Daniel Keyes

de The Magazine of Fantasy and Science Fiction, abril de 1960

Creo que jamas ensalzare lo suficiente Flowers for Algernon (Flores para Algernon). Esta narracion, casi perfecta, le valio merecidamente a su autor, Daniel Keyes, el Premio Hugo de 1960. Y pese a ello, los aficionados a quienes se pidio que citaran otra obra del mismo escritor arrugaron la frente, miraron al techo con los ojos en blanco o se limitaron a decir: «Ah, pero ?es que ha escrito algo mas?» Pues si, Keyes habia escrito otros relatos. No muchos. En realidad, solo hay un total de ocho contabilizados en los anales de las revistas de ciencia ficcion, pero han sido injustamente olvidados.

Daniel Keyes nacio en Brooklyn, el martes 9 de agosto de 1927. En primer lugar, trabajo como sobrecargo en los buques cisterna del servicio maritimo de Estados Unidos. Luego, tras reanudar sus estudios, en el verano de 1950 se aseguro un puesto de director literario adjunto en Stadium Publications. Stadium acababa de planear en aquel momento la reedicion de Marvel Science Stories, bajo la guia de Robert O. Erisman, pero el peso de las obligaciones editoriales recayo sobre los hombros de Keyes. La resurreccion de Marvel fue muy breve, ya que tuvo que enfrentarse al infortunio general que se abatio sobre las revistas baratas en aquella epoca.

El mismo Keyes explica asi lo sucedido:

«El ano y medio que trabaje en la revista supuso un verdadero gozo para mi. Me contrato Robert O. Erisman, un hombre al que recuerdo con gran afecto por su amabilidad e ingenio y por ser una persona con la que resultaba maravilloso trabajar. Alli aprendi el arte de escribir. Despues, deje la edicion para dedicarme a la fotografia de modas, y mas tarde abandone esta para trabajar en la ensenanza, completando el circulo al dar clases en la escuela superior en la que me habia graduado diez anos antes».

Keyes habia vendido tres relatos a otras tantas revistas en 1951, el mejor de los cuales, Robot Unwanted (Robot indeseable) (Other Worlds, junio de 1952), presentaba las reacciones humanas ante un robot libre, exento de servilismo. Nada volvio a saberse del autor hasta 1958. En 1959, exploto su «bomba», Flowers for Algernon.

Aunque posteriormente reelaboro dicho relato para convertirlo en novela -y pese a que en 1968 se realizo una version cinematografica de esta con el titulo de Charly-, Keyes jamas obtuvo de nuevo el exito alcanzado con dicha narracion. Despues de A Jury of Its Peers (Juzgado por sus pares) (Worlds of Tomorrow, agosto de 1963), desaparecio del mundo de la revista. En 1968, se publico una nueva novela suya, The Touch (El contacto), y a continuacion, nada. Pero seria equivocado creer que Keyes habia desertado del campo. Su silencio se debia a su total entrega a la ensenanza. Keyes prosigue:

«En la actualidad, soy profesor de ingles y director de la seccion de literatura creativa en la Universidad de Ohio. Mi tiempo se divide entre la ensenanza y la escritura. Aunque vendi un cuento a Harlan Ellison para The Last Dangerous Visions (el unico que he escrito en muchos anos), me considero mas bien novelista. Mis ideas parecen desarrollarse mejor en un libro…, al menos por el momento».

Keyes termina en la actualidad su tercera novela. Entretanto, les brindo la oportunidad de saborear una muestra de su obra. En Crazy Maro, el relato que debia seguir a Flowers for Algernon, el autor se enfrentaba a la tremenda tarea de mantenerse en su nivel anterior. En mi opinion, el cuento triunfo porque eligio un tema muy original, el de la percepcion multisensorial. Pero dejemos a Keyes decir la ultima palabra:

«El relato nacio del recuerdo de un personaje, un joven negro que vivia cerca de Brooklyn y que se parecia mucho al Maro de mi obra. La impresion de la paliza que recibe Denis procede de una epoca muy anterior, del recuerdo de haber sido golpeado por una banda juvenil. El resto es invencion».

Del mismo modo que ciertas personas van a la caza de antiguedades o viejos libros, rebuscando en tiendas de ocasion, establecimientos de articulos donados con fines caritativos o humedas salas de subasta los productos invalorables que gente desconocida ha desechado, asi sigo yo la pista de los ninos fuera de lo corriente. Siendo abogado, tengo acceso a buenos cotos de caza: el Asilo infantil, Warwick, la Escuela Paige para adolescentes con trastornos emocionales y, por descontado, el Tribunal de Menores.

He logrado ciertos descubrimientos, recibiendo una excelente retribucion por algunos casos raros. Por ejemplo, cincuenta mil dolares por una rubia delincuente de trece anos que habia pasado seis meses en un reformatorio de Georgia. Y pude duplicar mis honorarios de haber querido regatear con mis clientes. Aquella chica era la primera telepata autentica que habian encontrado.

Hubo tambien el caso del mongolico de cuatro meses, con la nariz y la mandibula aplastadas. Localice a la madre soltera a tiempo de evitar que lo asfixiara. Los reconocimientos efectuados por mis clientes demostraron sin lugar a duda que la criatura era realmente un paragenio por el que se sentian muy interesados. Me quedaron veinte mil dolares despues de pagar a la madre cinco mil por firmar los documentos de adopcion.

Pero el individuo mas extrano que descubri, un muchacho negro de dieciocho anos, alto y con una mirada salvaje en sus inquietos ojos, cambio mi vida. Le llamaban el loco Maro, y me habian ofrecido medio millon neto si lograba que firmara la renuncia y se mostrara de acuerdo en ser transportado al futuro.

La primera vez que vi a Maro le seguian tres chiquillos. Demasiado rapido para ellos, cuando uno de sus perseguidores le acorralo, se volvio y salio disparado con la gracia de un antilope.

– ?El loco Maro! -se mofo uno de ellos.

– ?El loco Maro! ?El loco Maro! -le imitaron los otros dos.

Se paro en una esquina, apenas a cincuenta metros de ellos, Con las manos en las caderas, sudando y jadeando. Les reto a que le alcanzaran, pero los otros habian renunciado ya a la caza.

Me vio observandole o, tal como me habian informado, quiza me olio, oyo o sintio, o todas las cosas a la vez. Percibio con todos sus sentidos mi presencia. Me habian dicho que podia oler los colores situados mas alla del espectro visible con tanta facilidad como olfateaba los tonos del vestido veraniego rosa y azul de una chica. Podia ver el sonido de ondas radiofonicas de alta frecuencia con la misma precision con que veia el ladrido de un perro. Podia oir el olor del carbono radiactivo con la misma claridad con que escuchaba el whisky en el aliento de un borrachin.

Aunque los archivos del Tribunal de Menores revelaban que Maro habia pasado ante los jueces tres veces desde los nueve anos, por pequenos hurtos y conducta violenta, en el ano 2752 se le necesitaba para efectuar un trabajo que ningun ser humano nacido antes o despues se hallaba en condiciones de hacer. Por eso me encargaron que fuera a buscarle. Con pocos datos para empezar mis pesquisas, anduve errando durante mas de un mes por el barrio comprendido entre la avenida St Nicholas y la Octava Avenida, al que sus habitantes suelen referirse como «el foso». Ahora, me sentia ya seguro de que se trataba del chico que me habian solicitado.

Una vez libre de sus atormentadores, cruzo la calle hacia donde yo me encontraba, con las manos hundidas en los bolsillos de sus raidos pantalones. Me miro de arriba abajo y ladeo la cabeza como un pajaro o un perro que ha oido agudas vibraciones.

– ?Tiene frio, hombre?

– No -conteste-. Estoy muy bien.

– Oiga, no me fastidie. -Hizo chasquear los dedos-. Me esta mintiendo. Me ha comprendido perfectamente. Tiene frio. Esta pensativo, intranquilo. Suave y polvoriento como un papel de lija gastado. -Guino un ojo y me miro con el otro, como si me examinara a traves de la lupa de un joyero- Deme un dolar.

– ?Por que he de dartelo?

– Porque soy muy malo. Solo saldra de aqui enterito si me paga. De lo contrario…

Se encogio de hombros para indicar lo desesperado de mi caso de no entregarle el dinero.

– ?Por que te llaman el loco Maro?

– Porque lo soy. -Miro la acera. Sus parpados aletearon-. ?Por que si no? Chico, huele usted a verde y a papel…, como el dinero. Le costara dos dolares.

– ?Por que esperas que te de un dinero que no has ganado?

Cuando alzo la cabeza, solo vi el blanco de sus ojos en contraste con los oscuros parpados. Empezo a balancearse de un lado a otro, con un ritmo silencioso, chasqueando los dedos y dando palmadas, que parecia escuchar en su interior. Despues, cambio de actitud, al tiempo que arrugaba la frente.

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