pesaroso, consciente de su futilidad.

– Carece de todo valor -fue el irritante comentario de Fen.

– Habra que investigar por ese lado -sir Richard se decidio por la parte prosaica.

Esta ultima observacion parecio llenar convenientemente el inquietante vacio que se habia formado en el cerebro del inspector.

– Investigaremos, no lo dude -aseguro con algo del valor tardio de Aquiles cuando le pidieron que luchara contra los troyanos-. En cuanto al resto del interrogatorio, a mi al menos -subrayo el pronombre como desafiando a que alguien lo desvirtuara- me parece obvio que Mr. Warner paso la noche del miercoles con Miss Haskell -respiro pesadamente.

– Si piensa que eso tiene algo que ver con el caso, Cordery -dijo sir Richard, friamente-, entonces tuvo razon al mostrarse tan persistente. Pero no olvide que es un policia, no una comision de moralidad y buenas costumbres.

El inspector acuso la reprimenda demostrando conviccion en la medida apropiada.

– De cualquier manera, senor -dijo-, reconozca que bien puede tener alguna relacion con el asunto que tenemos entre manos.

– Todo esto me esta aburriendo sobre manera -tercio Fen de improviso-. Si seguimos asi, me voy. Nos hemos perdido en un laberinto de detalles rutinarios -su tono se volvio amenazador-. Solamente hay que decidir dos puntos: primero, si fue un suicidio; ya he dado suficientes pruebas de que no lo fue (dicho sea de paso ?vieron que en el suelo, que es de madera de pino blando, no habia ninguna incision en el lugar donde se supone cayo el revolver? Otro paso en falso del criminal). Y segundo, puesto que evidentemente fue un asesinato, hay que decidir como lo cometieron -adopto una expresion planidera-. Con unas cuantas preguntas inteligentes, listo. Pero no, tienen que sumergirse en un monton de cosas intrascendentes -pronuncio la palabra «cosas» con una repugnancia nacida en parte de su incapacidad para dar con otra mejor-. Todo eso estaria muy bien en una novela policiaca, donde hay que disfrazar los detalles significativos; aunque debo decir que en mi opinion tendrian que buscar disfraces menos vistos y mas interesantes…

Sir Richard se puso en pie resueltamente.

– Mira, Gervase -dijo-; si hay algo que me desagrada profundamente es esa clase de novelas policiacas donde uno de los personajes expone sus teorias sobre la mejor forma de escribir una novela policiaca. Ya es bastante que haya un detective que lea esas cosas: todos lo hacen…

Una rafaga de furia avasalladora envolvio al inspector.

– Ahora es usted quien se esta saliendo del tema -grito con voz ronca-. El problema no consiste en decidir como cometieron el crimen, aun cuando puede que eso tenga cierta importancia, sino en decidir quien lo cometio.

– Pero eso ya lo sabemos. ?O no? -dijo Fen con deliberada malicia.

El inspector guardo silencio. Parecia estar apelando a todas sus reservas para pulverizar la ultrajante sugerencia con una contraofensiva titanica. Abrio la boca y la sangre se le agolpo en la cara. Sin embargo, no encontrando a mano ninguna retorica adecuada, y controlando a su pesar el impulso de optar por una expresion fisica violenta, apelo en cambio a la ironia, en este caso pesada y subconsciente.

– Usted tal vez lo sepa -dijo por fin.

– Lo se -respondio simplemente Fen.

Sir Richard intervino entonces, viva encarnacion del sentido comun con toda su brusca franqueza.

– ?No diga tonterias, Gervase!

– He dicho que lo se -Fen adopto la actitud compungida de quien cree que seguira siendo incomprendido por sus congeneres el resto de sus dias-. Lo supe a los tres minutos de entrar en ese cuarto.

– ?A los tres mi…! -en sir Richard la curiosidad y la indignacion lucharon un momento, hasta que por fin la curiosidad fue mas fuerte-. ?Quien fue, entonces?

– ?Ah!

Sir Richard abrio los brazos expresando su desesperacion con el ademan convencional.

– ?Santo cielo! -exclamo-. ?El engano otra vez! No me diga nada, ya se: no se puede decir hasta el ultimo capitulo.

– Nada de eso -repuso Fen, ofendido-. El caso todavia no esta cerrado. Y, en primer lugar, no logro imaginar por que esa persona hizo lo que hizo.

– ?Dios me ampare! ?Le parece que en este caso no hay motivos a montones?

– Todos sexuales, mi querido Dick. No creo en el crimen pasional, especialmente cuando, como aqui, la pasion parece ser en esencia frustracion. Dinero, venganza, seguridad: ahi tiene moviles plausibles, y entre esos pienso buscar. Ademas confieso que algunos detalles, que probablemente no son capitales, siguen intrigandome.

– Bueno, no deja de ser un alivio -dijo el inspector en subito acceso de jocosidad poco convincente-. Creo - anadio con recelo, al parecer temeroso de hallar oposicion- que ahora convendria que viesemos a Mr. Fellowes - ejercitar asi su iniciativa parecio servirle de cierto consuelo.

– Donald ya viene -anuncio Nicholas, cuya oportuna aparicion corono las palabras del inspector-. En este momento, y a instancia mia, esta dejando que los efectos de la bebida sigan su curso natural. No sabe beber ese muchacho. Opino que no tendrian que permitirle ni una gota de alcohol, o a lo sumo muy poca cantidad -envolvio a los presentes en una mirada benevola, sin duda buscando apoyo para la sugerencia-. ?Puedo preguntar como marcha la investigacion?

– Hasta ahora no hay mucho que decir -respondio sir Richard-. Avanza, pero no sabemos exactamente en que direccion: no hay puntos de referencia de tamano suficiente para poder asegurarlo.

– ?Siguen aferrados a esa ridicula teoria del suicidio?

– Como, ?entonces no esta de acuerdo? -bajando la voz al final de la frase, el inspector la convirtio de pregunta en afirmacion, que el aludido recibio resignado.

– La idea no puede ser mas absurda. Yseut era rica, y justamente acababa de crear una situacion llena de las mas desagradables posibilidades: tenia ante si un enorme, fecundo horizonte dentro del cual fastidiar al projimo a voluntad. Abandonarlo habria sido traicionar sus principios de toda la vida. Cualquier cosa, que duela, habria dicho Hamlet -por un momento Nicholas analizo la parafrasis con sentido critico, antes de abandonarla al criterio de inteligencias inferiores-. ?Como iba a cambiar toda esa actitud potencial a cambio de un mutis violento de este mundo? Rachel, Jean, Donald y Robert estaban todos sometidos a sus caprichos, en un embrollo muy poco digno. Mucho me temo que se trate de un asesinato: por dinero o bien por pasion.

– Fen -dijo sir Richard- acaba de eliminar la pasion como movil del crimen.

– «El crimen esta tan cerca de la lujuria como la llama del humo» -respondio Nicholas, cortesmente, para en seguida anadir-: Trillada comparacion.

– ?Como dijo, senor?

– Era una cita de Pericles, inspector, una sucia obra sobre burdeles escrita por Shakespeare…, de quien seguramente habra oido hablar.

Sir Richard se apresuro a intervenir.

– ?Y que era eso del dinero? ?Acaso era rica la joven?

– Abrumadoramente rica. Calculo que tenia una renta anual de dos mil libras, que ahora hereda su hermana Helen. Y ya que hablamos del asunto, me parece oportuno mencionar que en la reunion de la otra noche Yseut anuncio a Helen su intencion de ir a Londres uno de estos dias por algo relacionado con su testamento.

– ?Que quiere insinuar? -salto Nigel.

Nicholas descarto su intervencion con un ademan.

– Los impulsos caballerescos equivocados como ese, Nigel (que originariamente, como el inspector sin duda habra notado, denotaban una aficion por la raza caballar), estan totalmente fuera de lugar.

El inspector lo miro con el ceno fruncido.

– ?Podria jurarlo? -pregunto. A Nigel se le ocurrio que aquella frase respondia a un impulso reflejo absolutamente irreflexivo que cualquier declaracion injuriosa podia provocar, como la famosa salivacion de los perros de Pavlov al oir la campana que anunciaba la cena.

– No soy como usted, inspector -dijo Nichols, con severidad fingida-. No hago distinciones de ninguna clase entre la verdad comun y la verdad jurada. Y ademas poseo una mente agnostica. No hay nada por lo que podria jurar sinceramente.

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