compro el pan una semana antes y la vida, una sucesion de dias, mas o menos buenos, unos detras de otros. Cerro la puerta del congelador y se quedo mirando el pan.
«?Cuanto tiempo?».
?Cuantos dias?, ?cuantos anos tendrian que pasar antes de que su memoria se pudiera fijar en un buen recuerdo
– Papa, mira.
Magnus estaba sentado a la mesa senalando fuera de la ventana. Finos trazos de tiza resplandecian en el lienzo negro del cielo y el retumbo del trueno se oia algo despues, como si ambos fenomenos no estuvieran relacionados. Magnus conto por lo bajinis y dijo que la tormenta se encontraba a tres kilometros. Una pelicula de agua se deslizo sobre la ventana.
David saco del paquete un par de tostadas duras como piedras, las puso en el tostador para que Magnus tomara algo antes de irse a la cama. Se le habia pegado la salsa de los espaguetis que habia hecho y ninguno de los dos habia comido mucho. Despues habian visto
La casa temblaba con las detonaciones cada vez mas cercanas. David consiguio que Magnus se comiera una tostada con queso y mermelada y se tomara un vaso de leche. Habia pasado de considerar a Magnus como una maquina de la que debia hacerse cargo a verlo como el unico ser vivo de la tierra. Despues del vino, la segunda tendencia habia empezado a ser la dominante, y debia hacer verdaderos esfuerzos para no echarse a llorar en cuanto miraba a su hijo.
Este fue a lavarse los dientes, y tan pronto como desaparecio de su vista el panico se apodero de David. Echo mano de la botella de vino y bebio lo que quedaba; se quedo contemplando los relampagos inclinado sobre la mesa de la cocina.
Un minuto despues Magnus regreso y se puso a su lado.
– Papa, ?por que se mueve la luz mas deprisa que el sonido?
– Porque… -David se paso las manos por la cara-. Porque… buena pregunta. No se. Tendras que… -Se interrumpio. Habia estado a punto de decir: «Tendras que preguntarselo a mama». En vez de eso dijo-: Ahora tienes que ir a acostarte.
Arropo bien a Magnus y le dijo que estaba demasiado cansado para contarle un cuento. Entonces, el pequeno le pidio que le leyera uno, y David le leyo el del leopardo que perdia una de sus manchas. Magnus ya lo habia oido muchas veces, pero siempre le parecia igual de divertido cuando llegaban al momento en el que el leopardo se contaba las manchas y descubria que le faltaba una.
Aquella noche David no estaba nada inspirado. Intento imitar la voz de sorpresa del leopardo, pero la sonrisa de compromiso de Magnus fue tan penosa que tuvo que dejarlo, leyo solo el cuento tal y como estaba. Cuando se termino, los dos se quedaron en silencio un buen rato. En el momento en que David hizo un intento de ir a levantarse, Magnus le dijo:
– ?Papa?
– Si.
– ?Va a venir mama aqui?
– ?Como? ?A que te refieres?
El pequeno se acurruco en la cama con las rodillas encogidas contra la tripa.
– ?Va a venir asi como esta ahora, muerta?
– No. Vendra despues. Cuando se ponga buena.
– Yo no quiero que venga y este muerta.
– No va a venir.
– ?Seguro?
– Si.
David se inclino sobre la cama y le dio un beso al nino en la mejilla y en la boca. Normalmente Magnus solia poner dificultades a eso de jugar al juego de las muecas, pero ahora se quedo quieto y se dejo besar. Cuando David se levanto, Magnus estaba con el ceno fruncido. Estaba pensando algo, queria preguntar algo. David espero. Magnus le miro a los ojos.
– ?Papa?, ?puedes arreglartelas sin mama?
A David se le paralizaron las mandibulas. Pasaban los segundos. En algun rincon del cerebro una voz sensata le gritaba: «Di algo, di algo ahora, le estas asustando».
– Duermete ahora, pequeno. Todo se va a arreglar -logro contestar al final.
Dejo la puerta de la habitacion abierta, entro en el cuarto de bano y abrio el grifo de la banera con la esperanza de que el ruido del agua ahogara el llanto.
David se habia imaginado muchas veces la muerte de su esposa. Habia intentado imaginarsela. Mal. Muchas veces le habia asaltado la idea de la muerte de Eva. Eso. Porque esas cosas pasan, cada dia hay noticias de esas en los periodicos. Fotografias de carreteras, lagos o un claro del bosque anodino. Aqui choco fulano, ahi se ahogo mengano, asesinaron a zutano.
Y el habia pensado. Una vida en punto muerto; rutinas, obligaciones, quiza con el tiempo un resquicio de luz en algun sitio. Pero ahora, cuando habia ocurrido, el peor de los dolores venia, logicamente, de algo que el no habia podido imaginarse.
«?Papa?, ?puedes arreglartelas sin mama?».
?Como podia preguntar eso un nino de ocho anos?
Se quedo sentado en el suelo con la cabeza inclinada sobre la banera mientras el nivel del agua iba subiendo lentamente. Tal vez hiciera mal ocultandole su dolor a Magnus, pero Eva no estaba muerta, el no podia llorarla. Y Eva tampoco estaba viva, no podia esperar nada. No podia hacer nada.
Cerro el agua, quito el tapon y fue a la cocina, donde descorcho otra botella de vino. Antes de que tuviera tiempo de servirselo, aparecio su hijo con el edredon alrededor del cuerpo.
– Papa, no puedo dormir.
David le llevo al dormitorio que compartia con Eva y le arropo. El chico casi desaparecio dentro de la cama grande. Aqui acudia con paso inseguro cuando era pequeno y se despertaba por la noche. Ahi estaba la seguridad. David se acosto al lado de Magnus y le puso la mano en el hombro. El pequeno se pego a el y respiro hondo.
David cerro los ojos, y penso: «?Donde esta mi cama grande?».
Habia estado preocupado por la manana por si su madre habia visto las noticias matinales, pero no las habia visto, por eso cuando ella llamo por la tarde, horrorizada por los acontecimientos de la noche anterior, el la dejo hablar un rato y luego le dijo que no tenia tiempo. Tanto ella como el padre de Eva debian estar al corriente de lo sucedido, pero en aquellos momentos el no se sentia con fuerzas para atenderlos.
La respiracion de Magnus se volvio mas profunda. Ahora tenia la cabeza metida debajo del brazo de David.
«?Adonde puedo ir yo?».
Lo unico que vio fue la encimera de la cocina donde estaba la botella de vino llena. Alli iria en cuanto su hijo se hubiera dormido del todo. Porque su cama grande era Eva, su unico refugio, y no podia acudir a el. Permanecio con la cabeza completamente hundida en la almohada, mirando el resplandor azul que de vez en cuando se reflejaba en el techo. Los truenos retumbaban ahora lejanos, como gigantes refunfunando al otro lado de las montanas, y el golpeteo de la lluvia sonaba como pasitos de ninfas saltando en el metal de la ventana.
«… y los muertos han despertado…».
Un pensamiento cruzo por su mente y el, agradecido, lo atrapo al vuelo.
«Y si todo… si todo lo imposible empezara a ocurrir ahora».
Si. Si llegaran los vampiros; si las cosas flotaran y desaparecieran; si los troles salieran de las montanas; si los animales empezaran a hablar o volviera Jesus; si todo se volviera diferente…
David sonrio. Si, aquel pensamiento reconfortante le hizo sonreir.