Pero de momento no llovia. Los pajaros estaban callados en los arboles y las personas esperaban en sus casas. La presion del aire hacia que a uno se le subiera la sangre a la cabeza, era como una borrachera. Elvy era feliz. Posiblemente iba a suceder esa misma noche. Quiza ella solo fuera una de los muchos creyentes que habian recibido la llamada. Ella iba a hacer su parte.

Empezaron en casa de sus vecinos, los Soderlund. Elvy sabia que el era un jefecillo en Pharmacia, la mujer era bibliotecaria y cobraba una jubilacion anticipada. Llevaban mucho tiempo viviendo alli, pero Elvy no habia tenido apenas contacto con ellos.

Abrio la puerta el marido. Lucia un jersey a cuadros, bigote y un poco de barriga, y era medio calvo; en otras palabras, que con su fisico habria tenido una oportunidad como presentador de los concursos televisivos tan populares en los anos noventa.

Elvy no se habia preparado, confiaba en que llegaria la inspiracion cuando fuera el momento. El hombre la reconocio y le sonrio amistosamente.

– Bueno, pero si es la senora Lundberg…

– Si -dijo Elvy-, y esta es Hagar.

– Ah, bien. Buenas tardes. -El hombre se quedo mirando a Elvy y a Hagar-. ?En que puedo ayudarles?

– ?Podemos pasar? Tenemos algo importante que contar.

El vecino alzo las cejas y echo una mirada por encima del hombro como para comprobar si realmente podia dejarlas pasar. Se volvio de nuevo hacia ellas, parecia que estaba a punto de preguntarles algo, pero solo dijo:

– No faltaba mas, adelante.

Cuando Elvy paso a la entrada con Hagar detras, el hombre hizo un gesto apuntando a la frente de Elvy:

– ?Ha sufrido un accidente?

Elvy nego con la cabeza.

– Al contrario.

La respuesta no satisfizo al hombre, que arrugo el ceno y dio un paso atras para dejarlas pasar, y se quedo luego con las manos en el estomago. La entrada estaba decorada con mucho gusto, al detalle, lo que no coincidia para nada con el estilo de el y probablemente habia sido obra de su mujer.

– ?Que bonito lo tienen! -exclamo Hagar.

– Si, bueno… -El hombre observo a su alrededor; quedo claro que el era de otra opinion-. Tiene un… cierto estilo.

– ?Perdone?

Elvy miro enojada a Hagar mientras el repetia lo que acababa de decir. Luego se quedo a la espera. Antes de que Elvy hubiera decidido lo que iba a decir, las palabras se le escaparon de la boca.

– Hemos venido para prevenirlos.

El hombre adelanto la cabeza un poco.

– ?Ah, si? ?Y de que?

– Del regreso de Cristo. -El hombre abrio los ojos de par en par, pero antes de que pudiera decir algo, Elvy continuo-: Los muertos se han despertado, eso si que lo sabra.

– Si, pero…

– No -le interrumpio Elvy-, nada de peros. Mi marido ha regresado esta noche, lo mismo que ha ocurrido en todas partes. Los expertos no saben como explicarlo, «imposible, inexplicable», dicen todos, pero esta totalmente claro y siempre hemos sabido que iba a suceder. ?Piensan ustedes quedarse aqui mano sobre mano, fingiendo que es un fenomeno cualquiera?

La senora de la casa salio de la cocina, secandose las manos con un pano. Elvy oyo a sus espaldas como se saludaban ella y Hagar.

– Y… ?que es lo que quieren? -inquirio el.

– Queremos… -Elvy levanto la mano, y sin pensarlo hizo el signo de la paz, el pulgar contra el interior del dedo anular y los otros dedos extendidos-. Queremos que crean en Cristo.

El hombre miro a su mujer ligeramente azorado. La esposa respondio a su mirada con un gesto que parecia indicar mas bien que aquella era una propuesta ante la que habia que definirse. El hombre sacudio la cabeza.

– Mis creencias seran cosa mia.

Elvy asintio.

– Por supuesto, pero mirad a vuestro alrededor. ?Podeis interpretar sensatamente todo lo que esta ocurriendo de otra manera?

La esposa se aclaro la voz.

– Yo creo que uno debe…

– Espera un poco, Matilda. -El hombre hizo un gesto para acallar a su mujer y se volvio hacia Elvy-. ?Por que lo haceis? ?Que es lo que quereis?

Antes de que Elvy pudiera contestar, dijo Hagar:

– Maria se le ha aparecido a Elvy y le ha pedido que lo haga. Tiene que hacerlo. Y yo tambien, porque yo creo en ella. Y en Jesus.

Elvy asintio. Fue entonces cuando se dio cuenta de cual era realmente la utilidad de llevar con ella a Hagar. Como Nuestro Senor Jesus, sin ir mas lejos, habia tenido a Pedro, la piedra.

– No pedimos nada -dijo Elvy-. Vosotros podeis hacer lo que querais. No obligamos a nadie, no podemos obligar a nadie. Solo queremos avisarles de que quiza esten a punto de cometer un error terrible si se alejan de Dios ahora cuando… cuando tenemos todas las pruebas.

La mujer miro angustiada a su marido como si Elvy y Hagar estuvieran ofreciendoles una vacuna contra una enfermedad que estaba causando estragos y supusiera que su marido iba a rechazarla.

Y asi fue. El esposo meneo la cabeza, enfadado, paso por delante de Elvy y Hagar y abrio la puerta de la calle.

– A mi me parece que suena mas como una amenaza. -Hizo un gesto con la mano indicandoles que le parecia que debian irse-. Y espero que les vaya bien. Hay muchas almas confundidas.

Elvy y Hagar salieron al porche. Antes de que el tuviera tiempo de cerrar la puerta, Elvy insistio:

– Si cambian de opinion… mi casa esta abierta, todo el tiempo.

El hombre cerro de un portazo.

* * *

Cuando estuvieron de nuevo en la calle, Hagar saco la lengua en direccion a la casa que acababan de visitar.

– Pues esto no ha salido muy bien. -Miro a Elvy, que se habia puesto la palma de la mano en la frente-. ?Que te pasa?

Elvy cerro los ojos.

– Siento algo mas raro en la cabeza.

– Es la tormenta -dijo Hagar senalando al cielo con la punta del paraguas.

– No. -Elvy puso la mano en el hombro de su amiga y se apoyo en el. Esta la cogio del brazo.

– Pero querida, ?que te pasa?

– No puedo… -Elvy se llevo la mano a la frente-. Es como si… como si alguien se aduenara de mi. Otra voz. Para que yo diga esas cosas… «Mi casa esta abierta». No habia pensado decir eso. No se me habria ocurrido. Solo… me salio.

Hagar se inclino hacia delante, examino la frente de Elvy como si fuera a

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