– ?Es usted poli?

– No -conteste-. Soy abogado. -Saque una tarjeta del bolsillo de mi chaleco y se la tendi-. Como puedes ver, me llamo Eugene…

– Se leer -me interrumpio con brusquedad. Examino la tarjeta y leyo con gran lentitud las palabras-. Eugene H. Denis…, abogado… -Me miro y se metio la tarjeta en el bolsillo-. ?Asi que es usted abogado? ?Que quiere de mi?

– Pues… Si vinieras a mi despacho, hablariamos en privado.

– Podemos charlar aqui mismo.

– Bien, si lo prefieres… -Maro se mostraba muy susceptible y yo debia actuar con mucho tacto-. Mis clientes han oido hablar de ti. Conocen tu…, tus talentos especiales. Y me han autorizado a ponerme en contacto contigo y hacerte una interesante proposicion. La unica pega es que no estoy autorizado a divulgar… Bueno, no puedo explicarte los detalles a menos que aceptes. Abandonarias este barrio para siempre y…

Maro, que me observaba lleno de curiosidad, me asio de repente por el brazo, antes de que me diera cuenta de lo que ocurria. Trate de soltarme.

– ?Que haces? ?Que te sucede?

– Me teme mas que a la muerte. -Se echo a reir, dandose una palmada en el muslo con su enorme mano-. Tiene miedo de que le haga dano. -De repente, sus ojos brillaron de malignidad-. Bueno, pues pienso hacerselo. Le dare tal punetazo que se tragara los dientes.

– ?Por que? -pregunte, pugnando todavia por liberarme de el. Sabia que en efecto iba a pegarme-. No pretendo enganarte. Se trata de una gran oportunidad. Confia en mi…

Su vigorosa mano izquierda salio despedida antes de que me diera tiempo a eludirla y me alcanzo en plena boca. A continuacion, levanto una rodilla y me golpeo en la ingle. Me doble y cai sobre la acera.

– ?Que…, que te pasa? -logre decir, mientras me esforzaba recobrar el aliento-. ?Estas loco? He venido para ayudarte. Se quedo de pie, contemplandome. Adopto una expresion de asco, un gesto de irritacion, como si saboreara y sintiera la sangre que se escurria por la comisura de mis labios.

– ?Que sabor tan salado! -farfullo-. Deje de hacerme rechinar los dientes.

– No me pegues -suplique-. Soy tu amigo.

Me aterraba la furia que asomaba a sus inquietos ojos y, pese a ello, temia perderle.

– ?Amigo? ?Narices! -Me dio una patada en el costado-. Tiene miedo de mi, lo huelo. No confia en mi, no le caigo simpatico. Olfateo todo eso como si una lima me rozase los dientes.

– No te tengo miedo, Maro. -Me esforce por controlar mi agonia-. Me agradas. Vine aqui para buscarte. Te necesitan y tu les necesitas.

Otra patada.

– No mienta. Si que me tiene miedo. Se merece otro…

Por el rabillo del ojo, debio vislumbrar el uniforme azul, o tal vez lo olio, o lo oyo, o lo sintio en las puntas de sus largos dedos.

– ?Mierda! -murmuro-. Otra vez la poli.

Se quedo paralizado, tenso como un ciervo sorprendido por el brillante resplandor de los faros de un automovil.

– ?Espera, Maro! -le grite-. No te vayas. No voy a denunciarte.

Salio corriendo.

– ?La direccion de la tarjeta! -chille a sus espaldas-. ?Ven a verme! ?Es muy importante para ti!

Volvio la cabeza un instante, mientras corria por la calle a toda velocidad. Vi la amplia sonrisa de burla que trazaban sus blancos dientes, destacando sobre la piel negra. Mi unico miedo en aquel momento se centraba en que no viniera a verme. Tal vez pensase que le habia tendido una trampa. Casi habia necesitado dos meses para localizarle y, en menos de media hora, le habia perdido lastimosamente. Habia cometido el error de temerle.

Pase los tres dias siguientes sin moverme de mi piso, en Park Avenue. No alcanzaba a pensar en otra cosa que no fuera aquel rostro negro y reluciente y la blancura de su burlona sonrisa. ?Vendria al fin? Y si lo hacia, ?se mostraria de acuerdo en ser transportado al futuro?

Los demas individuos a los que habia enviado previamente me resultaron faciles de tratar. No formularon preguntas embarazosas y no me fue preciso explicarles por que no podia darles detalle alguno acerca de la epoca, el lugar o el trabajo que les corresponderia. Pero Maro, pese a su caracter indomito, era un adolescente dotado de gran inteligencia. ?Aceptaria el hecho de que vivia en una era y una sociedad en las que el constituia un error? ?Y que su personalidad estaba en cambio acorde con otro modelo distinto, que le necesitaba de manera desesperada? ?Como demonios iba a lograr que pusiera su vida en mis manos?

La tercera noche, me desperto un golpe en la ventana. El radio-reloj marcaba las 3.45. Me dispuse a buscar mi pistola automatica calibre treinta y dos en el cajon de la mesita de noche, pero rechace la idea. Maro olfatearia el peligro, del mismo modo que habia olido el miedo. Eso le violentaria. No cabian fingimientos. Debia demostrarle que confiaba en el o, de lo contrario, el muchacho se ofenderia. Salte de la cama y abri la ventana antes de encender la luz.

Maro se echo hacia atras, perdiendose en las sombras por un instante. Oi como husmeaba.

– Entra, Maro. No hay nadie mas aqui. Te esperaba.

Se acerco a la ventana, alerta a todo cuanto sucediera detras de mi, en la habitacion. Me aparte. El muchacho salto el alfeizar y cayo en el suelo, sin producir sonido alguno.

Por primera vez, le veia de cerca y sin prisas. Era alto y vigoroso, con el pelo cortado casi al rape. Llevaba las unas mordidas, casi en carne viva, y sus brazos mostraban una serie de cicatrices alargadas y lustrosas. Se estremecio en un gesto de expectacion, aguardando mis palabras. Inicie mi trabajo.

– Ahora te comprendo, Maro. Al menos, te conozco algo y te acepto como eres. Hay muchas personas que no aprecian tus dones especiales. Les aterras. La gente odia todo lo que no comprende. Por eso debes ocultarte y…

Se echo a reir, dejandose caer en la poltrona.

– ?Estoy en un error? -pregunte.

– Tan equivocado que apesta. Claro que usted se ocultaria, si estuviera en mi lugar. Lo huelo en usted. Tiene miedo hasta de su maldita sombra. Ahora mismo, busca las palabras adecuadas como un hombre que intenta salir de un foso resbaladizo. Escuche, hombre, ?no se ha enterado todavia de que yo puedo sentirlo? Usted me mira, senor Denis, pero no me ve. Esta en plena representacion. Y si hay algo que me ponga lo bastante enfermo y loco como para matar, es que la gente no confie en mi.

Su voz, profunda y colerica, me habia absorbido tanto que, cuando callo para lanzarme una mirada furiosa, me sorprendi al advertir que su voz y sus modales habian cambiado por completo. No habia vestigio alguno de aquel modo de hablar arrastrando las palabras, de aquel acento vulgar que utilizo cuando nos conocimos. Sus ojos volvieron a girar de un lado a otro y vi que apretaba los punos. Me acorde de la pistola del cajon. Maro se estremecio e inclino el cuerpo hacia delante, tenso ante el peligro. En aquel instante, comprendi que estaba conduciendo la entrevista de un modo totalmente erroneo. Me decidi por el ultimo recurso: contarle la verdad.

– ?Espera! -me apresure a decir-. De acuerdo, tienes razon. Me inspiras miedo, y tu lo sabes. Es absurdo que trate de enganarte. Tengo una pistola en ese cajon y, por un momento, pense que la necesitaria para protegerme.

En cuanto dije esto, Maro se tranquilizo. Apoyo la cabeza en el respaldo del sillon y la movio para relajar los musculos de su cuello.

– Gracias -murmuro-. No sabia de que se trataba, pero estaba seguro de que pasaba algo. Cuando alguien me miente o finge delante de mi, siento que mis entranas estallan de dolor. Esa es una de las cosas que el doctor Landmeer cree que puede curarme. Dice que debo aceptar a la gente que miente por costumbre. Cuando aprenda a convivir con ella, me volvere normal.

Los archivos del Tribunal mencionaban que Maro iba a ser sometido a examen psiquiatrico, pero yo desconocia que estuviera ya bajo tratamiento.

– Ese doctor Landmeer… ?Llevas mucho tiempo visitandole?

– Ocho meses. El juez me mando a la clinica psiquiatrica y, de alli, me enviaron al doctor Landmeer. Un fraude, como todos ellos. Se que cree estar ayudandome, pero hay veces en que me entran ganas de echarle las manos al cuello y obligarle a que se calle. Miente y simula que confia en mi, pensando que no veo bien claro a

Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату