todo tipo de provocaciones que no admiten eruditas disquisiciones ni detalles legales.
Miro al secretario del tribunal cuya mision era tomar nota del proceso. Hunter se quedo asombrado al ver que el hombre estaba sentado tan tranquilo y no apuntaba nada.
– Decidnos -intervino Hacklett-, ?como lograsteis escapar del navio de guerra espanol, una vez capturados?
– Fue gracias a los esfuerzos del frances Sanson, que demostro tener un enorme valor.
– ?Teneis una buena opinion de ese tal Sanson?
– Por supuesto, le debo la vida.
– Bien -dijo Hacklett. Se volvio en la silla-. ?Que pase el primer testigo de la acusacion, el senor Andre Sanson!
– ?Andre Sanson!
Hunter se volvio y miro hacia la puerta. Asombrado, vio que Sanson entraba en la sala. El frances camino rapidamente, con zancadas largas y desenvueltas, y se sento en el banco de los testigos. Levanto la mano derecha.
– Andre Sanson, ?prometeis y jurais solemnemente sobre los Santos Evangelios decir la verdad y ser un testigo leal entre el rey y el preso con relacion al acto o los actos de pirateria y rapina de los que esta acusado el senor Hunter aqui presente?
– Lo juro.
Sanson bajo la mano derecha y miro directamente a Hunter. Su mirada era placida y vagamente compasiva; la sostuvo varios segundos, hasta que Hacklett hablo.
– Senor Sanson.
– Senor.
– Senor Sanson, el senor Hunter nos ha ofrecido su version de los hechos de su ultimo viaje. Deseariamos oir su relato de la historia, como testigo cuyo valor ha sido alabado por el acusado. ?Quereis hacer el favor de exponer cual fue el proposito del viaje del Cassandra… tal como se os dio a entender en primera instancia?
– La tala de madera.
– ?Os enterasteis de algo distinto en algun momento? -Si.
– Explicaos ante el tribunal, por favor.
– Tras zarpar el nueve de septiembre -dijo Sanson-, el senor Hunter puso rumbo a la bahia del Toro. Alli comunico a la tripulacion que su destino era Matanceros, para capturar los tesoros espanoles que alli se encontraban.
– ?Y cual fue su reaccion?
– Me sorprendio mucho -dijo Sanson-. Le recorde al senor Hunter que tales ataques constituian pirateria y se castigaban con la muerte.
– ?Y cual fue su respuesta?
– Juramentos y blasfemias -respondio Sanson-, y la advertencia de que si no participaba plenamente me mataria como a un perro y daria de comer mis pedazos a los tiburones.
– ?Asi que participo en todo lo que ocurrio a continuacion bajo coaccion y no voluntariamente?
– Asi es.
Hunter miro a Sanson. El frances estaba tranquilo y sereno mientras hablaba. No se detectaba ninguna falsedad en sus palabras. Miraba a Hunter de vez en cuando, provocativamente, desafiandolo a contradecir la version que estaba contando con tanta seguridad.
– ?Y que sucedio a partir de entonces?
– Pusimos rumbo a Matanceros, donde esperabamos lanzar un ataque por sorpresa.
– Disculpadme, ?os referis a un ataque sin mediar provocacion? -Si.
– Continuad, os lo ruego.
– Mientras nos dirigiamos a Matanceros, encontramos un navio de guerra espanol. Cuando vieron que estabamos en inferioridad numerica, los espanoles nos capturaron como piratas.
– ?Y que hicisteis?
– No tenia ningun deseo de morir en La Habana como pirata -dijo Sanson-, sobre todo teniendo en cuenta que hasta entonces me habia visto obligado a seguir las ordenes del senor Hunter. Asi que me escondi, y mas tarde logre facilitar la huida de mis companeros, confiando en que despues decidirian volver a Port Royal.
– ?Y no lo hicieron?
– Ni mucho menos. En cuanto el senor Hunter volvio a asumir el mando de su barco, nos obligo a poner rumbo a Matanceros como habia sido su intencion original.
Hunter no pudo contenerse mas.
– ?Que os obligue? ?Como pude obligar a sesenta hombres?
– ?Silencio! -aullo Hacklett-. El prisionero permanecera en silencio o se le obligara a salir de la sala. -Hacklett volvio a mirar a Sanson-. ?Como fue a partir de entonces vuestra relacion con el prisionero?