Volvieron a meter al animal en el bolsillo de Sture y reanudaron la busqueda. De casualidad vieron en un patio el numero que andaban buscando. «17 A-F», rezaba un letrero situado encima de un portal.
El ambiente dentro del recinto habia cambiado durante los minutos que habian pasado en el pasadizo, y mientras se dirigian al portal oyeron una rotura de cristales, un portazo en algun sitio y gritos aislados. La gente que habia a su alrededor miro a los lados y acelero el paso. Cerca de alli se levanto un zumbido similar al de una nube de mosquitos.
– ?Que es eso? -pregunto Sture mirando al cielo.
– No se -admitio David.
Magnus ladeo la cabeza y dijo:
– Es alguna maquina grande.
Era imposible identificar el ruido, ni lo que era ni la procedencia, pero era como decia Magnus: sonaba como si se hubiera puesto en marcha una maquina grande, tal vez un ordenador, parecia el sonido silbante de unos enormes ventiladores.
Cruzaron la puerta.
En vez de las pestilencias habituales a comida, sudor y polvo, en el portal solo habia un olor a hospital y a productos de desinfeccion. Todo estaba limpio y brillante y sobre las puertas desgastadas habia carteles de plastico pegados. A y B en la planta baja. Ellos siguieron por las escaleras, resbaladizas por culpa de los productos de limpieza.
Magnus subia como un perezoso, poniendo los dos pies en cada escalon. David advirtio el miedo del nino y adapto sus pasos a los de Magnus. En el descansillo entre los dos pisos Magnus se detuvo y dijo:
– Yo quiero llevar a Baltasar.
Le dieron al animal y Magnus se lo apreto contra el pecho de tal manera que solo sobresalia el hocico, olisqueando. El ultimo tramo hasta llegar al apartamento C caminaba como si se moviera bajo el agua.
El timbre de la puerta no funcionaba, pero David probo el tirador antes de usar los nudillos, y la puerta no estaba cerrada. Entro en un recibidor vacio seguido de Magnus y Sture.
– ?Hola!
Un par de segundos despues aparecio un hombre mayor con un periodico vespertino en la mano. Parecia la viva imagen de un profesor chiflado: bajo, delgado, con mechones de pelo cano alborotados por encima de las orejas y gafas sobre la nariz. A David le gusto nada mas verlo.
– Ah, si. Asi que vosotros sois… -El hombre se quito las gafas y se las guardo en el bolsillo de la camisa al tiempo que dio un paso hacia ellos con la mano tendida-. Me llamo Roy Bodstrom. Fuimos nosotros los que… -Se llevo el pulgar y el menique hacia la oreja para indicar un telefono.
Se saludaron. Magnus se echo hacia atras tratando de ocultar a Baltasar con los brazos.
– Hola -saludo Roy-, ?como te llamas?
– Magnus -contesto el nino en voz baja.
– Magnus, ya. ?Que llevas ahi?
Magnus nego con la cabeza y David se interpuso entre los dos.
– Hoy es su cumpleanos y le han regalado un conejo. Ha querido traerlo para ensenarselo a… Eva. Ella esta aqui, ?no?
– Si, claro -dijo Roy, volviendose hacia Magnus-. ?Un conejo? Ah, entonces comprendo que quieras… a mi tambien me habria gustado. Ven.
Sin mas ceremonias, les hizo un gesto con la mano para que lo siguieran y se dirigieron hacia la habitacion de la que el habia salido. David respiro profundamente, puso la mano en el hombro de su hijo y fue detras de el.
La habitacion tenia eco, tan poco amueblada estaba, y el escaso instrumental medico esparcido por ella no hacia sino acentuar aquel vacio. Alli no habia mas que una cama con una mesilla, encima de la cual descansaba una maquina. En el suelo, junto a un sillon, habia algunos ejemplares de
La mitad del rostro ya no estaba cubierto por un vendaje. Lo habian sustituido por una gruesa malla tubular que sujetaba el aposito de gasa y resaltaba aun mas las secuelas del accidente. La chaquetilla azul del hospital se hundia en un lado del pecho. De la cabeza le salian unos cuantos cables conectados a la maquina colocada sobre la mesilla. La cama estaba levantada en la posicion para sentarse y Eva mantenia las dos manos sobre la manta del hospital; su unico ojo miraba hacia la puerta por la que habian entrado.
David y Magnus se acercaron despacio, David noto que Magnus estaba tenso y alerta. El ojo de Eva ya no ofrecia aquel aspecto que tenia cuando el la vio en el hospital: la pelicula gris habia desaparecido totalmente y se diria que el ojo estaba casi completamente sano. Casi. Sin embargo, ella parecia haber adelgazado muchos kilos durante los ultimos dias; la mejilla sana habia perdido su redondez y ahora aparecia hundida en el hueco de la boca. Cuando levanto las comisuras de los labios tratando de esbozar una sonrisa, lo que le salio fue mas bien una mueca.
– David -dijo ella-. Magnus. Mi nino.
La voz conservaba algo de su caracter silbante, y David la hubiera reconocido inmediatamente como la voz de Eva. Magnus se detuvo. David retiro la mano de su hombro y se acerco a la cama. No se atrevio a abrazarla por miedo a hacerle dano en algun sitio, por eso se limito a sentarse en el borde de la cama y ponerle las manos en los hombros.
– Hola, carino -le dijo-. Ya estamos aqui.
Se mordio los labios para no echarse a llorar y le hizo un gesto a Magnus para que se acercara hasta la cama; este lo hizo, vacilante. Sture tambien se acerco, detras de Magnus. El ojo de Eva se deslizo sobre ellos.
– Queridos mios -dijo ella-. Mi familia.
Se quedaron un momento en silencio. Habia tanto que decir que resultaba imposible contar nada. Roy se acerco con las manos entrelazadas sobre el estomago como para mostrar que el no pensaba hacer nada, y senalo con la cabeza hacia la maquina.
– Bueno, yo controlo el EEG -dijo el-. No es nada peligroso. Solo para que…
Se aparto de nuevo hacia atras, y dejo otra frase inacabada flotando en el aire. David miro hacia el aparato, donde se veian unas cuantas lineas casi rectas flotando en el vacio de una pantalla negra, solo interrumpidas por alguna elevacion aislada.
«?Tiene que ser asi?».
David volvio a mirar a Eva, cuyo ojo permanecia en actitud expectante, tranquila, no resultaba amenazador. Sin embargo, David sintio un escalofrio. Tardo un par de segundos en darse cuenta de lo que era: dentro de su cabeza sentia a Magnus, a Sture, a Baltasar y a Roy en una mezcla caotica, pero no le llegaba nada de Eva.
El la miro directamente al ojo y penso: «Querida, mi amor, ?donde estas?», pero no obtuvo respuesta. Cuando se concentro, pudo percibir una debil imagen: la sombra de lo que Eva significaba para el, pero procedia totalmente de sus recuerdos, no de la persona que tenia delante. Le cogio la mano a Eva con cuidado. Parecia fria, pese a que debia de estar a la misma temperatura que la habitacion.
– Hoy es el cumpleanos de Magnus -le dijo-. No ha tenido tarta de crepes. Yo no sabia como se hacia, asi que compre una hecha.
– Felicidades, mi querido Magnus -dijo Eva.
David vio que su hijo acababa de tomar una decision, yendo en contra de lo que realmente sentia: el nino se acerco a la cama con Baltasar en las manos.
– Me han regalado un conejo. Se llama Baltasar.
– Es muy bonito -dijo Eva.
Magnus solto a Baltasar en la cama y el conejo dio unos timidos saltos, se coloco entre las delgadas piernas de Eva y olisqueo las pelusas de la manta. Eva parecia no advertir su presencia.