que no lo sabemos. Pero puedo asegurarles que no se va a, digamos, hacer nada con ellos, por decirlo de alguna manera.
– ?Y eso que significa? -pregunto Flora.
– Veras… -Bernt arrugo el entrecejo-. Yo no se a que te referias, pero supuse que…
– En ese caso, ?como puede estar tan seguro?
Bernt lanzo una mirada a Elvy, «si, ya ves estos jovenes», y esta se la devolvio sin entusiasmo. Uno de los hombres de la ambulancia se habia quedado con Tore, el otro se acerco hasta ellos y anuncio:
– El equipaje esta listo.
El sacerdote esbozo una mueca y el hombre de la ambulancia respondio con una sonrisa burlona, y dijo:
– Venga, ?nos largamos?
– Si. -Bernt se volvio hacia Elvy-. ?Quiza desee usted acompanarle? -Como la anciana nego con la cabeza, el dijo-: ?No? Pues entonces alguien se pondra en contacto con usted tan pronto… tan pronto como sepamos algo.
Y le tendio la mano a Elvy para despedirse. Cuando se la ofrecio a Flora, ella se la estrecho y dijo:
– Yo voy con ustedes.
– No -contesto Bernt mirando a Elvy-. Seguramente no es lo mas adecuado.
– Solo hasta la ciudad -insistio Flora-. Me llevan. Ya se lo he preguntado.
Bernt se volvio hacia el conductor de la ambulancia, y este se lo confirmo con un asentimiento. El sacerdote lanzo un suspiro, y se dirigio a Elvy.
– ?Le da usted permiso?
– Ella es libre, puede hacer lo que quiera.
– Ya -dijo Bernt-. Me lo imaginaba.
Flora se acerco y le dio un abrazo a Elvy.
– Tengo que ir a la ciudad y hablar con un amigo.
– Si. Si tu te las arreglas sola, claro.
– Yo me arreglo sola.
Elvy se quedo junto a la verja del jardin viendo como su nieta se subia en la parte de atras junto a Bernt. Les dijo adios con la mano y penso en el hedor mientras se cerraban las puertas. El motor se puso en marcha, la luz azul se encendio un instante, pero luego se apago. La ambulancia dio marcha atras despacio en el aparcamiento de la casa de enfrente, volvio y…
Se le tensaron los dedos de las manos y puso unos ojos como platos cuando una percepcion extrasensorial omnipresente le atraveso el cuerpo como una estaca: Tore.
Retrocedio y busco apoyo en el poste de la verja. Tore estaba alli. Ese mismo rastro distintivo omnipresente en su habitacion, que ahora iba desvaneciendose lentamente, se le habia metido en la cabeza con toda su fuerza hasta llenarle el cuerpo y la mente, hasta que Elvy escucho la voz de su difunto marido.
«?Madre, ayudame! Me han apresado… No quiero irme… Quiero quedarme en casa, madre…».
El vehiculo salio del aparcamiento.
«Madre… ella viene, ella…».
Y Tore salio otra vez del cuerpo de Elvy como una culebra mudando de piel, pero si la voz del difunto habia sonado tan fuerte como si la hubieran amplificado mediante altavoces, ahora pudo discernir en medio de la algarabia otra mas debil, la de Flora.
«Abuela… ?me escuchas? ?Es a ti a quien el…?».
Elvy sintio fisicamente que el campo se debilitaba al tiempo que recuperaba su cuerpo, y solo alcanzo a contestar…
«Te escucho».
… antes de que desapareciera y ella volviera a ser solo Elvy, apoyada en el poste de la verja. La ambulancia acelero conforme avanzaba por la calle y ella la veia solo como una mancha blanca; luego tuvo que agachar la cabeza, forzada por un zumbido en los oidos, ensordecedor como el de miles de mosquitos, y por el dolor de cabeza, que proyectaba soles rojos sobre los parpados.
Pero ella habia visto.
La anciana se agarro al poste para no caer contra el asfalto, incapaz de levantar la cabeza o abrir los ojos para ver mejor. No podia. Eso no estaba permitido.
El dolor le duro solo unos segundos, despues desaparecio de repente. Elvy levanto la cabeza, miro hacia el punto donde habia estado la ambulancia un momento antes.
La mujer habia desaparecido.
Pero Elvy la habia visto. Un segundo antes de que la ambulancia desapareciera de su vista, ella habia visto por el rabillo del ojo como una mujer alta y delgada de cabellos negros salia desde detras del vehiculo y extendia un brazo hacia el. Luego, el dolor la habia obligado a apartar la vista.
La anciana miro a lo largo de la calle. La ambulancia desaparecio a lo lejos en el cruce con la via principal. La mujer se habia esfumado.
«?Estara… ahora… dentro de la ambulancia?».
Elvy se apreto la frente con la mano y se concentro todo lo posible.
«?Flora? ?Flora?».
No hubo respuesta. No habia contacto.
En realidad, ?que aspecto tenia esa senora? ?Como iba vestida? Era imposible recordarlo. La imagen se le escurria entre los pliegues de la memoria cuando intentaba recordar el semblante o el cuerpo atisbados durante una fraccion de segundo. Era como evocar un recuerdo de la primera infancia; uno podia recordar un detalle concreto, algo que se le habia quedado grabado. Todo lo demas permanecia en las sombras.
No se acordaba de su rostro ni de su ropa. Se habian borrado de su memoria. Solo estaba segura de una cosa: entre los dedos de aquella mujer sobresalia algo que emitia un leve reflejo a la luz de la farola. Algo pesado. Algo de metal.
Elvy entro corriendo en casa para tratar de ponerse en contacto con Flora por el sistema convencional. Marco su numero de movil.
– El abonado del numero al que usted llama no esta disponible en este momento…
Las voces y los ruidos del metal despertaron a Mahler.
Por un instante se sintio totalmente desorientado. Estaba sentado con algo en los brazos y le dolia todo el cuerpo. ?Donde estaba?, y ?por que?
Entonces lo recordo.
Elias seguia sobre su regazo, inmovil. La luna habia seguido su camino mientras el estaba sentado, ya solo se la veia parcialmente detras de las copas de los abetos del Jardin del Recuerdo.
?Cuanto tiempo llevaba alli? ?Una hora? ?Dos?
Se oyo un chirrido cuando se abrio la verja de hierro y varias sombras se deslizaron hacia el espacio abierto delante de la capilla. Encendieron linternas y las luces danzaron sobre el empedrado. Se oyeron voces.
– … es demasiado pronto para responder en estos momentos…
– ?Pero que piensan hacer ustedes en el caso de que sea asi?