capitan, que interiormente se preguntaba esperanzado si la reputacion de inmoralidad de las actrices seria fundada. Robert volvio a quedar relativamente aislado con Yseut, en tanto Nigel y Nicholas charlaban sobre sus dias de estudiante, encontrando conocidos en comun. Por fin, Peter Graham se levanto diciendo:

– Digo yo, ?que les parece si vienen a mi hotel el miercoles por la noche, y organizamos una pequena reunion? Despues que cierren los bares, por supuesto. Y pueden traer a quien quieran. Creo que en el hotel me conseguiran bebidas, asi que no sera necesario llevar botellas.

«Mientras tanto -siguio diciendo una vez que todos hubieron aceptado, y expresado su complacencia ante la perspectiva-, Rachel… es decir, Miss West y yo cenaremos juntos, de modo que espero sabran disculparnos -aqui Robert disparo una mirada frenetica a Rachel, que con crueldad deliberada simulo ignorarla-. Hasta pronto -decia Peter Graham, alegremente-, supongo que los vere a todos -anadio, sintiendo que quiza su apresurada partida exigia un justificativo-. Creo que me va a gustar Oxford -y salio llevandose a Rachel antes de que alguien atinara a decir una palabra.

Tambien Nigel y Nicholas hicieron ademan de retirarse.

– Bueno, me voy -anuncio resueltamente Nicholas.

– No, no te vayas -suplico Robert-. Quedate a cenar con nosotros -senalando disimuladamente a Yseut, le lanzo una llamada desesperada de auxilio.

– Me encantaria, pero ceno con un amigo en el New College. Y ya estoy retrasado.

– Y usted, ?acepta? -Robert se dirigio a Nigel en tono quejumbroso.

Pero este no tenia el menor deseo de cenar en compania de Yseut.

– Lo lamento -mintio-, tambien tengo un compromiso.

– ?Dios me ampare! -exclamo Robert por lo bajo.

– A proposito -pregunto Nigel, antes de marcharse-, ?a que hora ensayan manana?

– A las diez -respondio Robert, perdida toda esperanza. Lo dejaron sumiso en su mal humor, y a Yseut sonriendo como una gata satisfecha.

En la entrada un oficial de la Real Fuerza Aerea algo achispado se llevo delante a Nicholas y, recobrandose, clavo en el una mirada turbia.

– ?Pedazo de animal! -rugio-. ?Por que demonios no esta de uniforme?

– Soy parte de la cultura que usted lucha por defender -respondio Nicholas, mirandolo con frialdad; despues de Dunkerque lo habian dado de baja en el Ejercito.

– ?Cretino! -grito el oficial, y en vista de que habia agotado su repertorio, siguio de largo.

Nigel miro con curiosidad a su companero cuando ambos salian del hotel.

– Hubiera jurado que Coriolano era una de sus favoritas -le dijo.

Nicholas sonrio.

– En cierto modo, tiene razon; «el grito comun de los cobardes», a eso se refiere. Pero no es snobismo, sino una incapacidad congenita de tolerar pacientemente a la gente tonta. Creo que esa es la razon principal de que desprecie tanto a esa bruja de Yseut, no ningun escrupulo moral. El dia menos pensado alguien va a matar a esa mujer, o a dejarla marcada, y no sere yo quien lo sienta.

Ya en la calle, Nigel lo dejo y echo a andar rumbo al colegio, mas pensativo que de costumbre.

3

ENSAYO

Una estructura antigua se erguia para informar a los ojos

Que estaba alli desde remotos tiempos y que se llamaba Barbica

Donde pobres ninos sus tiernas voces ensayan

Y pequenos Maximos a los dioses desafian.

Dryden.

Era bien pasada la medianoche cuando Nigel dejo las habitaciones de Fen en St. Christopher's, para regresar al Mace and Sceptre. Habian hablado de antiguos conocidos, de viejos tiempos, de la situacion actual del colegio y del efecto de la guerra en la universidad en general. «?Son unos atrasados mentales!», habia dicho Fen del actual contingente de estudiantes. «?Unas criaturas!» Y por lo poco que se habia visto desde su llegada, Nigel se sentia inclinado a compartir su opinion. El promedio de edad de los alumnos habia sido reducido considerablemente, y travesuras mas propias de la escuela primaria habian pasado a reemplazar a los individualismos y excentricidades mas adultas de antes de la guerra. Ademas otro detalle significativo que Nigel, con su estiramiento instintivo del artista, deploraba, era que hubiese mas estudiantes de ciencias que de artes.

Pero algo lo habia perturbado toda la velada. Aquella breve conversacion previa a la cena le habia trasmitido parte de las embarulladas ramificaciones de la situacion de Yseut, impidiendole disfrutar de la entrevista con Fen en la medida pensada. Recordaba a Donald Fellowes, la forma en que lo vio temblar de rabia, la frialdad burlona de Nicholas, la repulsion instintiva, fisica casi, de Robert por la joven; y habia tambien otros hilos que todavia no habia visto. Vagamente se pregunto en que acabaria aquello. Lo mas probable era que, como la mayoria de esos impasses, se desvaneciera en cuanto suprimiesen a uno o mas de sus elementos. A Nigel, perezoso por naturaleza, le desagradaban las decisiones apresuradas y los pasos decisivos, y siempre preferia esperar a que algo alterase la situacion, eliminando asi la necesidad de tomar una decision en uno u otro sentido. Sin duda todo se resolveria por si solo de alguna manera.

Esa noche durmio como un tronco, y no se desperto hasta tarde, de modo que cuando se puso en camino rumbo al teatro ya eran las diez y media, y Nigel se recrimino por el retraso.

Andando a buen paso, el teatro quedaba a diez minutos del hotel, cerca de los suburbios de la ciudad, encajonado entre residencias en una calle larga por donde pasaba la carretera principal a una ciudad proxima. Contemplando el edificio del teatro a la fresca claridad de esa manana de otono, Nigel dudo de que hicieramos justicia a los Victorianos al condenar invariablemente su arquitectura por poco elegante. En el caso presente, al menos, el arquitecto desconocido habia logrado infundir al edificio un encanto suave, aunque algo afeminado. Era grande, de piedra color amarillo palido, con un amplio parque delante donde en las noches de verano el publico podia pasear, beber y fumar en los intervalos. A la mayor parte del edificio la habian sometido a una simple restauracion; solamente el escenario, los camerinos y el bar habian sido modernizados por completo, el ultimo - situado en el primer piso, detras de la galeria, y al que se llegaba por dos escalinatas que nacian a ambos lados del foyer- en un ingenioso pastiche del estilo original que lograba un efecto realmente encantador. Las dos taquillas lucian ahora anchos paneles de vidrio en lugar de los diminutos arcos romanos a traves de los cuales se efectuan las transacciones de rigor en la gran mayoria de los teatros viejos.

Nigel avanzo a tientas por entre las butacas, todavia enojado consigo mismo por haberse retrasado tanto. Tenia pensado asistir a todos los ensayos, para formarse una idea de como va tomando forma una pieza teatral hasta el dia del estreno.

Lo sorprendio, sin embargo, ver que no ocurria practicamente nada (despues comprendio que eso sucedia en casi la tercera parte de los ensayos de ese tipo de compania). En el escenario, a la luz de las candilejas, unas cuantas personas permanecian ociosas, de pie o sentadas, libreto en mano, fumando o charlando por lo bajo. Una mujer joven, que Nigel supuso debia ser la regidora de escena, cambiaba de sitio sillas y mesas con tanta energia que parecia un milagro que no se hicieran pedazos. Robert hablaba con alguien junto al foso de la orquesta, sobre el que habian tendido una pasarela de aspecto no muy firme para poder bajar del escenario a la platea. Un hombre joven arrancaba distraidos arpegios de jazz al piano que habia en el foso.

– ?Si pudieramos empezar de una vez! -se quejo alguien en el escenario.

– Clive todavia no ha llegado.

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