estratosfera en su vehiculo de helice, Smithlao vislumbre al salvaje acercandose a la propiedad de Gunpat.
Debajo del vehiculo, que iba reduciendo su velocidad, el paisaje se extendia tan preciso como un plano. Los empobrecidos campos formaban rectangulos impecables. Aqui y alla, este o aquel robot se ocupaban en mantener una naturaleza funcional. Ni un solo guisante debia producir vainas sin supervision cibernetica. Ni una sola abeja zumbaria entre los estambres sin que su curso fuera controlado por el radar. Todos y cada uno de los pajaros tenian un numero y una senal de llamada, mientras que con todas las tribus de hormigas se mezclaban ejemplares mecanicos, encargados de revelar los secretos de los insectos cuando estos regresaban a su hormiguero. El viejo y comodo mundo de factores fortuitos se habia esfumado bajo la presion del hambre.
Ningun ser viviente medraba sin control. Las innumerables generaciones de los siglos anteriores habian agotado la tierra. Tan solo la frugalidad mas severa, combinada con una feroz reglamentacion, aseguraba el alimento suficiente para la actual y dispersa poblacion. Miles de millones habian sucumbido de inanicion. Los cientos que quedaban vivian al borde de ella.
La propiedad de Gunpat semejaba un insulto, frente a la esteril pulcritud del paisaje. Sus dos hectareas de superficie formaban una isleta de verdor. Elevados y agrestes olmos vallaban el perimetro, invadiendo el cesped y la casa. La vivienda en si, la principal del sector 139, habia sido construida con enormes bloques de piedra. Tenia que ser solida para soportar el peso de los servomecanismos que, ademas de Gunpat y su hija Ployploy, eran sus unicos ocupantes.
En el mismo instante en que Smithlao descendia bajo el nivel de los arboles, le parecio distinguir una figura humana avanzando a duras penas hacia la propiedad. Un hecho increible por multitud de razones. Puesto que la gran riqueza material del mundo se hallaba repartida entre un numero de personas relativamente pequeno, no existia nadie lo bastante pobre para verse obligado
Desechando esos pensamientos, Smithlao aterrizo en un tramo cubierto de piedra. Se alegro de hacerlo, ya que el dia era borrascoso, y los cumulos que habia atravesado para descender estaban salpicados de baches de aire. La casa de Gunpat, con sus ventanas ciegas, sus torres, sus terrazas interminables, su innecesaria ornamentacion y su enorme porche, le impresiono tanto como un pastel nupcial abandonado.
Su presencia causo una instantanea actividad. Tres robots provistos de ruedas surgieron de distintas direcciones, girando sus armas atomicas hacia Smithlao conforme se acercaban.
Nadie podia entrar alli sin invitacion, penso Smithlao. Gunpat no era un hombre sociable, ni siquiera para el insociable criterio de la epoca.
– Identifiquese -ordeno la maquina que encabezaba el trio, repulsiva y deslustrada, con una vaga apariencia de sapo.
– Soy J. Smithlao, psicodinamico de Charles Gunpat -contesto.
Debia soportar este procedimiento en todas sus visitas. Mientras hablaba, mostro su rostro a la maquina, que emitio una especie de grunido al confrontar la imagen e informacion con su memoria de datos.
– Si, es usted J. Smithlao, psicodinamico de Charles Gunpat -asintio-. ?Que desea?
Maldiciendo la monstruosa lentitud del robot, Smithlao explico:
– Tengo una cita con Charles Gunpat a las diez.
Y espere a que la informacion fuera digerida.
– Tiene usted una cita con Charles Gunpat a las diez. Sigame, por favor.
Y el robot dio media vuelta con gracia sorprendente.
– Este es J. Smithlao, psicodinamico de Charles
Asi se aseguraba de que los demas le habian captado bien. Mientras tanto, Smithlao daba algunas ordenes a su vehiculo de helice. Una parte de la cabina, con el psicodinamico en su interior, se separo del resto. De su fondo, brotaron unas ruedas que convirtieron el conjunto en una silla movil. El vehiculo accesorio siguio a los robots.
De un modo automatico, se alzaron las mamparas que cubrian las ventanas, ya que Smithlao iba a ser admitido en presencia de seres humanos. Solo podia ver y ser visto a traves de telepantallas. Tanto era el odio (o miedo, si se prefiere) que todo hombre experimentaba respecto a otros hombres que mirarse directamente resultaba intolerable.
Las maquinas, una detras de otra, cruzaron las
El sombrio rostro de Gunpat que aparecio en la pantalla del vehiculo accesorio de Smithlao mostro solo un disgusto muy moderado ante la vision de su psicodinamico. Casi siempre demostraba un dominio similar de si mismo, lo cual le perjudicaba en sus reuniones de negocios, puesto que se trataba de intimidar al oponente mediante esplendidas exhibiciones de colera. A eso se debia que llamase a Smithlao para administrar un suplemento de agresividad cuando habia algo importante incluido en su programa del dia.
La maquina de Smithlao maniobro hasta dejarle a un metro de la imagen de su paciente, mucho mas cerca de lo exigido por la cortesia.
– He llegado tarde -empezo a decir Smithlao, sin pasion alguna- porque no pude soportar arrastrarme hasta su ofensiva presencia un solo segundo antes. Confiaba en que, tardando lo suficiente, algun feliz accidente habria eliminado esa estupida nariz de su…, ?como llamarla?
Observando con gran atencion la cara de su paciente, Smithlao no vio mas que un ligerisimo rastro de irritacion. Gunpat no se dejaba provocar asi como asi, no cabia duda. Por fortuna, Smithlao era un experto en su profesion. Ensayo el insulto sutil.
– Pero, claro, nunca se caera. Es usted tan depresivamente ignorante que no distingue la diferencia entre arriba y abajo. Ni siquiera sabe cuantos robots suman cinco robots. Cuando le
Las provocaciones empezaban a alcanzar el efecto deseado. Un repentino sonrojo de ira cubrio la imagen de Gunpat.
– Ployploy esta perfectamente. Solo tiene un caracter recesivo… ?Usted mismo lo dijo!
Contestaba. Buena senal. Su hija siempre habia constituido el punto debil de su armadura.
– ?Un caracter recesivo! -se burlo Smithlao-. ?Que habilidad para disimular! Ella es
– ?Nada de loca! -estallo Gunpat, aferrando ambos lados de su pantalla.
A este ritmo, estaria preparado para la conferencia en diez minutos mas.
– ?De verdad? -pregunto el psicodinamico. Su voz asumio un tono humoristico-: No, Ployploy no esta loca. Solo que el Centro de Apareamiento le nego el derecho a procrear; el gobierno imperial, el derecho al televoto; la Sociedad Comercial, un credito de consumo y la Sociedad Educativa la restringio a diversiones beta. Ployploy se encuentra prisionera aqui debido a su genialidad, ?verdad? ?Vaya insensatez la suya, Gunpat, si no se da cuenta de que esa chica es una lunatica total, manifiesta! La proxima vez, incluso se atrevera a decirme, con esa boca grotesca y babeante, que Ployploy no tiene la cara
Gunpat emitio unos sonidos ininteligibles.
– ?No se atreva a mencionar eso! -bramo-. ?A usted que le importa si su cara es… de ese color?
– Hace preguntas tan necias que apenas vale la pena molestarse con usted, Charles Gunpat. Su enorme cabezota es totalmente incapaz de asimilar un simple hecho historico. Ployploy constituye un sucio caso de regresion. Nuestros antiguos enemigos eran blancos. Ocuparon esta parte del globo, Ing Land y You-Rohp, hasta