sobresalia mas de dos metros por encima de la casa, desde alli se podian observar todas las islas del archipielago.
Vista de lado, la masa de nubes de evolucion parecia un unico edredon acolchado que cubria las islas bajas, reflejandose en un mar de sangre. Nada ocultaba la linea del horizonte por el este. Anna comprendio muy bien por que la gente creyo alguna vez que la tierra era plana y el horizonte era un borde tras el cual solo se hallaba la Nada.
Escucho con atencion, pero no distinguio ningun ruido de motor.
Mientras estaba alli contemplando el ancho mundo, le parecio absolutamente increible que su padre pudiera encontrar el camino de vuelta. El mundo era inmensamente grande.
«?Que es eso?».
Anna fijo la vista en la arboleda que crecia en una hondonada al otro lado de la isla, donde le parecio ver algo en movimiento. Si, escucho un chasquido y creyo entrever una mancha blanca que aparecia y desaparecia.
?Blanco? ?Que animales blancos habia?
Solo los que vivian en la nieve. Ademas de los gatos, claro. Y los perros. ?Podia ser un minino olvidado o abandonado? Tal vez se habia caido de algun barco y habia conseguido llegar a tierra.
Empezo a caminar hacia la hondonada, pero de repente se detuvo.
Aquello era mas grande que un gato, parecia mas un perro, a juzgar por el tamano. Un perro que se habia caido de una embarcacion y… se habia vuelto salvaje.
Dio media vuelta y se dirigio rapidamente a la cabana, a la entrada de la cual se detuvo y presto atencion una vez mas. Debian de ser ya mas de las ocho, ?por que no volvia su padre?
Entro y cerro la puerta tras de si, pero volvio a abrirse, pues le faltaba la cerradura. Cogio una escoba, la paso por debajo de la manija y apoyo el extremo contra la pared. No valia nada como cerradura, pero un animal no podria abrirla.
Cuanto mas pensaba en ello, mas se angustiaba.
No era ningun animal. Era una persona.
Se coloco al lado de la puerta y aguzo el oido. Nada. Solo un mirlo solitario que trataba de trinar como un monton de pajaros a la vez.
El corazon hizo acto de presencia, palpitaba mas deprisa y con mas fuerza. Se preocupaba por nada. Lo unico que pasaba era que ella estaba sola con Elias, el hecho de que no pudiera escapar de alli era lo que le hacia pensar en fantasmas. No habia ninguna dificultad en caminar haciendo equilibrios sobre una tabla de diez centimetros de anchura cuando la tabla estaba a ras del suelo, pero ponia a diez metros de altura y el miedo se aduenara de ti. Aunque la tabla siguiera siendo la misma.
Probablemente habia sido una gaviota. O un cisne.
Un cisne. Eso era. Claro que era un cisne, con el nido en un altozano de la isla. Los cisnes eran grandes.
Anna se tranquilizo y fue a ver a Elias. El estaba tumbado con la cabeza vuelta hacia la pared, parecia como si estuviera mirando el cuadro del trol, que a la oscuridad del anochecer no era mas que un rectangulo oscuro en mitad de la pared. Se sento junto a el en la cama.
– Hola, pequeno. ?Que tal estas?
El sonido de su propia voz rompio el silencio, lo desalojo, y calmo el desasosiego que sentia en el pecho.
– Tenia un cuadro como ese junto a mi cama cuando era pequena, aunque el mio representaba a un papa trol pescando con su hija. La nina sujetaba la cana y el padre, que era asi, grande y torpe y con verrugas, le indicaba como debia sujetarla, cogiendole del brazo con suavidad, ensenandole. Yo no se si mama sabia como miraba yo aquel cuadro ni lo que yo pensaba. Yo fantaseaba con un padre que hacia eso conmigo. Que me ensenaba como se hacian las cosas y que estaba cerca, detras de mi, y que era asi de grande y parecia asi de bueno. Lo que se, de todos modos, es que cuando era pequena yo queria ser un trol. Porque todo parecia ser muy sencillo para los troles. No tenian nada y sin embargo lo tenian todo.
Dejo reposar las manos en las rodillas, imaginandose aquel cuadro…
«?Que habra sido de el?», se pregunto…
… recordando las veces que estuvo de rodillas en la cama, recorriendo con el dedo los rasgos de la cara de aquel papa trol.
Solto un suspiro y se volvio hacia la ventana. Descubrio un globo pintado flotando alli fuera. Se quedo sin aliento.
El globo era una cara. Una cara hinchada y blanca con dos hendiduras negras a modo de ojos. Los labios habian desaparecido y los dientes estaban al descubierto. Se quedo paralizada contemplando aquel rostro cuya nariz era un simple agujero en medio de la carne blanca y fungosa; parecia una cara hecha de harina de trigo amasada y llena de dientes grandes pinchados en ella.
Se alzo una mano, se apoyo contra la ventana. Tambien de un blanco cadaverico, hinchada.
Anna grito hasta quedarse sorda.
La cara se retiro de la ventana y avanzo en direccion a la puerta. Ella se levanto de un salto, dandose un golpe en la cadera con el borde de la mesilla, pero no noto nada, y fue hasta la cocina…
«?Mama?».
… y agarro con fuerza la manivela.
«?Mama?».
Era la voz de Elias dentro de su cabeza. Anna hizo fuerza con el pie contra la pared y tiro de la manivela con todas sus fuerzas. Alguien agarro la manija, desde fuera. Ella la sujeto. Alguien desde fuera daba tirones.
«Dios mio, por favor, haz que no entre, haz que no…».
«… haz que no».
Era fuerte. Anna sollozo cuando la puerta golpeteo contra el marco.
– ?Vete de aqui! ?Vete de aqui!
Anna pudo sentir a traves de la manija la fuerza muerta e inexorable de aquel ser que tiraba insistentemente de la puerta, que queria llegar hasta ella y hasta Elias. El panico convirtio su garganta en puro musculo en tension y volvio la cabeza agarrotada hacia la cocina en busca de un arma, la que fuera.
Debajo de la encimera de la cocina habia un hacha pequena, pero no podia soltar la manija para cogerla. Esa criatura tiraba cada vez mas fuerte de la puerta, y cuando esta se abrio un poco, Anna pudo entrever por un instante su cuerpo al completo; un cuerpo blanco, desnudo y hecho de bolas de masa lanzadas contra un esqueleto, y Anna comprendio.
«Ahogado. Es un ahogado».
Se rio entre resuellos mientras seguia tirando de la puerta, cuando esta se entreabria podia vislumbrar los jirones de carne comida por los peces.
«Los ahogados. ?Donde estan?».
Enseguida le surgio la imagen de un mar rebosante de ahogados, las victimas de los accidentes de aquel verano. ?Cuantas podian ser? Vio unos cuerpos flotando en el oleaje y otros rozandose contra el fondo. Peces carroneros, anguilas que penetraban a traves de la piel y se daban un festin con las visceras.
«?Mama!».
Elias ahora tenia miedo, pero ella no podia alegrarse de que le hablara ni consolarlo, solo podia seguir sujetando la puerta para evitar que entrara aquel monstruo.
Los tirones constantes y la fuerza aplicada a la puerta para mantenerla cerrada le pasaron factura: empezaba a tener los brazos entumecidos.