– ?Ningun principio filosofico primario? -intervino Nigel, con sarcasmo.
– Aparte del principio filosofico primario de que no hay ningun principio filosofico primario -replico Nicholas, impavido-, ninguno. Sin embargo, me parece que estamos confundiendo al bueno del inspector. Puedo asegurarle, inspector, que realmente oi esa conversacion.
– ?Habia alguna otra persona presente, senor?
– ?Como presente?, habia una infinidad de personas, inspector. Lo que no puedo decir es si alguna oyo lo que oi yo.
En ese momento Fen, que se habia estado estudiando en el espejo de la pared mas alejada, giro sobre los talones y se encamino resuelto hacia el grupo.
– Se esta comportando como un estupido -dijo a Nicholas, con evidente intencion de ofender-. Contesteme una pregunta: ?que estaban haciendo usted y Fellowes esta noche en un cuarto ajeno?
El inequivoco dominio que Nicholas habia tenido de la situacion se desvanecio como por encanto.
– Estabamos escuchando la radio -respondio mansamente-. Donald no tiene, y como el ocupante de ese cuarto no estaba, entramos y tomamos posesion.
– ?Alguno de ustedes salio del cuarto en algun momento? -sin previo aviso, Fen habia asumido una actitud decididamente oficial, en repulsiva parodia de la del inspector.
Nicholas se rasco la nariz.
– No -dijo en tono de disculpa y con un laconismo extrano en el.
– ?Oyeron el disparo?
– Vagamente. En ese momento estaban tocando
– Santo cielo, muchacho. ?Quiere decir que estaban oyendo eso con las ventanas abiertas?
– Bueno -balbucio Nicholas, avergonzado-, hacia calor.
– De manera que estaban oyendo la radio con las ventanas abiertas -repitio Fen. ?Por todo los diablos! - anadio, abandonando el tono oficial. El inspector lo miro sin ocultar su azoramiento-. Ahi esta, por fin. ?Y podria decirme que tocaron antes de
Nicholas alzo la vista, sorprendido.
– Me parece que la obertura de
– La obertura de
– Vea, senor, en realidad no me parece que… -empezo el inspector, pero Fen lo interrumpio sin ceremonias.
– Lo sospeche desde el principio -dijo-. No, mi estimado amigo, no hablo de su facultad de raciocinio. Hablo del metodo, ?comprende?, del metodo. ?Al fin lo tengo! -como en extasis, se dejo caer en una silla y cerro los ojos, aparentemente dispuesto a dormir.
– Creo -aventuro el inspector al cabo de un momento- que si Mr. Fellowes se siente mejor… -Nicholas, obediente, se encamino hacia la puerta.
– ?Espere! -trono Fen, que despues de cambiar de posicion varias veces quedo un rato pensativo-. ?Cuando corrieron las cortinas?
– Poco antes de oir el disparo, creo.
– ?Las corrio usted o Fellowes?
– Yo corri las de las ventanas de este lado, y Donald las que dan al patio.
– ?Noto algo fuera de lo comun mientras las corria?
– No. Ya habia oscurecido bastante.
– ?Donde se sentaron?
– En un par de sillones junto a la chimenea.
Fen solto un grunido. La informacion suministrada parecio proporcionarle un placer secreto.
– Segun usted, ?quien es el asesino? -pregunto por fin.
Nicholas parecio desconcertado.
– Robert o Rachel o Jean, supongo; o Sheila McGaw…
– ?O quien?
– Sheila McGaw.
– Este personaje es nuevo, inspector -dijo Fen, radiante de jubilo-. Hablenos de ella -anadio.
– Es una mujer joven, con tendencias artisticas, que habitualmente dirige las obras que da la compania. En la epoca en que Yseut realizo una corta incursion por los escenarios de West End, iban a ofrecerle la direccion de una obra en la que aparecia Yseut. Ese dechado de virtudes que se llamaba Yseut Haskell uso de su influencia para conseguir que la otra se quedara sin trabajo, principalmente dando publicidad al hecho de que las reacciones sexuales de Sheila no eran del todo normales; aqui la Comision de Moralidad y Buenas Costumbres enarco las cejas sorprendida y fruncio el entrecejo. Sheila se entero y, no sin razon, le cobro odio profundo. Le dire, profesor -agrego, invitando a Fen a la reconciliacion-, que conozco a fondo el escandalo, en realidad soy un Aubrey de nuestros dias. ?Que mas necesita la policia?
– Aparte del hecho de que Aubrey sabia escribir -repuso Fen, friamente-, de que se embriagaba cuando bebia mucho, y de que tenia un sentido del humor espontaneo encantador, acaso haya algun punto de comparacion. Si mal no recuerdo Aubrey llego al extremo de acusar a Ben Jonson de haber asesinado a Marlowe -la expresion de su rostro decia a las claras que colocaba el cargo en la categoria de falta gravisima.
Donald Fellowes aparecio aun no repuesto de sus recientes excesos. El proceso fisico de la descompostura le habia aliviado la anestesia de los nervios, mas el alcohol todavia bullia, cantando y zumbando en sus venas, con el resultado de que ademas de deprimido se sentia positivamente enfermo.
– Vamos a ver -dijo Fen, que se habia hecho cargo de la situacion sin que nadie ofreciera resistencia aparente-, ?que tiene que decir en su descargo?
La pregunta tuvo el efecto de sacudir violentamente a Donald, que murmuro algo entre dientes.
– ?Siente que Yseut haya muerto? -prosiguio Fen, y a Nigel, en un aparte dolorosamente audible-. Este es el metodo psicologico para llegar a la verdad.
Aquello basto para despertar a Donald.
– ?Al diablo con la psicologia! -exclamo-. Ya que quieren saberlo, les dire que no siento que este muerta, solo siento alivio. Y no se molesten en suponer por eso que la mate. Tengo una coartada -termino con algo del orgullo del chiquillo que muestra su libro de cuentos preferido al adulto recalcitrante que visita a sus padres.
– Cree que tiene una coartada -lo corrigio Fen, con cautela-. Pero suponiendo una complicidad entre usted y Nicholas Barclay, la coartada se desvanece.
– No pueden probar esa complicidad -protesto Donald, indignado.
Bruscamente Fen abandono ese terreno poco propicio.
– ?Practico sus ejercicios de organo ayer por la manana? -pregunto-. ?Y antes estuvo en el
– Si a las dos cosas -dijo Donald, que se iba recobrando poco a poco-. El sabado tengo que tocar un Preludio Respighi bastante dificil.
– Y cuando fue al bar ?llevo la pieza de musica? -el nuevo giro que tomaba el interrogatorio sorprendio vivamente a Nigel.
– Casualmente si.
– ?Muchas piezas?
– Algunas -respondio Donald con dignidad.
– Ah -dijo Fen-. El testigo es suyo, inspector. El caso ha dejado de interesarme.
Aparentemente asi era. El inspector formulo un numero de preguntas sobre los movimientos de Donald esa noche, acerca del episodio del revolver y sus relaciones con Yseut, pero no supieron nada nuevo. Nigel tenia la impresion de que el inspector, en encomiable, pero futil esfuerzo por cumplir su deber, estaba dandose de cabeza contra un muro de piedra, de que estaba disparando preguntas al azar con la simple esperanza de sacar algo en limpio y de que, habiendo descartado por el momento la teoria del suicidio, no encontraba ninguna linea de investigacion concreta para reemplazarla. Nigel compartia de corazon ese sentir. A el mismo comenzaba a