– Se llama Baltasar -repitio Magnus.

– Es un bonito nombre.

– No puede dormir en mi cama, ?verdad?

David abrio la boca para responder que no, pero se dio cuenta de que la pregunta iba dirigida a Eva y se quedo callado. Como constatando el hecho, Eva respondio:

– No puede dormir en tu cama.

– ?Por que no?

– Magnus… -David le puso la mano en el hombro-. No sigas.

– Entonces, ?puede?

– Luego hablaremos de eso.

Magnus arrugo el entrecejo y miro a Eva. Roy carraspeo, y avanzo un poco.

– Esto -dijo-, hay una pequena cosa que me gustaria preguntaros.

David le acaricio la mano a Eva con el dedo, se levanto y se alejo un poco de la cama siguiendo a Roy, y le cedio su sitio a Sture. Antes de levantarse, echo un vistazo a la pantalla del EEG y vio que las elevaciones eran ahora un poco mas grandes, un poco mas seguidas.

Cuando se alejaron de la cama, David le pregunto:

– ?A que te refieres? ?A que esta como…? -David no fue capaz de decir como un robot, pero eso era lo que sentia.

Eva contestaba a todas las preguntas, decia cosas completamente razonables, pero lo hacia de forma mecanica, como si se tratara de un comportamiento aprendido.

Roy asintio.

– No se -dijo el-. Seguro que mejorara. Como te digo, ha hecho unos progresos enormes y… -No termino la frase, sino que empezo otra nueva-: Lo que me pregunto es lo del pescador. ?Te dice a ti algo?

– ?El pescador?

– Si. Cada vez que le pregunto algo acerca de ella misma, siempre acaba con ese Pescador. Es algo que le da miedo.

Sture se levanto de la cama y se acerco a ellos.

– ?De que estais hablando?

– De un pescador -dijo David-. Es algo que dice Eva, pero nosotros no sabemos que es.

Sture se volvio hacia la cama, donde Magnus le estaba diciendo algo a Eva mientras le senalaba a Baltasar, que habia saltado encima de su estomago.

– Yo se que es -contesto, y tomo aire-. ?Habla de ello? -Roy asintio y Sture repuso-: ?Ah, si? Bien, eso sucedio cuando ella era pequena, sabeis. Ella tenia siete anos y… si, se puede decir que la culpa fue mia por no haber estado mas pendiente de ella. Estuvo a punto de ahogarse. Le falto muy poco. Se salvo por los pelos. Si mi mujer no hubiera sabido lo que habia que hacer en esos casos, pues… -Sture sacudia la cabeza solo de pensarlo-. Bueno, de todos modos, cuando conseguimos… revivirla, pues…

– ?Papa! ?Papa!

David oyo el grito de Magnus en su mente un segundo antes de que llegara a sus oidos. No, el grito venia de Baltasar, y al mismo tiempo que el aullido desgarrado de Magnus moria entre las paredes, se oyo otro que sonaba mas como el de un pajaro, y luego un fragil crujido.

David se abalanzo hacia la cama, pero ya era demasiado tarde.

El cuerpo de Baltasar yacia entre las piernas de Eva, pero ella sostenia en la mano la cabeza y se la llevaba hacia el ojo para poder observarla. La rediviva le daba vueltas a la diminuta cabeza del conejo en la que aun temblaba el hocico y los ojos, fijos, miraban aterrados. En sus rodillas se agitaban las patas del cuerpo descabezado y un hilillo de sangre se deslizaba a lo largo de un pliegue de la manta y se escurria hasta el suelo.

Las patas de Baltasar dieron una ultima sacudida y se quedaron inmoviles. El ojo de Eva estudiaba de cerca el del conejo; eran dos charcos negros reflejandose el uno en el otro.

– ?Te odio, te odio! -grito Magnus, y le pego a su madre en el brazo y en el hombro; se le trabaron en los brazos los cables que ella tenia fijados a la cabeza y estos se soltaron.

David alcanzo a captar un atisbo de las lineas del EEG antes de que desaparecieran: curvas compactas y puntiagudas. Agarro a Magnus por detras, le inmovilizo los brazos en un fuerte abrazo y le saco del apartamento mientras le susurraba palabras de consuelo sin que surtieran ningun efecto.

– No lo entiendo… Ella nunca ha… -murmuraba Roy, y…

… se retorcio las manos y balanceo el cuerpo, sin decidirse a acercarse a la cama donde Eva seguia dandole vueltas a la cabeza del animal e introduciendo el dedo en la garganta llena de mucosidad sanguinolenta, de donde colgaban como serpentinas trozos de tendones y ligamentos.

Sture se acerco a la cama, arranco la cabeza del conejo de las manos ensangrentadas de Eva y la puso encima de la mesilla. Cerro los ojos ante el dolor que habia en el grito interno de Magnus, saco las dos munecas y las coloco en las manos de su hija.

– Mira -le dijo-. Tus munecas. Eva y David.

Eva las cogio, las sujeto con las manos y las miro, tranquila.

– Eva y David. Mis munecas.

– Si.

– Son muy bonitas.

A Sture le asusto mas su tono de voz que lo que habia hecho con Baltasar. Sonaba y no sonaba como su hija. Sonaba como alguien que imitara la voz de su hija. Fue incapaz de seguir escuchando y dejo a la rediviva sentada con las munecas en las rodillas.

* * *

David llevaba a Magnus y Sture cargaba con lo que quedaba de Baltasar: unos restos de piel revuelta y manchada que habian dejado de sonar con el heno. Enfrente del portal se toparon con un policia que agitaba las manos en direccion a la salida.

– Tengo que pedirles que abandonen el recinto inmediatamente.

– ?Que sucede? -pregunto Sture.

El agente meneo la cabeza.

– Pueden sentirlo ustedes mismos -respondio, y desaparecio en el interior para continuar con el desalojo.

La accidentada visita a Eva los habia mantenido tan ocupados que les habian pasado desapercibidas las senales y los gritos de alarma que llenaban el campo. La desesperacion del nino ocupaba por completo la mente de David, pero cuando Sture presto atencion a los hechos del exterior, escucho los crujidos propios de un arbol a punto de ceder bajo los golpes de una sierra o un hacha. Eran esos chasquidos previos al desmoronamiento del tronco, pero ?de que lado iba a caer?

Miles de consciencias en tal estado de panico que resultaba imposible poder distinguir los pensamientos, solo una guerra de hormigas a todo volumen, y atravesandolo todo aquel sonido silbante, cortante. Sture torcio el gesto y agarro a David del hombro.

– Vamos -le insto-. Debemos salir de aqui ahora mismo.

Se dirigieron hacia las verjas lo mas deprisa que pudieron mientras el campo absorbia los demas pensamientos propios. Habia mas personas saliendo de los portales. Corrian hacia la salida como si huyeran de un fuego, de una guerra o del avance de un ejercito enemigo.

Heden no volveria a abrirse al publico nunca mas.

Heden, 13:15

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