convirtio mas que nada en una competicion a ver quien de los dos era mas habil para disimular sus pensamientos. Al empezar, ambos sabian las cartas del otro, pero despues de un rato debian esforzarse para descubrir el par del otro y las escaleras incompletas en medio del ruido, de las cifras y las canciones que ambos utilizaban a modo de pantalla.
Cuando ambos se volvieron tan expertos en enmascarar sus jugadas que tratar de traspasar los filtros del otro les provocaba dolor de cabeza, trataron de evitarlo; debieron esforzarse para no leerse los pensamientos mutuamente.
– ?Que carta es? -pregunto Peter, sujetando un naipe con la parte de atras vuelto hacia Flora mientras el lo miraba.
La respuesta llego inmediatamente: el siete de trebol. Lo intentaron muchas veces, pero fue en vano. Por mas que Flora intentaba interponer algun otro tipo de sonido entre la cabeza de Peter y la suya, no podia hacer que la telepatia dejara de funcionar. A no ser que el emisor introdujera conscientemente algun elemento que distorsionara sus pensamientos, era imposible no leerlos.
Durante las horas pasadas en el sotano, ella conocio mejor a Peter de lo que lo habia hecho nunca, probablemente mejor de lo que el queria que ella lo conociera. Por otro lado, el tambien la conocio mejor a ella. Y ella sabia lo que el pensaba de lo que veia, y el sabia lo que ella pensaba de lo que veia, y hacia las ocho la situacion empezo a volverse insoportable, una forma de tortura en el reducido sotano. Miraban cada vez mas a menudo hacia la ventana para ver si se hacia pronto de noche y podian salir al exterior de una vez.
Cuando el reloj marcaba las nueve y el cuarto habia quedado envuelto en las sombras, con la ventana como un rectangulo gris oscuro, Peter inquirio:
– ?Salimos, entonces?
– Si.
Menudo alivio usar la voz otra vez. La lengua hablada es limitada, no esta tan cargada de significados ni de contenidos velados como la del pensamiento. La cosa habia llegado tan lejos que casi habian empezado a aborrecerse mutuamente de pura saciedad reveladora, y los dos lo sabian. Ella lo sabia todo de la homosexualidad latente de el, de su tacaneria con otras personas, del desprecio que sentia hacia si mismo. Ella supo tambien del esfuerzo de Peter para superar sus carencias, de su anhelo de ternura y contacto con otras personas al tiempo que sentia terror ante tal cosa, lo que se manifestaba en ese aislamiento que el mismo habia elegido.
No habia nada que juzgar ni que despreciar, pero era demasiada intimidad.
Cuando salieron al aparcamiento de bicicletas, Flora se volvio hacia su amigo y le pregunto:
– ?Oye? ?No seria mejor olvidar esto?
– No se -respondio Peter-. Vamos a intentarlo. Despues de comprobar que no habia nadie fuera en el patio, se separaron y se fueron cada uno por su lado. Peter fue a vaciar su cubo y a buscar agua, mientras que Flora se dirigio al patio donde se habia visto a si misma.
Antes de que su conversacion telepatica se volviera asfixiante habian hablado de la vision de Flora. Al principio, Peter no comprendia a que se referia, pero cuando ella le envio el sonido silbante posterior a la aparicion, entonces el dijo o penso:
– Lo he visto, pero no eras tu. Era un lobo.
– ?Un lobo?
– Si. Un lobo grande.
Y en el momento que el lo decia, ella vio una imagen que debia de pertenecer a la infancia de Peter.
«La bici avanza dando bandazos por un sendero sembrado de guijarros y flanqueado por abetos. En un recodo, aparece a cinco metros de mi un enorme lobo de ojos amarillos y pelaje gris. Es mucho mas grande que yo. Mis manos se aferran en torno al manillar. Tengo tanto miedo que no soy capaz de gritar. El lobo permanece quieto, pero se que voy a morir: dara dos brincos en cualquier momento y se abalanzara sobre mi. Sin embargo, y tras observarme durante un buen rato, se pierde en el bosque. Noto una calidez en los pantalones: me he meado encima. No puedo moverme durante varios minutos. Y cuando al fin puedo, no me atrevo a pasar por ahi, doy media vuelta y cojo el camino de vuelta».
La imagen llegaba con tanta fuerza que ella sintio como se le aflojaba su propia vejiga, pero su consciencia alcanzo a intervenir antes de que ocurriera algo y recobro el control de los musculos.
«Para mi la muerte es un lobo», penso Peter, y Flora pudo comprobar que lo que ella habia creido que no era mas que una ocurrencia suya, en realidad era su conviccion mas profunda: la Muerte era ella misma. Entre las muchas concepciones existentes sobre lo que puede ser la Muerte, buscando entre las representaciones habituales -el hombre de la guadana, el carro fantasma, la calavera, el angel de la muerte…-, Flora habia quedado prendada de la Muerte como una hermana gemela. La idea se le habia ocurrido dos anos antes cuando se encontraba de pie con una vela delante del espejo tratando de invocar a la Dama de Negro, pero solo consiguio verse a si misma. De ahi surgio la idea.
Los patios estaban silenciosos y vacios. Se habia instalado un tendido electrico con cables provisionales y en cada patio lucian un par de farolas. Flora se movia con cuidado, tratando de permanecer en la sombra, pero parecia que su cautela era innecesaria. No se veia un alma, las ventanas estaban a oscuras y el recinto parecia mas que nunca una ciudad fantasma.
«Ciudad fantasma».
Eso era precisamente. Los redivivos estaban a oscuras en los apartamentos. ?Sentados, tumbados, de pie, dando vueltas? Lo raro era que ella no tenia ni pizca de miedo. Al contrario. Cuando sus pasos retumbaban suavemente contra las paredes, sentia una paz semejante a la que uno puede experimentar en un cementerio una tarde tranquila, y ella estaba entre amigos. Lo unico que le preocupaba era el posible regreso de ese sonido silbante.
Habia renunciado a localizar a su abuelo, pero era casi igual de dificil dar con el numero que iba buscando, el 17 C. No habia ninguna farola en los pasadizos donde estaba el plano para orientarse, y Flora no entendia la organizacion interna entre los patios. En esos momentos se encontraba justo en el patio donde empezaba la numeracion, era el primer patio al que ella habia accedido, el que se hallaba mas cerca de la valla.
Se abrio uno de los portales. Ella se quedo petrificada, se arrimo a la pared y se encogio. Al principio no comprendio por que su sensibilidad extrasensorial no le habia avisado, pero solo le llevo un par de segundos darse cuenta de que la persona que salia del portal era uno de los muertos. Pese a estar firmemente convencida de que se encontraba entre amigos, el corazon le empezo a latir con mas fuerza y ella se apreto aun mas contra la pared, como si con eso pudiera adentrarse aun mas en la sombra, volverse mas invisible.
El muerto -o la muerta, era imposible ver si se trataba de un hombre o de una mujer- se quedo parado fuera del portal, balanceandose. Dio unos pasos a la derecha, se detuvo. Dio unos pasos a la izquierda, se paro otra vez. Miro a su alrededor. Otra puerta se abrio mas alla y por ella salio otro redivivo. Este se dirigio directamente al centro del patio, donde se detuvo debajo de la farola.
Flora se estremecio cuando se abrio la puerta del portal situado justo al lado de ella. La muerta era una mujer, a juzgar por el pelo largo y gris. La ropa del hospital le colgaba suelta sobre el cuerpo esqueletico, como una mortaja. La mujer dio un par de pasos alejandose de la puerta, unos pasos lentos y vacilantes, como si caminara sin botas de clavos sobre una superficie de hielo.
La chica contuvo la respiracion. La muerta se dio la vuelta, temblorosa, y deslizo, desde el interior de unas cuencas vacias, lo que debia ser la mirada sobre el lugar donde se hallaba Flora, pero