moto; una silla y una mesa en la que tenia la comida muy bien colocada, una cocina de camping y un bidon de agua. En el suelo, al lado de la cama, habia un estereo enchufado a una bateria de coche, y en un derroche de imaginacion, Peter poseia un cepillo de dientes que funcionaba a pilas y una maquinilla de afeitar. Tenia tambien una Gameboy, un despertador y el movil; ademas de la linterna. Flora solia llevarle pilas como regalo.
Peter echo el pestillo de la puerta y se tumbo en la cama, bajo la cremallera del saco y este se convirtio en un edredon. Flora se quito el jersey y los pantalones, se metio en la cama con el y apoyo la cabeza sobre su hombro.
– Peter…
– ?Mm?
– ?Sabes lo que ha pasado esta noche?
– No.
Flora le conto toda la historia. Desde que se desperto en casa de Elvy hasta su llegada a la ciudad con la ambulancia.
– Que raro -comento el cuando termino de contarselo, y le rodeo la cabeza con el brazo. Despues de unos segundos, Flora noto que respiraba profundamente: se habia dormido.
La luz del amanecer habia convertido la unica ventana en un rectangulo gris claro y Flora permanecio tanto tiempo con la vista clavada en el que se le quedo grabado en la retina un buen rato despues de que ella hubiera cerrado ya los ojos.
Por la pesadez de cabeza, Flora se dio cuenta de que habia dormido pocas horas, cuando la despertaron unos ruidos en la habitacion contigua. Se puso de pie en la cama y miro a traves de la mirilla. Un individuo de aspecto arabe e inusualmente bien vestido para esa zona estaba sacando una bicicleta. Flora no estaba segura, pero creyo reconocerle: era el hombre que solia sujetar una pancarta publicitaria en la calle Drottningsgatan.
Cogio su bici y se fue, cerrando la puerta al salir. Peter habia dado llaves solo a quienes le alquilaban el sitio a el. Costaba veinte coronas al mes guardar la bici en aquel cuarto cerrado y vigilado. Por supuesto, el alquiler no ofrecia ninguna garantia si la policia efectuaba una redada y se llevaba las bicicletas.
Flora volvio a acostarse, pero no pudo dormirse. Se quedo mirando alternativamente el techo, el rectangulo ahora amarillo resplandeciente y la cara llena de espinillas de Peter, que descansaba sobre la almohada. Despues de una hora se levanto y puso a calentar en el infiernillo el agua para el te.
El silbido del aparato desperto a Peter, que se sento en la cama y miro a la ventana en vez de al despertador para saber que hora era, y concluyo:
– Pronto. -Y volvio a tumbarse en la cama.
Flora dejo que las bolsas de te reposaran el tiempo suficiente dentro del agua caliente, luego echo la infusion en dos tazas, puso dos cucharaditas de azucar en cada una y se fue con ellas a la cama.
– Lo que me contaste cuando viniste… -dijo Peter despues de beber un par de sorbos.
– ?Si?
– ?Es verdad?
– Si.
El asintio, moviendo la taza de te de un lado a otro, luego dijo:
– Bien. -Se levanto, se puso otra cucharadita de azucar y volvio a la cama. Habia temporadas que vivia a base de te y azucar.
– ?Te parece que esta bien? -le pregunto Flora.
– Por supuesto.
– ?Por que?
– No se. ?Hay mas te?
– No. Se ha terminado el agua.
– Luego iremos a buscar.
Peter se levanto para hacer pis. Se le marcaban las costillas con toda claridad, como si tuviera la piel mas fina que el resto de la gente. El chico quito la bayeta humeda del cubo de hacer pis, se puso de rodillas e inclino el cubo para no salpicar. Un leve murmullo del chorro contra el metal. Flora era incapaz de utilizar el cubo. Cuando estaba alli, solia hacer sus necesidades en los retretes publicos que habia fuera, pues el ayuntamiento, aunque no queria reconocer la existencia de Heden, habia colocado alli varios aseos publicos hacia un par de anos, y los vaciaba puntualmente, eso despues de que las zonas de bosque de los alrededores hubieran quedado apestadas de papel higienico, olor a mierda y plantas quemadas por la orina.
– Esta bien que la policia tenga otras cosas que hacer -dijo Peter-. Y esta bien que ocurra algo asi. Debia pasar algo por el estilo.
– Pero es raro, ?no? -repuso Flora.
– A mi me parece que lo raro es que no haya sucedido antes. ?Vamos a por agua?
Se vistieron y Peter saco el motocarro. Medio ano le habia llevado restaurar y reparar el monton de chatarra que se encontro abandonado y desguazado en mitad del bosque. La verdad era que solo habia podido aprovechar el chasis y las ruedas. A base de buscar y cambiar piezas de otras motos, habia conseguido que el motocarro funcionara, ademas lo habia pintado con un spray de color plata metalizado y sobre el deposito de gasolina habia escrito «La flecha de plata» con letras negras. Era la unica de sus pertenencias de la que realmente se preocupaba. (Si Flora se imaginaba a Peter como Snusmumriken [6], la moto seria su armonica).
Ella cogio el bidon del agua, se sento en el carro y dieron una vuelta por la zona; recogieron tres bidones que estaban colocados fuera de las puertas. Ese era todo el negocio de Peter: cuidaba las bicicletas y traia y llevaba cosas, entre ellas el agua. Con las mil coronas largas que ganaba con ello al mes, se costeaba la comida en un supermercado de Overskottsbolaget. A veces, los duenos de los puestos de fruta de la plaza de Rinkaby le daban alguna caja con las sobras a la hora de recoger el puesto.
Salieron dando tumbos por el campo, siguieron por Akallavagen y Peter lleno los bidones en la estacion de servicio de Shell. Eran casi las nueve y las portadas de los periodicos ya estaban a la vista.
LOS MUERTOS DESPIERTANGRAN REPORTAJEGRAFICO DELA CONMOCIONDE ESTA NOCHE
LOS MUERTOS DESPIERTAN2.000 SUECOS HAN SALIDO ESTA NOCHE DE SUS TUMBAS
El periodico que prometia un reportaje grafico en el interior llevaba una foto en la portada de lo que parecia una pelea. Algunas personas vestidas de blanco luchaban con ancianos desnudos entre mesas de acero. La otra parecia mas el tipico cartel de pelicula de terror: unos cuantos viejos con sudarios andaban entre las lapidas.
– Mira -dijo Flora.
– Si -contesto Peter-. ?Me ayudas con los bidones?
Entre los dos cargaron los cuatro bidones de veinte litros cada uno. Flora miro a su alrededor y no pudo evitar una punzada de decepcion. Todo parecia como siempre. El sol de la manana lucia languido sobre la gente que llenaba los depositos de gasolina o caminaba por las aceras. Entro en la tienda de la