olvidara y se acostase de una vez. Pero un miedo, un presentimiento irracional termino por doblegar la fria razon. «Nada tan estupido como preocuparse por algo inexistente», protesto mientras buscaba su bata y se envolvia en ella. Dos minutos despues abria la puerta de la salita de Peter Graham.

Encendio la luz. Nada habia cambiado; la nube de humo de cigarrillo todavia no se habia disipado, la alfombra seguia cubierta de ceniza. Insultandose por obrar como un ignorante supersticioso, fue sin hacer ruido hasta el cajon donde habian guardado el famoso revolver. Al abrirlo y mirar dentro sintio una extrana comezon en la nuca.

El cajon estaba vacio. Revolver y balas habian desaparecido.

Volvio a cerrarlo, y dejandose llevar por un impulso repentino limpio con un extremo de la bata la parte del tirador que habia tocado. Despues, yendo hasta la puerta del dormitorio, la empujo un poco. Un rayo de luz rasgo las tinieblas del interior. Del cuarto salia la respiracion acompasada de quien duerme profundamente. Nigel cerro la puerta con suavidad y regreso a su habitacion.

Durmio muy mal esa noche. A cada rato se despertaba y permanecia desvelado largo tiempo, fumando y pensando en su reciente descubrimiento. Nicholas, que ocupaba la habitacion contigua, volvio tarde, y al acostarse provoco un ruido que Nigel encontro totalmente innecesario. El hecho en si de la desaparicion del arma no tenia nada de particular, ya que cualquiera podia haberlo tomado para hacer una broma, o acaso, ?por que no?, el mismo Peter Graham lo habia prestado a uno de sus invitados. Claro que los habia despedido a todos, y juraria que nadie llevaba entre sus ropas un objeto tan pesado y voluminoso como un Colt 38. Entonces la unica conclusion que se podia sacar -nada tranquilizadora, por cierto- era que alguien habia regresado subrepticiamente a la salita y se lo habia llegado una vez deshecha la reunion, entre el momento en que Nicholas se marcho y el instante en que regreso al cuarto de Graham. ?Habria sido Nicholas? Parecia el candidato mas probable, pero en rigor a la verdad, podia haber sido cualquiera.

Se levanto y desayuno temprano, preguntandose como habrian amanecido los elementos mas bochincheros de la reunion de la vispera. Despues, a las nueve y media, subio a su cuarto en busca de un libro. En el camino paso por el corredor al que daban las habitaciones de Robert y Rachel, y el destino quiso que presenciara una coincidencia llamada a tener honda repercusion en el futuro. Justo cuando pasaba frente al cuarto de Rachel, la actriz salia evidentemente dispuesta a bajar para desayunarse.

Y en ese preciso instante Yseut salio del cuarto de Robert, que quedaba enfrente.

Los tres quedaron petrificados; y para Nigel, al menos, lo que implicaba la aparicion de Yseut en tales circunstancias saltaba a la vista. Decir que se asombro, seria no hacer justicia a lo que sintio; Nigel se quedo atonito. Era increible que Robert hubiera dormido con Yseut esa noche: especialmente teniendo en cuenta el estado en que Helen se la habia llevado. Pero ?que otra cosa se podia pensar? Aparentemente Rachel era de la misma opinion, y la expresion de su rostro distaba mucho de ser un espectaculo agradable. Ademas el aspecto de Yseut llamo poderosamente la atencion a Nigel. Vestia pantalones arrugados y una blusa igualmente ajada, y en la mano llevaba un bolso y una delgada libretita roja, en tanto que en sus ojos se leia una mezcla mas bien repelente de miedo y satisfaccion.

Se miraron un momento en silencio. Por fin Yseut, con una mueca burlona, echo a andar escalera abajo. Nadie habia dicho una palabra.

Rachel hizo ademan de dirigirse al cuarto de Robert, pero Nigel la tomo de un brazo.

– ?Le parece una actitud inteligente? -dijo.

Despues de una pausa casi imperceptible, la mujer asintio y, lentamente, siguio los pasos de Yseut por la escalera, rumbo al comedor.

Nigel llego a su cuarto, francamente pasmado. Todo aquello resultaba inconcebible. Claro que no era asunto de su incumbencia; por supuesto, no habia ninguna razon para preocuparse tanto por problemas ajenos. Y, sin embargo, no podia pensar en otra cosa, y un miedo informe latia persistente en el fondo de su conciencia. Le costo convencerse de que debia encauzar sus pensamientos por otra senda.

Cuando volvio a ver a Yseut, Nigel llevaba en el bar desde las diez en compania de Robert, charlando de intrascendencias, pero sin poder sobreponerse a su embarazo. A eso de las diez y diez, Donald Fellowes habia entrado y depositado sobre un radiador la pila de piezas para organo que traia, y fue a hacerles compania. No estaba muy animado esa manana; por el contrario parecia sumido en un estado de hosquedad permanente. Con toda premeditacion hablo dirigiendose siempre a Nigel, lo que consiguio irritar sobre manera a Robert para quien posiblemente la misma actitud habria sido motivo de diversion dos dias antes; y como hablaba principalmente de musica, tema en el que Nigel no era muy entendido y sobre el cual no tenia interes en aprender nada, la conversacion pronto se torno esporadica. Los tres se obstinaban en eludir toda referencia a temas personales, de manera que sobre la reunion de la vispera solo se dijo una que otra observacion vaga y convencional. Y era evidente que Donald aun no se habia repuesto de los efectos de la borrachera.

El ensayo de esa manana estaba fijado para las once. Despues del primer ensayo Nigel no habia vuelto al teatro, y en conjunto tenia muy pocos deseos de hacerlo, por lo menos no antes del domingo.

– Hoy nos tomaremos una hora para almorzar -anuncio Robert-, y despues seguiremos sin descanso toda la tarde.

– ?Quiere hacerme un favor, preguntarle a Helen si acepta almorzar conmigo? Estare esperandola aqui, en el hotel, a partir de las doce.

– ?A Helen? Si, como no.

En ese momento Yseut entro en el bar. Vestia con el mismo desalino que Nigel habia advertido mas temprano esa manana, y todavia llevaba en la mano el bolso y la libreta. Nigel capto la expresion de ira ciega que reflejo el semblante de Robert al verla, y tambien un sobresalto que este no pudo disimular; en seguida lo vio dominarse con esfuerzo y adoptar un aire despreocupado que no pudo ocultar su desasosiego. «Teme que se le prenda del cuello otra vez, y dispare una andanada de indirectas sobre lo que paso entre ellos anoche», penso Nigel, agregando mentalmente la acotacion, «que es exactamente lo que hara». Yseut miro a Robert con una mezcla de orgullo y desafio, deposito sus cosas en algun lado y fue hacia el mostrador contoneandose. Ninguno de los tres hombres se ofrecio a traerle una bebida, pero ella estuvo observandolos atentamente mientras pedia conac al encargado y traia el vaso hasta la mesa.

– Bueno, chicos -dijo-, ?que tal se sienten despues de la orgia de anoche? Pobre Donald, estas verde.

– No se, pero me parece mas apropiado que nosotros le hagamos esa pregunta a usted -dijo Nigel secamente.

– ?Oh, tan mal estuve anoche? -Yseut ensayo una sonrisa forzada-. Bueno, no se es joven mas que una vez, como dicen. Este…, esta manana fui a tu cuarto, Robert querido. Lamente mucho no encontrarte. Y lo peor es que cuando el pobre Nigel me vio salir penso lo peor. Y Rachel tambien. Fue una lastima que tropezara con ella; tenia la impresion de estar siendo tan discreta -tomo el vaso con mano temblorosa y apuro la mitad del contenido de un trago-. De cualquier forma, encontre lo que buscaba -sonrio torpemente.

– Me alegro -dijo Robert-. Yo tambien lamento que no me hayas encontrado.

– No importa…, querido.

«Empiezan las indirectas», penso Nigel resignado.

– Claro que hoy no te vere en el ensayo -prosiguio Robert-, pero como supongo que querras hablarme de algo…

La muchacha enarco las cejas.

– ?Yo, querido? De nada, absolutamente de nada. Lo que acabas de decir suena a conspiracion, ?no, Nigel? Como si quisieras darme un cheque para que no te haga chantaje. En ese caso no creo que a los demas les importe. Aunque desde luego no pienso aceptar ningun cheque, ni te estoy chantajeando; es una solucion tan poco inteligente, y encuentro mucho, muchisimo mas justo, que se sepa la verdad.

– ?Quieres explicar de que demonios estas hablando, Yseut? -pregunto Donald de mala manera.

– De nada, querido. Era una broma entre Robert y yo.

– Es hora de que me vaya -balbucio Donald, torpemente.

– ?Tan pronto, Donald? ?Vas a practicar en el organo? Bueno, ve entonces y toca bien.

Donald se levanto, tomo sus piezas de musica y permanecio mirandola un momento. Despues, con un movimiento brusco, giro sobre los talones y se marcho, seguido por la sonrisa condescendiente de Yseut.

– Buen muchacho -comento-, pero un poco rustico. Esperen que les traigo otra copa.

Nigel se levanto automaticamente.

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