– Vaya uno a saber, querida. Lo ignoro -otra pausa, y despues Helen dijo, lentamente:
– No puedo decir que lo sienta, aunque este mal por mi parte. Me…, me ha tomado tan de sorpresa. ?Saben cuando ocurrio? Aqui ha habido un revuelo terrible, y Jane tuvo que reemplazarla, y se cortaba cada cinco minutos. Sheila esta furiosa.
– Fue hace un par de horas.
Una exclamacion ahogada.
– Un par de horas… ?Oh Dios!
– Helen, querida, ?esta bien? ?Quiere que vaya?
– No, querido, gracias. Estoy perfectamente. Supongo que la policia querra interrogarme.
– Eso temo. Van a ir a verla manana.
– Bueno, Nigel. Ahora debo colgar. Aun no he terminado de quitarme el maquillaje. Hace frio, y practicamente no tengo nada encima.
– Dios la bendiga, querida. ?La veo manana?
– Si, por supuesto -Nigel colgo el telefono y descendio al piso de abajo.
Parsons, el portero, estaba a punto de marcharse cuando llego. Se conservaba tal como Nigel lo recordaba: un hombron de aspecto formidable, gafas de armadura gruesa, cuya actitud agresiva, invariablemente feroz, no podia estar mas renida con el cargo que ocupaba en el colegio. Nigel sospechaba que, como todos sus colegas, habia leido en innumerables libros sobre Oxford la declaracion de que si el portero es el rey sin corona de su colegio, y tal concepto habia influido profundamente en su apariencia, sin que los largos anos de amarga experiencia con efecto contrario hubieran podido desarraigarlo. Su actitud para con los estudiantes era de abierta intimidacion, mezclada de forma incongruente con las expresiones de servilismo convencionales, y unicamente respetaba a aquellos que no se dejaban intimidar. Cualquiera que fuese la generacion, estos ultimos eran muy contados, pero como Nigel habia estado entre ellos ahora encontro una buena acogida.
El portero fue preciso y categorico en sus declaraciones. Yseut habia llegado al colegio a las ocho menos seis minutos automaticamente habia mirado el reloj ya que despues de las nueve no se permite la entrada a mujeres-, yendo, a juzgar por lo que habia visto, directamente al cuarto de Mr. Fellowes. Robert Warner habia llegado a las ocho y cinco, preguntando por las habitaciones de Fen, y tambien fue directamente alli, no sin antes asegurarse de que lo esperaban. Ningun otro extrano habia entrado en el colegio desde la hora de la cena, aunque Mr. Fellowes habia traido un invitado por la tarde, a eso de las seis y media, creia. Algunos miembros del colegio entraron y salieron como de costumbre, pero Parsons no recordaba quienes ni tampoco las horas. Despues de prestar declaracion se retiro con dignidad dejando al inspector un poco mas complacido consigo mismo.
– Bueno, ya esta -dijo Fen, cuyo desasosiego habia ido en aumento-. Gracias a Dios ahora puedo subir y ponerme comodo -todos emprendieron la retirada.
Robert dejo su libro y se levanto al verlos entrar. Despues de saludarlos por turno, se intereso cortesmente en la marcha de la investigacion. Desplomandose en un sillon, Fen le pidio que sirvieran
– Y ahora, Mr. Warner -dijo el inspector-, unas preguntas, por favor.
– Como no.
– ?Usted conocia a la…, a Mrs. Haskell?
– Si. La conoci en Londres, en una reunion de la profesion hara algo mas de un ano. Seguimos viendonos algunas semanas desde entonces, y al poco tiempo ella se marcho para venir a instalarse aqui. Desde entonces la relacion quedo interrumpida, aunque por supuesto nos veiamos a veces, cuando venia a Oxford.
– ?Que lo trajo esta vez, Mr. Warner?
– Dirijo una nueva pieza, de la que tambien soy autor, en el Teatro de Repertorio.
– Aja. ?Y llego?
– El domingo. Los ensayos no comenzaron hasta el martes, pero queria tener un dia libre para entrar en ambiente y familiarizarme con la compania.
– ?Y que puede decirme sobre sus relaciones con Miss Haskell?
Robert parecio intranquilo.
– Eran bastante poco cordiales. Yseut no era persona que se hiciera querer, y apenas llegue empezo a perseguirme con la intencion de revivir el pasado. Como por mi parte no tenia el menor interes en revivirlo, ni nada parecido, las cosas se complicaron un poco. Ademas no valia mucho como actriz, no podia o no queria hacer caso a mis indicaciones, y se pasaba criticando la obra y la direccion a mis espaldas. En conjunto, no tengo reparos en admitir que para mi personalmente era un estorbo.
El inspector no pudo evitar un sobresalto ante semejante estallido de franqueza, que por alguna razon vaga sentia indecente.
–
– ?Debo entender, senor, que en ningun momento alento a la joven en…, este…, sus pretensiones?
– Absolutamente.
– ?No lo visito en su cuarto la noche del miercoles? Espero que sepa disculparme por formular preguntas tan intimas, pero le aseguro que, a menos que su respuesta tenga algo que ver con el caso, no ahondare en el interrogatorio por ese lado.
Robert parecio sorprendido, pero Nigel no hubiera podido decir si la sorpresa era o no verdadera.
– No -contesto-, a no ser que haya entrado mientras dormia. De cualquier manera, lo cierto es que no la vi.
– Esa noche, la del miercoles, Mr. Warner, ?estuvo…, estaba usted…?
– El inspector -explico sir Richard, cortando en seco el desesperado intento del otro de dar con un eufemismo conveniente- quiere saber si esa noche durmio con Miss West.
– No -dijo Robert, imperturbable-, realmente no.
– Ahora bien, senor -prosiguio el inspector-. Estuvo presente en la reunion. ?Sin duda fue testigo del incidente con el revolver?
– Si, por supuesto. Es mas participe en ese incidente. La muy… -dominandose, continuo-, Yseut insistio en que golpeara a Graham por haberselo quitado. Para entonces estaba bastante bebida.
– Aja. ?Y que hizo despues de la fiesta? ?Fue de los ultimos en retirarse?
– Creo que si. Rachel y yo subimos directamente a nuestras habitaciones, cambiamos algunos comentarios sobre las reuniones aburridas en general y sobre Yseut en particular, y nos dimos las buenas noches. Despues me desvesti, fui al bano, tome unas aspirinas para prevenir cualquier posible efecto de lo que habia tomado -«tipico de el», penso Nigel- y me meti en la cama. Lei una media hora, luego me dormi.
– Y a la manana siguiente, ?se levanto temprano?
– Alrededor de las ocho, si a eso lo llama temprano. Yo no.
– Cuando baje pregunte por usted -intervino Nigel, sospechando-. El conserje me dijo que no lo habia visto, y el
– Ah, ?si? -respondio Robert, friamente-. Da la casualidad que sali a pasear, y por otra parte muy rara vez me desayuno.
– ?Y no volvio a su cuarto antes de las diez? -pregunto el inspector.
– No. ?Para que iba a volver? Rachel no es como yo; nunca se levanta temprano, y no esperaba verla antes de las diez y media.
– ?Encontro a alguien durante su paseo?
– Me cruce con varias personas, pero ninguna conocida. Y si me permite, inspector -anadio en tono desagradable-, le dire que si lo que intenta demostrar es que pase la noche con Yseut, no le envidio el trabajo.
– ?Sabe que Miss Haskell fue a su habitacion la manana siguiente? -prosiguio el inspector, inmutable.
– Eso me dijo.
– ?Tiene alguna idea del motivo que la llevo?
– Ni la mas remota.
– ?Seguro?
Robert se enojo de pronto.
– Si, hombre, seguro -replico de mala manera.