– Por el contrario, lo encuentro fascinante -respondio Fen- e inconcebible.
– ?Inconcebible?
– En esta, como en muy contadas obras de la literatura, hay cosas que uno solo puede atribuir a inspiracion divina. Normalmente es facil seguir los procesos mas bien complicados y mecanicos del pensamiento de un autor. Hablo de las cosas inesperadas, inconcebibles, las que no encajan dentro de ese proceso y que, sin embargo, son absolutamente correctas, a eso me refiero.
Robert rio.
– ?Tretas! Puras tretas, le aseguro. Pienso empezar pronto otra que confio salga un poco mejor…, o menos mal.
Fen asimilo en silencio la primicia.
– ?Otra? -repitio luego.
En cuanto terminemos aqui. Y esta vez la presentaremos en Londres con bombos y platillos. Espero que tambien esta vaya alli. Aunque eso puedo asegurarlo ahora que estamos un poco mas adelantados. Ni siquiera con una experiencia de anos como la mia se puede saber a ciencia cierta como saldra en la practica lo que uno esta escribiendo -bajo la sobria indiferencia de su tono habia una nota de fanatismo, que indujo a Fen a preguntar:
– ?Y por que escribe, principalmente?
El otro sonrio.
– Por dinero… y por vanidad; creo que esa es la razon de que la mayoria de los hombres, hasta los que alcanzaron la cima de la fama, hayan escrito. La Creacion del Arte -logro trasmitir las mayusculas- es un objetivo que rara vez entra en sus calculos. Por necesidad. Los artistas mas originales ignoran lo que es el arte, o la belleza. Invariablemente son criticos desastrosos; los escritores no tienen nocion de musica, ni los musicos de literatura, ni los pintores de musica o literatura, de modo que lo que buscan no puede ser la belleza. Eso es presumiblemente una especie de contingencia incidental, como la perla en la ostra.
Hubo una pausa brevisima. Luego Fen asintio con vigor.
– Espero el lunes impaciente -dijo-. ?Que tal se arreglan sin Yseut?
Robert parecio incomodo.
– Por cruel que parezca nos arreglamos perfectamente sin ella. Esa costumbre que tenia de hacer criticas tontas, pero persistentes, estaba resultando pesada. Personalmente no me molesta que critiquen mis obras, siempre y cuando sean criticas inteligentes. Pero Yseut, la pobrecita, ignoraba hasta los conceptos mas elementales del teatro, y trataba de subsanar esa ignorancia oponiendose a todo lo que iba en contra de los prejuicios de su mentalidad comercial. Y, como si fuera poco, expresaba sus opiniones en publico y en terminos por demas ofensivos. Creame que comenzaba a ser problema serio.
– Concedido -admitio Rachel-, pero creo que todos estan exagerando su valor como molestia, especialmente ahora que esta muerta. A fin de cuentas, no era mas que una de las tantas personas latosas con que la Providencia ha creido prudente castigar a la humanidad.
– De acuerdo -dijo Fen-. Este dichoso asunto nos ha tenido a mal traer -suspiro-. A todos les falto tiempo para correr a decirle a la policia hasta que punto la detestaban (supongo que para alejar las sospechas de ellos, exagerando la nota), y el resultado fue ocultar matices de opinion mas sutiles e importantes.
– ?Acostumbran los detectives -pregunto Robert, mansamente- a discutir asi el crimen con los sospechosos, con tanta imparcialidad y franqueza?
– Un
– Bueno -dijo Robert, en tono displicente-, supongo que nada me impedia salir corriendo del lavabo, matar a Yseut y despues volver a esconderme para reaparecer en el momento apropiado.
– Lamento decirle que por razones analizadas a fondo no podria haber hecho nada de eso. De esa acusacion puede considerarse a salvo.
– No dire que eso me tranquiliza porque sinceramente nunca la tuve por posibilidad seria. Pero siempre conviene aclarar las cosas -Robert parecia estar archivando el asunto en algun rincon perdido de su mente.
– ?Y yo? -intervino Rachel-. ?Tambien estoy bajo sospecha?
– Depende -repuso Fen, afablemente-. ?Que hacia en el momento del crimen? -la apostrofo con severidad.
– Estaba en el cine, meditando sobre los defectos del sexo fuerte.
– ?Como! -se sorprendio Fen-. Tenia entendido que unos amigos de North Oxford le brindaban una coartada impecable.
– Yo tengo la culpa -tercio Robert-. Mi mente literaria y la alta opinion que tengo de mi persona me impiden ver que eso era un mero pretexto para huir de mi.
– El inspector comenzo a sospechar cuando lo supo -siguio diciendo Rachel-. Para colmo de males no puedo recordar que cine era (simplemente entre en el primero que me salio al paso) y tampoco la pelicula que daban. Lo cierto es que no le preste ninguna atencion, creo que ni siquiera podria decir de que trataba. Por lo visto el inspector es de esas personas que van a ver una pelicula determinada, llegan puntualmente al comienzo y se entregan a ella en cuerpo y alma hasta el final.
Fen asintio.
– Personalmente -comento distraido- siempre que voy al cine es para dormir; encuentro soporifica la atmosfera de las salas -miro alrededor aparentemente buscando la admiracion y el aplauso de los presentes para aquella excentricidad. Luego una sombra cruzo sus facciones, y anadio-: Pero yo que usted no trataria con tanta ligereza esa falta de coartada. Sabemos que todo es muy logico y humano, pero eso no quita para que siga sin poder justificar sus movimientos a la hora del crimen.
Merezco la reprimenda -admitio Rachel, seriamente-. Por supuesto que tiene razon. Pero ?esta absolutamente probado que Yseut no se suicido? Se que suena poco probable, pero…
– No hay certeza absoluta -la interrumpio Fen- hasta tanto la policia se decida. Mal que mal, informaran al
– Pero usted esta colaborando con la policia -insistio Rachel-. Entre nosotros, ?que opina?
– Que fue un asesinato -respondio Fen, acentuando las palabras-, y desde hace algun tiempo se quien es el asesino.
Robert hizo un esfuerzo por denotar indignacion en el grado adecuado.
– Entonces ?por que no se lo dice a la policia -pregunto- y terminan de una vez? ?No hay pruebas suficientes?
– No, no hay pruebas incidentales suficientes. Aunque desde luego el hecho primario aparece claro como el dia. Una sola persona en el mundo puede haber matado a Yseut Haskell. Admito que todo depende de la veracidad de un testigo, pero no tengo razones para suponer que el testigo en cuestion miente respecto a ese punto -su expresion era solemne.
– Entonces ?van a hacer arrestarlo? -pregunto Robert-. ?Que impide que sea en seguida?
Fen esbozo un ademan vago.
– El asesino es un ser humano, no una cifra, una
Robert asintio, comprensivo.
– Se entiende -dijo-, aunque la suya es una actitud demasiado sentimental. El crimen es un golpe repentino, decisivo, imprevisto, en tanto que desenmascarar al criminal posee toda la crueldad acumulada de la caceria. Pero, en el fondo, un crimen es siempre un crimen -parecio hallar consuelo en esa sencilla reflexion.
Nigel se aproximo, trayendo la cerveza pedida, que Fen contemplo con tristeza. Depositando el vaso sobre el mostrador le volvio la espalda, aparentemente con la esperanza de que al verse ignorado desapareciera con su contenido.
– Recuerdo -dijo a Robert sin ningun proposito aparente- haber leido algo acerca de un viaje que hizo a America del Sur antes de la guerra. ?Fue agradable?
Robert parecio desconcertado.