– Muy bien, senor -el inspector sonreia levemente-. Ahora pasemos a lo de esta noche. ?Querria detallarnos sus movimientos durante la ultima parte del dia?

– El ensayo termino a las cuatro y media. Volvi al hotel con Rachel y tomamos el te juntos. A las seis fuimos a tomar un trago al bar con Donald Fellowes y Nicholas Barclay, que se marcharian a la media hora. Rachel tambien se fue poco despues, a comer con unas amigas que tiene en North Oxford, y comi solo en el hotel. Despues volvi al bar, y poco antes de las ocho me puse en camino hacia el colegio.

– Despues de comer ?estuvo en el bar con algun conocido?

– No.

– ?Y no puede fijar la hora en que se marcho?

– No, por Dios. ?Que importancia tiene eso?

– Puede tenerla, pero tambien puede no tenerla -insistio el inspector-. Simplemente estamos tratando de reunir tantos detalles como nos sea posible. ?Como reacciono Miss West a los avances de Miss Haskell, podria decirme?

Robert parecio preocupado por primera vez.

– Me sorprendio que se enfadara porque en ese sentido es muy sensata; y por otra parte los «avances», como usted los llama, distaban mucho de ser reciprocos. Si, puedo decir que Rachel se disgusto conmigo tanto como con Yseut.

– ?Sin que usted hubiera dado motivos? -salto el inspector.

Dos manchas rojas florecieron en las mejillas de Robert, que, sin embargo, respondio sin perder la calma:

– Absolutamente ninguno.

– Si segun usted Miss West era «sensata en ese sentido», ?como se entiende entonces que…?

– Le digo que no tenia ningun motivo.

El inspector se inclino hacia delante con una sonrisa fatua de complacencia.

– Y cuando llego aqui, ?que hizo?

– Me detuve en la porteria para preguntar donde estaba esta habitacion, porque no habia venido nunca; subi directamente, pase unos diez minutos escuchando una divertida historia de aparecidos y luego sali un momento para ir al lavabo. Mientras estaba ahi abajo oi algo como una explosion bastante cerca, y al salir me encontre con los demas, que bajaban por la escalera. El resto ya lo sabe.

– ?Llevaba guantes, Mr. Warner?

– ?Guantes? Por Dios. ?A quien se le ocurre? ?Con este calor!

– Gracias, senor. Creo que eso es todo por ahora. Sir Richard, profesor, ?tienen algo que preguntar?

Meneando la cabeza, sir Richard interrogo a Fen con la mirada.

– Una cosa solamente -dijo Fen, llevandose el vaso de whisky a los labios-. ?Que sabe sobre Egipto, Warner?

Robert parecio perplejo.

– Estuve en ese pais una vez, antes de la guerra -dijo-. Pero no se mas que la generalidad de los turistas: lo que uno recoge por ahi.

– ?Nada sobre el simbolismo de la antigua religion egipcia, por ejemplo?

Robert sostuvo su mirada un instante.

– No -dijo con extrema lentitud-. Lo siento, pero de ese tema no se absolutamente nada.

– Bueno, senor, entonces eso es todo -dijo el inspector.

– En ese caso -Robert se puso de pie- me marcho.

Tardiamente consciente de sus deberes de dueno de la casa, Fen se levanto de un salto.

– Mi estimado amigo -dijo-, realmente debo pedirle perdon por la velada, que ha sido abominable. Temo que no quiera volver a visitarme. Y lo cierto es que ardia en deseos de charlar con usted sobre su obra. Pero el lunes por la noche pienso verla, y si me lo permite quisiera asistir al ensayo de manana.

– Encantado -dijo Robert cortesmente-. Y por favor, no se disculpe. No tiene la culpa de que cometan asesinatos en su vecindad. Ojala disfrute con la experiencia. Y si puedo ser util en algo, aviseme, se lo ruego.

– Mucho temo que este desdichado asunto trastorne sus planes -dijo Fen-. Tendra que encontrar a alguien para sustituir a la muchacha, y pronto.

– Eso no me preocupa. Jane, que estudio su papel por si acaso, sabra salir a flote.

Fen asintio en silencio, y Robert, tras dirigir sendas inclinaciones de cabeza a sir Richard, a Nigel y al inspector, se encamino a la puerta. Pero antes de abrirla, se volvio.

– A proposito -dijo-, ?me equivoco al suponer que el revolver que mato a Yseut es el mismo con el que estuvo jugando la noche de la reunion? Parece lo mas probable.

– En efecto, Mr. Warner -respondio el inspector-. Alguien, no sabemos quien, volvio despues de marcharse los invitados y lo saco de su sitio.

– En ese caso -continuo Robert quiza pueda serles de ayuda. No se si sabran que vi quien lo tomo.

– ?Usted vio…! -exclamo el inspector, levantandose de un salto.

– Claro que hasta hoy no supe por que. Pero esa noche, al ir al bano antes de acostarme, vi que alguien entraba en la habitacion de Graham sin encender la luz, y tambien vi que ese alguien volvia a salir llevando consigo algo que en ese momento no reconoci. Sencillamente pense que era uno de los invitados, que iba en busca de algo olvidado.

– ?Si, si! -grito casi el inspector-. ?Y ese alguien era…?

8

UN BUEN SITIO PRIVADO

La tumba es un lugar privado y hermoso

Mas nadie alli, creo, se abraza.

Marvell.

El inspector miro a Robert con severidad. Daba la sensacion de que siempre, en el fondo de su cerebro, aquel dato asombroso habia existido en una forma pura e inmaterial, y que ahora la brutalidad con que Robert acababa de introducirlo en el medio rustico y limitado de las palabras le dolia como una ofensa. Miro a Robert como quien mira a alguien que acaba de coronar una alusion literaria especialmente sutil y apropiada con la trivialidad de un refran.

– ?Esta dispuesto a jurarlo? -inquirio automaticamente. La pregunta era del todo retorica, y al parecer el inspector no se habia percatado de que el metodo de arrancar la verdad que encerraba habia pasado de moda hacia tres siglos.

– Bueno -respondio Robert, con el tono condescendiente de quien debe explicar lo que salta a la vista en beneficio de un alma candida-, estoy dispuesto a jurar que volvio a esa habitacion. Naturalmente que no puedo estar seguro si sustrajo el revolver.

El inspector dejo pasar la cautelosa y escolastica enmienda con una mueca de desagrado.

– En ese sentido las conclusiones podemos sacarlas nosotros, senor -dijo con aire agresivo, como reclamando una prerrogativa-. Le agradezco, Mr. Warner, nos ha sido muy util…, muy util, ya lo creo -anadio subrayando las palabras por sentir inadecuada la expresion. Robert abandono la habitacion en forma casi imperceptible. El inspector hurgo en su cerebro en busca de palabras apropiadas para expresar sorpresa complacida y al no hallarlas, dejo a un lado el comentario para preguntar a todos en general:

– Bueno, bueno, ?que tenemos que decir a eso?

Nigel, por lo menos, no tenia nada que decir. Alli estaba el hecho, y por el momento no parecia haber nada que anadir al respecto; por cierto que como hecho era interesante. «Muy interesante.» Emitio la opinion en tono

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