cansarle todo aquello y, como Fen, sentia morir su interes por el caso. Ahora veia que su primera reaccion ante el crimen habia sido puramente sentimental, y empezaba a comprender que, vista desde mas de un angulo, la muerte de Yseut no era de lamentar; si la hubiera atropellado un autobus el resultado habria sido el mismo, asi que ?por que preocuparse por consideraciones morales? Los naturales de las islas Fiji, recordo, asesinaban a sus ancianos por razones de evolucion social admirables desde todo punto de vista. Eso pensaba su yo consciente; en la inconsciencia vivia y se agigantaba un terror supersticioso por la muerte violenta, impermeable al refinamiento del calculo racional, y que los sentidos pugnaban por suprimir negandose a seguir especulando con el problema. El miedo supersticioso estaba alli, a no dudarlo, porque el agente era misterioso: un retroceso atavico a la creencia en el poder de los espiritus sueltos por aire y tierra. Si hubiera visto caer a Yseut alcanzada por la bala, si supiera el nombre del asesino, ese miedo no habria nacido jamas.
Cerca del final del interrogatorio, algo revivio el dormido interes de Fen, que a juzgar por las apariencias era algo sumamente voluble.
– ?Que opina de Jean Whitelegge? -pregunto esforzandose por aparentar simple curiosidad cientifica.
– Creo que esta enamorada de mi.
– Mi estimado amigo, eso ya lo sabemos. Y no se ufane tanto de ello. ?Cree que puede haber matado a Yseut?
– ?Jean? -una pausa infinitesimal. Despues Donald parecio impresionado-. No, de ningun modo.
– Aja -prosiguio Fen-. ?Y que servicio tenemos para el domingo?
– Dyson en Re.
– Hermoso comento Fen, un poco teatral, pero hermoso. No falte, Nigel. Musicalmente es una batalla entre la religion y el romance, entre Eros y Agape -Nigel asintio en silencio, atonito ante declaraciones tan sentenciosas. Donald Fellowes fue a ocupar una de las habitaciones reservadas a los huespedes, no sin antes retirar de su dormitorio algunos efectos personales bajo la mirada atenta de un agente.
Una atmosfera soporifica envolvio tras su partida a Fen, Nigel, sir Richard y al inspector. Ahora hasta los dos ultimos parecian pasar por serias dificultades para mantener vivo su interes. Y ademas era bastante cerca de medianoche. En heroico intento de retornar la senda abandonada, el inspector probo sus dotes en el arte de la condensacion y el resumen.
– Falta investigar algunos detalles especificos -dijo-. Las coartadas de los demas interesados; el asunto de si la bala salio del revolver que encontramos (aunque personalmente no me cabe la menor duda de que asi fue); la cuestion del testamento de la difunta; la procedencia del anillo; y dos o tres puntos secundarios.
Sir Richard arrojo el fosforo que desde hacia unos segundos venia aplicando sin resultado visible al cuenco de su pipa, con mala punteria, pues no cayo en la chimenea.
– Para mi -dijo, denotando su rostro un desconcierto apropiado aunque momentaneo- la forma en que la mataron sigue siendo un misterio. ?Les parece que habran podido disparar desde fuera, a traves de la ventana…? -para denotar la poca fe que le merecia el planteamiento, apelo a la reticencia.
– Aun prescindiendo del detalle de las quemaduras de polvora -dijo el inspector-, no veo como habrian podido hacerlo. Si alguien hubiera disparado desde el corredor, Williams lo habria visto. Si Mr. Fellowes y Mr. Barclay dicen la verdad, no la atacaron desde el cuarto de enfrente. Con el respeto que me merece su opinion, senor - miro a Fen sin que su actitud trasuntara mucho respeto-, no veo como puede ser otra cosa que un suicidio. Claro que me propongo conducir la investigacion con amplitud de criterio -inclino la cabeza, al parecer aprobando su arranque de generosidad y condescendencia-, pero a mi juicio no quedan dudas en ese sentido.
– Estoy seguro de que podemos dejar el asunto en sus manos, inspector -dijo sir Richard, no sin esfuerzo-. Y ahora, ?que les parece si nos vamos a la cama?
El sentido alivio que suscito la sugerencia engendro, por alguna razon incomprensible, una rara tendencia a prolongar la charla en torno a trivialidades. Por fin sir Richard y el inspector partieron, pero Nigel se quedo un rato mas. Fen habia abandonado su melancolia teatral y su exuberancia ilogica, y ahora estaba impresionantemente solemne.
– Despues hablan -murmuro- de la justicia abstracta.
– ?Justicia abstracta? -repitio Nigel.
– Pascal sostiene que la justicia humana es completamente relativa -dijo Fen- y que no hay crimen que en algun momento no haya sido considerado un acto piadoso. Claro que confunde la ley de moralidad universal con aquellos actos que tienen valor por su conveniencia momentanea. Aun asi estimo que el incesto lo contradice, puesto que ha merecido la condenacion universal -exhalo un suspiro-. La cuestion es: ?vale la pena que cuelguen a alguien por el asesinato de esa mujer? Al parecer acostumbraba a valerse de sus encantos en la forma mas baja que darse puede, como medio de conseguir poder, al estilo de Merteuil.
– Hasta cierto punto podria calificarsela de sensualista -insinuo Nigel.
Gervase Fen estudio la propension de Yseut al desenfreno sin satisfaccion; en su interior parecia estar librandose una batalla corneliana.
– No me gusta -murmuro-. No me gusta nada.
– ?Cree saber quien la mato?
– Oh, si. Tal vez debiera haber dicho que las condiciones son tales que solamente una persona puede llenarlas, y que averiguar la identidad de esa persona sera bastante facil. Reconozco que habra que aclarar ciertos puntos oscuros, y hasta es posible que me equivoque -la voz del profesor trasunto su falta de conviccion acerca de este ultimo punto-. Esa chica McGaw… -se interrumpio a si mismo para preguntar a quemarropa-: ?Estas enamorado de Helen?
Nigel estudio las posibles derivaciones desagradables de la pregunta.
– Apenas la conozco -dijo, confiando en la evasion para sonsacar algo mas a Fen. Pero este no hizo mas que menear la cabeza y anuncio que lo acompanaria hasta el porton de entrada.
Una media luna colgaba torcida del cielo sobre el gran torreon. El aire estaba tibio, con una tibieza que a la vez que minaba la energia fisica, presagiaba un cambio inminente. Cruzaron el patio bajo la arquitectura remilgada de Inigo Jones, transformada por la oscuridad en lujuria siniestra, vacia. A Nigel le trajo a la memoria el cuento de Wilkes.
– Interesante agregado a la coleccion de leyendas del colegio -comento.
– Dime una cosa, Nigel -lo interrumpio Fen con los pensamientos en otra parte-, ?estabas tu aqui hace tres o cuatro anos para los festejos de Todos los Santos?
– ?Cuando el colegio en pleno bailo desnudo en el parque a la luz de la luna? Si, y estuve complicado. Para ser exacto me hice acreedor a sanciones disciplinarias que deben de haber abastecido de oporto al colegio durante varias semanas.
– Eran otros tiempos. Esa noche ?aparecio algun fantasma?
– Recuerdo que en un momento dado nos contamos y descubrimos la presencia de un desconocido. Pero nunca supimos si era un fantasma o simplemente uno de los profesores.
– Se me ocurre que no debia ser tan dificil distinguirlo -Fen suspiro-. Todos, Nigel, nos estamos tipificando y normalizando. Tenemos atrofiado el don divino de decir y hacer tonterias. ?Quieres creer que, el otro dia, un alumno tuvo la impertinencia de criticarme porque lei pasajes de
Habian llegado a una parte del colegio que Nigel recordaba como un cuadro de cesped cercado. Mirando en la direccion que senalaba Fen, vio que alli habian construido una especie de corral techado, dentro del cual distinguio confusamente los contornos de doce maquinas de escribir sobre una mesa, y a doce monos, unos sentados en actitud sonadora, otros copulando con expresion aburrida. La siniestra e imprevista aparicion tomo de sorpresa a Nigel.
– ?Que es? -pregunto.
– El Corral de Wilkes -respondio Fen en tono sombrio-. Por supuesto que es posterior a tu epoca. Wilkes, que tiene una mentalidad practica, lo ha alquilado al colegio por no se cuantos anos. Pero hasta ahora no han producido ni un solo soneto de Shakespeare, ni una linea de soneto, ni una palabra de linea, ni tan siquiera dos letras consecutivas. Logicamente hay que reponer los monos a medida que van muriendo, probablemente eso sea