de ser el personaje austero y sobrio que nos pinto Wilkes. En realidad era un viejo tonto que llego a ocupar esa posicion por nepotismo y haciendo valer sus influencias. Y recordaras que toda la parte fantasmal del cuento, amen de uno o dos incidentes secundarios ocurridos en la capilla, de facil explicacion, venia de Archer, el decano; Parks, al parecer, nunca hablo con nadie de su «aventura» nocturna. Y como idea reconozco que fue buena, con todo ese fondo dramatico de John Kettenburgh y la pared de la antecamara. Parece ser que las relaciones que existian entre Archer y Parks eran de una naturaleza tan vergonzosa que en aquellos dias puritanos nadie habria osado sugerir la posibilidad de algo semejante. Despues Parks resolvio probar sus dotes en el arte del chantaje y Archer lo elimino, ocultando el arma, vaya a saber Dios donde, antes de que llegaran los demas.
– Dios santo -dijo Nigel, profundamente escandalizado-. Pero, ?como lo adivino?
– Por toda esa idiotez del latin, por supuesto. ?Que persona en su sano juicio va a soltar una invocacion latina con su ultimo aliento despues de haber sido apunalado, aunque sea un fantasma? Lo que en realidad gritaba era el nombre de su asesino. Y como el era el organista sacro y no estudiante de los clasicos, apuesto a que uso la fonetica eclesiastica, y pronuncio
– Sobrenatural, mi querido Holmes -dijo Nigel, que, sin embargo, estaba sinceramente impresionado; y anadio-: En mas de un sentido. ?Y que me dice de la teoria de Wilkes sobre el fantasma que circulaba entre los vivos?
– Eso -respondio Fen firmemente y con crudeza- es pura supercheria. Cualquiera que no este demente puede evitar llegar al asesinato. Eso de estar poseido por el demonio es una comoda forma de eludir las responsabilidades. Y ahora que me acuerdo…
Extrajo del bolsillo el sobre que habia escrito mas temprano esa tarde, y haciendolo pedazos lo arrojo a la chimenea. Los dos hombres miraron en silencio como el papel se prendia fuego y ardia hasta quedar reducido a cenizas.
– Manana por la noche -anuncio Gervase Fen -salimos de caza.
14
?No! No lo sera aun. Si este no lo sera, otro si. ?Todavia no? Pronto te proveere – ?venganza!
Ford.
A eso de las seis de la tarde la cola de aspirantes a localidades sin numerar cubria varias manzanas. A las siete un portero salio, los conto, comparo el resultado con el numero de localidades disponibles e informo a los que no podrian entrar de lo vano de su espera. La ultima parte de la cola se desintegro y disperso, pero muchos de sus miembros siguieron aguardando, en parte para ver si podian reconocer a alguna celebridad, en parte confiando en que alguno de los precavidos que habian reservado localidades no apareciesen y ellos pudieran entrar en su lugar. Dandose aires de importancia, tres agentes de policia trataban inutilmente de regular el cada vez mas caudaloso afluir de la gente. Hasta los que habian reservado sitio de antemano llegaron temprano, temerosos de que algun imprevisto les impidiera entrar, y despues, entradas en mano, aguardaban paseando por los jardines delante del teatro. De todos los hoteles de Oxford venian agentes, empresarios teatrales, actores, actrices, productores, criticos y autores. Algunos, los que no habian podido abandonar sus ocupaciones en Londres mas temprano, venian directamente de la estacion en taxis. La plana mayor de la universidad se hizo presente con su eterna expresion de aburrimiento. Los profesores llegaron y se abrieron paso entre el gentio con el aire digno y confiado que da la autoridad. Aquello era una Babel. Un grupo de tres criticos eminentes aguardaban fuera, sosteniendo una conversacion espasmodica y echando miraditas nerviosas alrededor. «Shakespeare lo previo», se lamento Nicholas, entrando del brazo con la rubia, «un agata vilmente pulida». Desde un rincon el electricista, Richard Ellis, Sheila McGaw y algunos tecnicos contemplaban estupefactos aquella multitud desbordante que llegaba de todas direcciones, y sentian que la excitacion los consumia. Robert cruzo el vestibulo para saludar a unos amigos llegados de Londres, despertando a su paso mal disimulada curiosidad. En manos de todos, sencillos programas en blanco y negro anunciaban el estreno de
Camino del teatro en compania de Nigel y sir Richard, Fen dijo:
– La ultima vez que estuve en ese teatro jure no volver. Y sin embargo, alla voy. A proposito -anadio a Nigel-, confio en que mi amigo el actor llegue a tiempo. Me gustaria presentarle a Helen antes de la funcion.
Nigel se limito a asentir en silencio; estaba demasiado emocionado para hablar.
– Y -siguio diciendo Fen en tono mas bajo a sir Richard- supongo que esta todo listo, ?no?
– El inspector y su gente llegaran con bastante anticipacion. Ahora hay algunos hombres, por supuesto, mezclados entre el publico. Siento -anadio Richard distraido- que tenga que estropearse la noche con esto.
– Dios sabe que nadie lo siente mas que yo -dijo Fen-, pero no habia forma de evitarlo. En realidad no veo por que tiene que impedir que disfrutemos del espectaculo.
Sir Richard lo miro con curiosidad. Despues se encogio de hombros.
– A mi por cierto no me lo impedira -afirmo resueltamente.
– Podrian decirme de que se trata, ?no les parece? -pidio Nigel.
– Despues de la funcion -le explico Fen- convocaremos una pequena reunion y habra un arresto. Sin barullo, por supuesto, una vez pasada la excitacion del estreno. Solo estaran presentes los principales interesados.
– ?Ah! -Nigel quedo silencioso un instante. Despues agrego-: Me parece una lastima.
– Rebanarle la garganta a un ser humano y matar a otro de un tiro tambien lo es -replico Fen asperamente. Siguieron andando sin hablar.
– ?Dios, que gentio! -exclamo Nigel cuando tuvieron el teatro a la vista-. Supongo -dijo a Fen entrando en sospechas de pronto- que habra traido las entradas.
Fen hurgo en sus bolsillos y una expresion compungida se le pinto en el rostro.
– ?Si sere distraido! -dijo por fin-. Las deje sobre el escritorio.
Nigel solto un gemido.
– En efecto -tercio sir Richard tranquilamente-. Y de ahi las tome yo. Tu memoria y tus opiniones sobre Charles Churchill han dejado de merecerme confianza. Vamos, Gervase, por favor no te enfades.
Se abrieron paso por entre la multitud, Fen saludando alegremente con la mano a amigos y conocidos. Nigel se asombro al ver la extraordinaria cantidad de gente que parecia conocer. Con no poca dificultad localizaron al Actor Eminente, a quien Fen condujo sin mas tramites a los camerinos para ver a Helen. Nigel y sir Richard, creyendo que el momento exigia discrecion, optaron por abrirse camino hasta sus asientos a traves de un mar de impermeables, pies y programas.
El Actor Eminente se mostro discreto, simpatico y formal.
– Es una crueldad de nuestra parte molestarla en estos momentos -dijo a Helen-. Yo al menos me pongo